Escrita en Noviembre de 1928.
Publicada en "Il Risveglio" (Ginebra, 4 de
Diciembre de 1929)
Estimado compañero,
He finalmente podido ver la carta que usted me ha
enviado hace más de un año, sobre mis críticas al proyecto de organizar una
Unión General de Anarquistas, publicada por el Grupo de Anarquistas Rusos en el
Extranjero, conocido en nuestro movimiento por el nombre de
"Plataforma". Conociendo mi situación como usted la conoce, ciertamente
habrá entendido por qué no he respondido.
No puedo tomar parte como quisiera de la discusión de
las cuestiones del mayor interés para nosotros, porque la censura me impide
recibir publicaciones que son consideradas subversivas o cartas que traten de
tópicos políticos o sociales, y sólo después de largos intervalos y por
afortunada casualidad vengo a oír el distante eco de lo que los compañeros
dicen y hacen. De este modo, me he enterado de que la "Plataforma" y
mis críticias a ella han sido ampliamente discutidos, pero sé poco o nada de lo
que se ha dicho; y su carta es el primer documento escrito sobre el asunto que
he logrado ver.
Si pudiéramos escribirnos libremente, le pediría
clarificara, antes de entrar a la discusión, algunos de sus puntos de vista los
cuales, quizás debido a una traducción imperfecta del ruso al francés, me
parecen, en parte, algo obscuros. Pero estando las cosas como están, responderé
a lo que he entendido, y espero ser capaz de ver su respuesta.
Usted se sorprende de que yo no acepte el principio
de responsabilidad colectiva, que usted cree es un principio fundamental que
guía, y debe guiar, a los revolucionarios del pasado, presente y futuro.
Por mi parte, me pregunto qué puede significar la
noción de responsabilidad colectiva venida de los labios de un anarquista. Yo
sé que los militares tiene el hábito de decimar grupos de soldados rebeldes o
de soldados que no se han comportado correctamente frente al enemigo,
disparándoles indiscriminadamente. Sé que los jefes militares no tiene
escrúpulos en destruir poblados o ciudades, y masacrar a toda una población,
incluidos los niños, porque alguien ha puesto alguna resistencia a una
invasión. Sé que a lo largo de la historia, los gobiernos han, de varias
maneras, amenazado con, y aplicado, el sistema de la responsabilidad colectiva
para poner freno a los rebeldes, para demandar impuestos, etc. Y entiendo que
esto puede ser un medio efectivo para intimidar y oprimir.
¡¿Pero cómo puede, gente que lucha por la libertad y
la justicia, hablar de responsabilidad colectiva, cuando sólo puede
interesarles la responsabilidad moral, hayan o no sanciones materiales de por
medio?!!!
Si, por ejemplo, en un conflicto con fuerzas armadas
del enemigo, el hombre que está a mi lado actúa como un cobarde, él me puede
dañar a mi y a los demás, pero la verguenza será sólo suya, por su falta de
valor para mantener el rol que él mismo escogió. Si durante una conspiración,
un conspirador traiciona y envía a sus compañeros a prisión, ¿son los engañados
los responsables de su traición?
La "Plataforma" dice: "Toda la Unión
es responsable de la actividad revolucionaria y política de todo miembro y cada
miembro es responsable de la actividad revolucionaria y política de la
Unión". ¿Puede esto ser reconciliado con los principios de autonomía y de
libre iniciativa que los anarquistas profesan? Yo respondo, entonces: "Si
la Unión es responsable de lo que cada miembro hace, ¿cómo puede dejar a sus
miembros individuales y a sus diversos grupos, la libertad de aplicar el
programa común de la forma en que les parezca adecuado? ¿cómo puede hacerse
responsable de una acción, si carece de los medios para impedirla? De esta
manera, la Unión y, mediante ella, el Comité Ejecutivo, necesitarían monitorear
la acción de los miembros individuales y ordenarles qué hacer y qué no hacer; y
ya que la desaprobación luego de los eventos no puede rectificar una
responsabilidad previamente aceptada, nadie sería capaz de hacer nada antes de
haber obtenido el vamos, el permiso del comité. Entonces, ¿puede un individuo
aceptar responsabilidad por la acción de una colectividad antes de saber qué es
lo que la última hará, y sin poder prevenirla de hacer lo que éste desaprueba?
Ciertamente, acepto y apoyo la visión de que
cualquiera que se asocie y coopere con otros para un propósito común, debe
sentir la necesidad de coordinar sus acciones con aquellas de sus compañeros y
no hacer nada que dañe el trabajo de otros y, de esta manera, a la causa común;
y que se respeten los acuerdos que sean hechos -excepto cuando sinceramente
deseen dejar la asociación al emerger diferencias de opinión, o cuando las
circunstancias hayan cambiado, o conflictos sobre los métodos predilectos hagan
la cooperación imposible o inapropiada. Tal cual, yo mantengo que aquellos que
no sientan ni practiquen estos deberes, deban ser expulsados de la asociación.
Quizás, al referirse a la responsabilidad colectiva,
ustedes se refieran precisamente a ese acuerdo y solidaridad que debe existir
entre los miembros de una asociación. Y si esto es así, su expresión
representa, en mi opinión, un uso incorrecto del lenguaje, pero básicamente,
esto sólo sería una cuestión de palabras sin importancia y el acuerdo podría
alcanzarse rápidamente.
La cuestión realmente importante que usted plantea en
su carta, concierne al rol de los anarquistas en el movimiento social y la
forma en que éstos debieran desempeñarlo. Este es un asunto básico, la razón de
ser del anarquismo y uno debe ser bastante claro respecto a lo que se refiere.
Usted pregunta si los anarquistas deben (en el
movimiento revolucionario y en la organización comunista de la sociedad) asumir
un rol directivo y, consecuentemente, responsible, o limitarse a ser auxiliares
irresponsables. Su pregunta me deja perplejo, porque carece de precisión. Es
posible dirigir mediante el consejo y el ejemplo, dejando al pueblo -proveídos
de las oportunidades y los medios para suplir por sí mismos sus necesidades-
adoptar nuestros métodos y soluciones si estos son, o parecieran ser, mejores que
aquellos sugeridos y ejecutados por otros. Pero es también posible dirigir
tomando el mando, esto es, convirtiéndose en gobierno e imponiendo las ideas e
intereses propios mediante métodos policiales. ¿De qué manera quisiera dirigir?
Somos anarquistas, porque creemos que el gobierno
(cualquier gobierno) es un mal, y que no es posible ganar la libertad,
solidaridad y justicia si no es con libertad. No podemos, entonces, aspirar al
gobierno y debemos hacer todo cuanto ea posible para evitar que otros -clases,
partidos o individualidades- tomen el poder, convirtiéndose en gobiernos.
La responsabilidad de los lideres, una noción según
la cual me parece quisieran garantizar que el público sea protegido de sus
propios abusos y errores, no significa nada para mí. Aquellos en el poder, no
son verdaderamente responsables, excepto, cuando son enfrentados a la
revolución, y no podemos hacer la revolución todos los días, y generalmente
ésta ocurre sólo cuando el gobierno ya ha hecho todo el mal que podía hacer.
Usted entenderá que yo estoy lejos de pensar que los
anarquistas deban estar satisfechos con ser simples auxiliares de otros
revolucionarios quienes, no siendo anarquistas, naturalmente aspiran a
convertirse en gobierno.
Por el contrario, yo creo que nosotros, los
anarquistas, convencidos de la validez de nuestro programa, debemos apuntar a
adquirir una influencia enorme a fin de llevar al movimiento hacia la
realización de nuestros ideales. Pero tal influencia debe ser ganada haciendo
más y mejor que los demás, y sólo será útil si es ganada de esa manera.
Hoy por hoy, debemos profundizar, desarrollar y
propagar nuestras ideas y coordinar nuestras fuerzas en una acción común.
Debemos actuar en el movimiento obrero para impedir que éste se vea limitado y
corrompido por la exclusiva búsqueda de mejoras pequeñas, compatibles con el
sistema capitalista; y debemos actuar de tal manera que contribuya a preparar
la completa transformación social. Debemos trabajar con las masas
desorganizadas, y quizás imposibles de organizar, para despertarlas al espíritu
de rebelión y al deseo y la esperanza de una vida libre y feliz. Debemos
iniciar y apoyar todos los movimientos que tiendan a debilitar las fuerzas del
Estado y del capitalismo, e incrementar el nivel mental y las condiciones
materiales de los trabajadores. Debemos, en breve, preparar y prepararnos,
moral y materialmente, para el acto revolucionario que abrirá el camino hacia
el futuro.
Y luego, en la revolución, debemos tomar una parte
enérgica (si es posible anterior y más efectivamente que los demás) en la lucha
material esencial y conducirla al límite máximo en la destrucción de todas las
fuerzas represivas del Estado. Debemos alentar a los trabajadores a tomar
posesión de los medios de producción (tierras, minas, fábricas y talleres,
medios de transporte, etc.) y de las reservas de bienes manufacturados; a
organizar inmediatamente, por sí mismos, una distribución equitativa de los
bienes de consumo, y al mismo tiempo, suplir los productos para el intercambio entre
regiones y comunas, para la continuación e intensificación de la producción y
de todos los servicios útiles para el público.
Debemos, de todas las formas posibles y acorde a las
circunstancias y oportunidades locales, promover la acción de las asociaciones
obreras, de las cooperativas, de los grupos voluntarios -para prevenir la
emergencia de nuevos poderes autoritarios, de nuevos gobiernos, oponiéndoles
con la violencia si es necesario, pero por sobretodo, mostrándolos como
superfluos. Y donde no encontremos suficiente consenso entre el pueblo y no
podamos prevenir el re-establecimiento del Estado con sus instituciones
autoritarias y sus cuerpos coercitivos, debemos negarnos a tomar parte en él o
reconocerlo, rebelándonos en contra de sus imposiciones y demandando nuestra
plena autonomía y la de todas las minorías disidentes. En otras palabras,
debemos permanecer en un estado concreto o potencial de rebelión y, siendo
incapaces de triunfar en el presente, debemos, al menos, preparanos para el
futuro.
¿Es esto a lo que ustedes se refieren en la parte que
cabe a los anarquistas en la preparación y realización de una revolución? Por
lo que sé de ustedes y de su trabajo, me siento inclinado a creer que si.
Pero cuando veo que en la Unión que ustedes apoyan,
hay un Comité Ejecutivo que da dirección ideológica y organizativa a la
asociación, me asalta la duda de que ustedes también quisieran ver, en el
movimiento general, un cuerpo central que dictaría, de manera autoritaria, el
programa teórico y práctico de la revolución. De ser esto así, somos polos
opuestos.
Su organización, o sus órganos administrativos,
podrían estar compuestos por anarquistas, pero no serían otra cosa sino un
gobierno. Creyendo, en la más completa buena fe, que fueran necesarios para el
triunfo de la revolución, asegurarían, como prioridad, que estuvieran lo
suficientemente bien colocados y que fueran lo suficientemente fuertes como
para imponer su voluntad. Crearían, entonces, cuerpos armados para la defensa
material, y una burocracia para realizar sus mandatos, y en este proceso,
paralizarían al movimiento popular y matarían la revolución. Esto es lo que yo
creo ha pasado con los Bolcheviques.
Aquí estamos. Creo que lo importante no es la
victoria de nuestros planes, de nuestros proyectos, de nuestras utopías, que en
cualquier caso necesitan de la confirmación de la experiencia y pueden ser
modificados por la experiencia, desarrollados y adaptados a las condiciones
materiales y morales reales de cada época y lugar. Lo que más importa es que el
pueblo, todas las personas, pierdan el instinto y los hábitos serviles que les
han legado miles de años de esclavitud, y aprendan a pensar y actuar
libremente. Y a esta gran tarea de liberación del espíritu a la que los
anarquistas se deben dedicar especialmente.
Le agradezco la atención que gentilmente ha dado a mi
carta y, en la esperanza de escuchar nuevamente de usted, le envío mis
cordiales saludos.