Algunos antecedentes
libertarios en la fundación y desarrollo del MIR
Recopilación y sistematización hecha para el taller de
formación política anarquista de la
CLJP.
Hablando de las influencias del Anarquismo en el
Chile de los años ´60 se puede reconocer la basta experiencia organizativa que
había en el sector gremial, en donde núcleos anarquistas impulsaron la creación
de frentes revolucionarios insurgentes. “Dichas orgánicas tuvieron un nexo más
directo con los grupos que confluyeron en el MIR durante su primer congreso.
Prueba clara de ello es la realización de este evento, en la sede del sindicato
del cuero y calzado, en manos del anarcosindicalista Ernesto Miranda.”[1]
Clotario Blest, histórico referente sindicalista y
anarquista-cristiano chileno llegará a formar el Movimiento 3 de Noviembre
(M3N) en 1961. El M3N si bien tenía participación en la Central Única de
Trabajadores (CUT), actuaba con el fin de
articular con organizaciones de la izquierda revolucionaria.
Clotario Blest llegará a formar por un lado el
“Comité de solidaridad con la Revolución Cubana” y la “Asociación de apoyo a la Revolución China”.
Por el otro fundará junto a un grupo de anarquistas, anarcosindicalistas,
trotskistas, maoístas, socialistas y comunistas disidentes el Movimiento de
Fuerzas Revolucionarias (MFR). Una de las organizaciones políticas que
impulsaban el MFR era la del dirigente del calzado Ernesto Miranda, el
Movimiento Libertario 7 de Julio.[2]
Dentro del MFR empezaron a hacerse visibles las
diferencias sobre la estrategia revolucionaria y se constituyeron dos
tendencias internas: una que impulsaba el apoyo a la candidatura de Allende
representada por trotskistas, socialistas y comunistas disidentes entre otros;
la otra tendencia se abstuvo a cualquier apoyo electoral y estaba conformada
por sectores anarquistas, maoístas y algunos comunistas independientes.
Mas tarde, el 15 de agosto de 1965, el MFR, el
Partido Socialista Popular (PSP) y la Vanguardia Revolucionaria
Marxista (VRM) entre otros, se fusionarán en el
Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). La mayoría de los
anarquistas no llegarán a dicha confluencia. Clotario Blest fue invitado
especialmente a conformar el Comité Central del MIR. El viejo ex-presidente y
fundador de la Central
Única de Trabajadores finalmente desistió de aceptar el cargo.
Sin embargo durante la experiencia del MIR en el
proceso revolucionario previo al golpe de Pinochet se pudieron ver prácticas de
base de gran influencia o participación libertaria en cuanto a la concepción
que se tenía sobre el Poder Popular. Los Comandos Comunales, Cordones
Industriales y Comandos de Abastecimiento fueron los ensayos más
significativos. Éstos “debían ser las mismas bases de la futura sociedad.
Ciertamente, la falta de una alternativa anarco-comunista clara, no ayudó a que
ésta última interpretación, que el mismo pueblo se daba en la lucha de forma
intuitiva, se hubiera desarrollado, enriquecida por el acerbo teórico y práctico
de las luchas y de la trayectoria del Anarquismo”[3]
Las Brigadas del Pueblo
Extraído de “Anarquistas: Presencia libertaria en Chile” de
Felipe del Solar y Andrés Pérez, RIL editores, 2008.
“Se pueden
provocar hechos que puedan ser asimilados por las personas, estos generan
adherencia o no. Para hacer la revolución hay que crear hechos revolucionarios.
Y nosotros creábamos hechos revolucionarios. Esa era la forma de crear la
revolución. La estábamos haciendo creando resistencia”
Tras el golpe de Estado y el proceso de represión
política que se hizo sentir en todo el país, surgieron durante la segunda mitad
de los setenta, una serie de grupos de resistencia y combate, que a través de
las armas y el sabotaje inauguran la dinámica de lucha dictatorial.
En ese contexto nacieron las Brigadas del Pueblo
(BP), cuya existencia hemos conocido a través del testimonio directo de su
fundador, quien nos entregó un detallado relato.
Este individuo conoció la ideología anarquista a
través del marxismo, ya que durante el gobierno de la Unidad Popular, adhería de
manera crítica, a esa corriente política. Después del 11 de septiembre de 1973,
y siendo un preso político, se quebró su concepción marxista de la realidad,
producto de su convivencia en los centros de detención con dirigentes de los
partidos políticos de izquierda, quienes le provocaron gran desilusión.
Además,
la influencia de pensadores como el
filosofo Juan Rivano -a quien conoció en la cárcel- lo incentivaron a buscar y
estudiar a los teóricos del anarquismo, a quienes ya conocía por la critica que
les hacia Engels en su artículo “Bakuninistas en acción”.
Tras
un periodo de estudio -sobre todo de Bakunin y Malatesta, a quienes considera
pilares del anarquismo-, se convenció de que los cambios sociales no eran
posibles a través del Estado y los partidos políticos. En ese sentido, buscó
una manera de generar cambios en los sectores populares a través del
anarquismo. Es así como, hacia 1976, surgió en él la idea de las Brigadas del
Pueblo.
El
primer paso fue la creación de un manifiesto que le permitiera ganar apoyo de
otras personas, pues, según comenta, había “una
necesidad vital de despertar a los sectores populares y de entregarles herramientas
que les permitan resistir los duros embates de la dictadura”, los cuales se
sentían con especial fuerza en las poblaciones.
El
manifiesto fue publicado en varios países de Europa. Lo encontramos reproducido
en 1981 en la revista El Diente Libre de Suecia y en la revista italiana
Umanitá Nova de 1982.
El documento parte haciendo un análisis de la
situación del poder mundial, de cómo el capitalismo
se ha transformado en un nuevo imperio global.
En
ese sentido, el llamado de las BP fue la “realización de una revolución social
absoluta”. Para ello, criticaba las prácticas revolucionarias llevadas a cabo
hasta ese entonces, ya que estas adolecían del germen subversivo que deberían
haber tenido.
Ese
argumento lo hace extensivo sobre todo a los procesos revolucionarios
impulsados en la Unión
Soviética, a los que critica enérgicamente, renegando de la
dictadura del partido bolchevique. El manifiesto de las BP planteaba que la historia
de abusos cometidos por los socialismos reales “es demasiado larga y repugnante
para seguir nombrándola”.
La
propuesta política de esa agrupación, ante este escenario de falsas
revoluciones, era “una revuelta decidida y profunda, que sea capaz de destruir
completamente a los gobiernos, a la policía política, al ejército mercenario y
a todos los demás organismos del poder político que les permite a las clases sociales
dominantes mantener sus privilegios económicos y su repugnante autoridad”.
Esa
revuelta total debía ser impulsada al margen de los partidos políticos, fueran
estos de izquierda o de derecha, “porque
estos son organismos de poder jerárquicos dirigidos por un puñado de pequeños
burgueses corrompidos y autoritarios, dispuestos a gobernar la revolución para
extender su dominio y sus privilegios sociales a expensas del trabajo
colectivo de las masas populares”.
Además
de desarrollar una crítica histórica acerca del papel que ha tenido la revolución,
las BP planteaban que los verdaderos revolucionarios debían “preparara las masas para la revuelta
popular contra los regimenes de explotación y sus Estados políticos militares
que los sostienen brutalmente en todo el mundo (…) Pero, esa revuelta de las
masas populares, esa revuelta social del pueblo debe ser completa, absoluta. No
debe dejar en pie a ningún organismo ni tampoco a ningún privilegio social que
nos recuerde el viejo Estado y al viejo régimen económico derrumbado por la
revolución”.
I.as
BP reivindicaban la revolución popular y total como la única salida para escapar
de la situación de opresión e injusticia que los alienaba. Sus esperanzas estaban
dirigidas a los cambios que vendrían en el futuro: “cuando llegue la revolución social, llega el día de la razón, de la
libertad y de la justicia social; con la revolución se abren las puertas del entendimiento
y los pueblos se sacuden la ignorancia que los sometía; con la revolución llega
la libertad, porque con ella los pueblos destruyen el poder del Estado que le
servía a la clase gobernante para someternos por la fuerza; pero también llega
la justicia social, porque con la revolución los pueblos pueden expropiar a las
clases expropiadoras y fundar una sociedad igualitaria”.
Esa
propuesta ideológica, que mezclaba elementos del marxismo y el anarquismo,
generaba interés en los trabajadores y jóvenes populares del sector norte de
Santiago, con los que intercambiaban ideas, debatían y desarrollaban cursos
sobre teoría política anarquista, utilizando como locales sus propias casas, o
sedes de grupos católicos.
Posteriormente,
cuando ya existía un grupo cohesionado y disciplinado, comenzaba la puesta en práctica
de la resistencia popular clandestina.
Durante
los primeros anos de los `70, el fundador de las BP -de quien recibimos éste
testimonio- obtuvo entrenamiento militar especialmente de los Tupamaros que
vinieron a Chile y de militantes de Brasil y Uruguay, de quienes aprendió
mecanismos de guerrilla urbana, como fabricación de explosivos caseros de
considerable poder.
Cada BP contaron con 8 o 9 integrantes. Con el
tiempo llegaron a articular tres brigadas que funcionaban de forma coordinada
en las poblaciones de la zona norte de Santiago.
Su principal forma de acción, fueron los atentados
con explosivos contra el Banco del Estado y el Banco de Chile, la distribuidora
de agua potable EMOS, lugares cercanos a comisarías de Carabineros, por nombrar
algunos puntos. Los vehículos de locomoción colectiva no escaparon a sus
acciones: “Casi con el ultimo pasajero hacíamos
detonar una bomba. Nosotros nos habíamos bajado una cuadra antes. El micro
quedaba completamente destruido en el lugar donde estaba colocada la bomba. El chofer
debía abandonarlo, pues de inmediato se producía un incendio”. Por lo
general se hacían varias acciones consecutivas y muy coordinadas.
Es singular su reticencia al uso de armas de fuego,
ya que a las que tenían acceso eran de muy mala calidad. Además, explica el
fundador de las BP, “uno puede construir
una bomba de cinco kilos y eso es mucho mas fuerte que pegar un par de balazos”.
Esas acciones se complementaban con la actuación constante
en las barricadas, nacidas en los sectores populares para manifestar el repudio
a la dictadura, donde en más de alguna ocasión convivieron con el MIR, con los
que no tuvieron problemas, pero mantuvieron cierta distancia.
Las acciones eran realizadas en función del
acontecer nacional, vale decir, como respuesta a medidas represivas del
gobierno y para fechas paradigmáticas. Daban fuertes golpes, que preparaban con
gran detenimiento. Antes de llevar a cabo una acción revisaban el lugar y se
ubicaban en distintos puestos, Algunos vigilaban, mientras otros colocaban las
cargas explosivas.
Además de la acción violenta generaron un sostenido
despliegue propagandístico, ya sea por medio de un boletín titulado La Protesta con
gran cantidad de panfletos, algunos manifiestos y constantes actividades
culturales. El financiamiento para sus acciones, lo conseguían gracias al apoyo de los pobladores,
quienes colaboraban activamente en esas campanas, pues -a su juicio- “el
anarquismo en los sectores populares tiene alta acogida”.
Las
BP buscaron “ayudar a la caída de la dictadura mediante la acción directa de
corte popular y militar, y difundir nuestro análisis más profundo respecto a la
realidad”, Se situaron dentro del marco general de protesta y resistencia, pero
a la vez generaron un espacio diferenciador. Si bien no se distanciaron tanto
en las acciones, si lo hicieron en el discurso y en el referente al cual
evocan, ya que -era necesario dar una lectura anárquica a las masas”.
De
esa manera, esos grupos organizados horizontalmente e integrados por personas
de entre 30 y 40 anos -además de algunos jóvenes- funcionaron durante todo el
periodo de protestas nacionales. Es decir, hasta el ano '86-87 aproximadamente,
intentando generar un referente anarquista adecuado a su situación social y en
relación a la realidad histórica en que adecuado a su situación
social y en relación a la realidad histórica en que se veían envueltos. De esa
manera, funcionaron y generaron resistencia libertaria. El haberse hecho parte
de agitadas movilizaciones los integró a un contexto general, pero a la vez los
diferencio en su discurso.
Tras la caída de la
dictadura muchos de sus integrantes salieron fuera del país cambiaron de
domicilio o simplemente se alejaron de la actividad política. Quienes quedan
aun en el barrio han enfocado sus fuerzas a actividades culturales, a través de
las cuales siguen difundiendo su ideología, a la vez que preparan a nuevas
generaciones para cuando las circunstancias históricas nuevamente lo requieran.
[1] Valdés Navarro; Pedro Alfonso. “Elementos
teóricos en la formación y desarrollo del MIR durante el período 1965-1970”; Universidad de
Valparaíso, 2006.
[2] El Movimiento Libertario “7 de Julio”,
orgánica específica anarquista de fuerte influencia teórica malatestiana, tuvo
presencia fuerte en Osorno, Temuco, Concepción, Linares y Talca.
[3] Gutierrez, José Antonio; “Los Libertarios y
las lecciones del Golpe de Estado en Chile (11 de Septiembre de 1973)”; archivo
revista Hombre y Sociedad, 2003.