Publicada en "Il Risveglio" (Ginebra,
Octubre de 1927)
Por casualidad (es de conocimiento común que en
Italia la prensa no fascista es suprimida) me he encontrado con un panfleto en
francés titulado "Plate-forme d'organisation de l'Union générale des
Anarchistes (Projet)", lo cual, traducido, significa Proyecto de programa
de organización de una Unión General de Anarquistas.
Este es un proyecto de organización anarquista,
publicado en Noviembre de 1926 por un "Grupo de Anarquistas Rusos en el
Extranjero", que pareciera estar dirigido en particular a nuestros
compañeros rusos. Pero aborda cuestiones que conciernen igualmente a todos los
anarquistas; y además, es claro, notablemente por el lenguaje en que está
escrito, que busca reclutar a compañeros de todos los países. Cualquiera sea el
caso, vale la pena examinar, tanto por los rusos como por todos, si es que las
propuestas planteadas están en armonía con los principios anarquistas y, de
esta manera, si es que su puesta en práctica realmente ayudaría a la causa
anarquista.
Anarquismo y Organización
Los motivos de los camaradas que proponen esta
Plataforma son excelentes. Se quejan, con razón, que los anarquistas no han
tenido y no tienen una influencia en los eventos político-sociales en
proporción al valor teórico y práctico de sus doctrinas, sin considerar su
número, su valor y su espíritu de sacrificio -y ellos creen que la principal
razón para esta relativa falta de éxito se debe a la ausencia de una
organización grande, seria y efectiva.
Y hasta este punto, en general, estaría de acuerdo.
La organización, que en realidad no es más que la práctica de cooperación y
solidaridad, es una condición natural y necesaria de la vida social: es un
hecho ineludible el cual ciertamente involucra a todo el mundo, sea en la
sociedad humana en general, o en cualquier grupo de personas unidas por un
objetivo común.
Ya que los hombres no tienen ni el deseo ni la
habilidad para vivir en el aislamiento, ya que, de hecho, no puede convertirse
realmente en un hombre y satisfacer sus necesidades materiales y morales por
fuera de la sociedad y de la cooperación con sus semejantes, inevitablemente
ocurre que aquellos que carecen de los medios o de una conciencia lo
suficientemente desarrollada para crear una organización libre con otros que
comparten sus mismos intereses y sentir, deben someterse a la organización de
otros, generalmente de una clase o grupo dominante, que busca explotar en
ventaja propia el trabajo del resto. La ancestral opresión de las masas por un
pequeño y privilegiado número, ha sido siempre la consecuencia de la mayoría de
la gente para llegar a acuerdo entre sí y crear organizaciones con otros
trabajadores para la producción y el goce y, ante la eventualidad, para la
defensa en contra de sus explotadores y opresores.
El anarquismo surgió como remedio para este estado de
cosas. Su principio básico es la libre organización, creada y mantenida por la
libre voluntad de sus componentes, sin ninguna clase de autoridad, es decir,
sin nadie teniendo el derecho a imponer su propia voluntad sobre los demás. Y
resulta, entonces, natural, que los anarquistas intenten aplicar el mismo
principio sobre el cual, según su punto de vista, debería fundarse toda la
sociedad humana, a su propia vida privada y organizativa.
Por algunas discusiones, podría parecer que hay
anarquistas que se oponen a cualquier clase de organización; pero en realidad
las muchas, demasiadas discusiones que tienen lugar entre nosotros sobre esta
materia, incluso viéndose obscurecidas por cuestiones de terminología o
envenenadas por las diferencias personales, básicamente son relativas a la
forma y no al principio de organización. De esta manera, ocurre que cuando los
compañeros que, a juzgar por lo que dicen, son los más obstinados oponentes de
la organización, realmente quieren hacer algo, se organizan tal como el resto,
y frecuentemente de mejor manera. El problema, repito, es enteramente un asunto
de método.
Esto es por lo cual sólo puedo simpatizar con la
iniciativa emprendida por estos compañeros rusos; porque estoy convencido de
que una organización más general, más armoniosa, más estable que cualquiera de
las intentadas por los anarquistas hasta ahora, sería ciertamente un importante
factor de fortaleza y éxito, un vehículo poderoso para la difusión de nuestras
ideas, aún si no tuviera éxito en eliminar todas las debilidades y los errores
que son, quizás, inevitables en un movimiento como el nuestro, que está
bastante avanzado a su tiempo y el cual debe, por esto, luchar en contra de la
incomprensión, de la indiferencia y, frecuentemente, de la hostilidad de la
mayoría.
La organización de los trabajadores y la organización
específica
Yo creo que es, por sobre todo, urgente y esencial
que los anarquistas alcancen acuerdo y se organicen tanto como puedan y lo
mejor que puedan, para que puedan ser capaces de influenciar la dirección que las
masas toman en su lucha por mejoras y por su emancipación.
Hoy en día, la fuerza más grande de transformación
social es el movimiento obrero (movimiento sindical) y de su dirección depende
en gran medida el curso que tomen los eventos y el objetivo a ser alcanzado por
la próxima revolución. A través de organizaciones fundadas para la defensa de
sus intereses, los obreros se han concientizado sobre la opresión que sufren y
del antagonismo que los divide de sus amos, han comenzado a desear una mejor vida,
se han acostumbrado a luchar juntos y en solidaridad, y pueden obtener esas
mejoras que son compatibles con con la continuación de un régimen capitalista y
estatal. Después, cuando el conflicto ha ido demasiado lejos como para ser
resuelto, entonces hay revolución o reacción. Los anarquistas deben estar
concientes de la utilidad y de la importancia del movimiento sindical, deben
apoyar su desarrollo y hacer de él uno de sus medios de acción, haciendo todo
lo que puedan para garantizar que, en cooperación con las otras fuerzas
progresistas existentes, éste sea un factor de la revolución social que
involucre la supresión de las clases, la total libertad, la igualdad, la paz y
la solidaridad entre los seres humanos. Pero sería una gran y fatal ilusión el
creer, como muchos creen, que el movimiento obrero por sí sólo puede, y debe,
por su propia naturaleza, conducir a tal revolución. Al contrario, todos los
movimientos fundados sobre intereses materiales y de corto alcance (y un amplio
movimiento obrero no puede ser fundado sobre otra cosa), pero que carecen de
energía, determinación, del esfuerzo combinado de hombres de ideas, que luchan
y se sacrifican por un ideal futuro, tienden inevitablemente a adaptarse a las
circunstancias; desarrollan un espíritu conservador y de miedo al cambio en
aquellos que logran obtener mejores condiciones para sí mismos, y
frecuentemente, terminan creando nuevas clases privilegiadas, y apoyando y
consolidando el sistema que uno desea demoler.
De aquí se desprende la urgente necesidad de
organizaciones puramente anarquistas, luchando desde dentro y desde fuera de
los sindicatos para alcanzar una sociedad plenamente anarquista y para
esterilizar todo germen de degeneración y reacción.
Pero resulta claro que, para alcanzar sus fines, la
organización anarquista debe estar en armonía, en su constitución y forma de
operar, con los principios del anarquismo, es decir, no debe estar de ninguna
forma contaminada por el espíritu del autoritarismo; debe ser capaz de
reconciliar la acción libre de los individuos, con la necesidad y el placer de
cooperación y ayudar a desarrollar la conciencia y la iniciativa de sus
miembros; debe ser un medio para educar en el ambiente en que operamos, y para
la preparación moral y material para el futuro que deseamos.
¿Entrega el proyecto en cuestión una respuesta a
estos requisitos?
No creo que lo haga. En mi opinión, en vez de crear
entre los anarquistas un mayor deseo de organización, pareciera haber sido
formulada para el designio expreso de reforzar el prejuicio en aquellos
camaradas que creen que la organización significa la sumisión a lideres y
pertenencia a una institución centralizada, autoritaria, que ahoga toda libre
iniciativa. Y de hecho, expresa aquellas mismas intenciones que algunos
persisten en atribuir a todos los anarquistas descritos como organizadores,
contrariamente a la verdad evidente, y pese a nuestras protestas.
¿Una o muchas organizaciones?
Veamos. Primero que nada, parece ser erróneo -y en
cualquier caso, impracticable- desear unir a todos los anarquistas en una
"Unión General", i.e. como expresa el Proyecto, en una agrupación
revolucionaria activa y única.
Nosotros los anarquistas, podemos decir que somos
todos del mismo partido, si por la palabra partido entendemos todos aquellos
que están del mismo lado, es decir, que comparten las mismas aspiraciones
generales y que, de una u otra manera, luchan por el mismo objetivo en contra
de los enemigos comunes. Pero esto no significa que sea posible -ni, quizás,
siquiera deseable- unirnos todos juntos en una misma asociación específica. Hay
demasiadas diferencias entre los lugares y las condiciones de lucha, demasiados
medios de acción posibles que prefieren unos y otros, demasiadas diferencias de
temperamento y problemas personales de incompatibilidad para que la Unión
General, si es tomada seriamente, sea, en vez de un medio de coordinación y
síntesis de las contribuciones de todos, un obstáculo a la actividad individual
y quizás, también, causa de amargos conflictos internos. ¿Cómo, por ejemplo,
podría organizarse de la misma manera y con la misma gente, una asociación
abierta de propaganda y de agitación entre las masas, y una sociedad secreta,
forzada por las condiciones políticas del país en que opera a ocultar del
enemigo sus intenciones, medios y miembros? ¿Cómo podrían los educacionistas
(1) y los revolucionarios adoptar las mismas tácticas, si los primeros creen
que el ejemplo y la propaganda son suficientes para la transformación gradual
de los individuos y, consecuentemente, de la sociedad, mientras que los últimos
están convencidos de que es necesario destruir con violencia un orden que se
basa en la violencia y crear, en contra de la violencia de los opresores, las
condiciones necesarias para la diseminación de la propaganda y de la aplicación
práctica de los ideales conquistados? ¿Y cómo se va a mantener junta a gente
que, por razones propias, no se gustan ni se respetan entre sí y que nunca
podrían ser igualmente militantes buenos y útiles para el anarquismo?
Mas aún, los autores del Proyecto (Plataforma),
declaran "inaceptable" la idea de crear una organización que pueda
reunir a los representantes de las diferentes corrientes del anarquismo. Tal
organización, ellos dicen, "incorporando elementos heterogéneos, teórica y
prácticamente, no sería más que una ensalada de individuos que ven de manera
diferente todas las cuestiones concernientes al movimiento anarquista y que,
inevitablemente, se desintegraría tan pronto como fuera puesta a prueba por la
realidad".
De acuerdo. Pero entonces, si reconocen la existencia
de anarquistas de otras tendencias, deben además aceptar el derecho que éstos,
a su vez, tienen a organizarse y a trabajar por la anarquía de la forma en que
lo estimen mejor. ¿O proclamarán la expulsión del anarquismo, la excomulgación
de todos aquellos que no aceptan su programa? Ellos dicen "querer agrupar
en una única organización a todos los elementos saludables del movimiento
libertario"; y naturalmente, tenderán a juzgar como saludables sólo a
aquellos que piensen como ellos. ¿Pero qué harán con los elementos no
saludables?
Ciertamente, hay en el anarquismo, como en toda
comunidad humana, elementos de diferente cualidad y, lo que es peor, hay
quienes, en nombre de la anarquía, circulan ideas que tienen una extremadamente
dudosa afinidad con el anarquismo. ¿Pero cómo evitar esto? La verdad anárquica
no puede ni debe convertirse en el monopolio de un individuo o comité, ni puede
depender de las decisiones de mayorías reales o imaginarias. Es sólo necesario
-y esto es suficiente- que a todos les sea permitida la más grande libertad de
crítica, y que cada persona sea capaz de mantener sus propias ideas y escoger a
sus propios camaradas. A fin de cuentas, sólo el tiempo dirá quien está en lo
correcto.
El anarquismo y la responsabilidad colectiva
Abandonemos, entonces, la idea de agrupar a todos los
anarquistas en una sola organización, y consideremos a la Unión General que los
rusos nos proponen como lo que realmente es, i.e. la Unión de una fracción de
anarquistas; y veamos si la forma de organización propuesta se conforma a los
principios y métodos anarquistas y si puede, consecuentemente, contribuir al
triunfo de la Anarquía.
Nuevamente, me parece que no.
No dudo en la sinceridad de las proposiciones
anarquistas de estos camaradas rusos: ellos quieren lograr el comunismo
anárquico y están buscando la forma más rápida para que ello ocurra. Pero no es
suficiente querer algo: es también necesario adoptar los medios correctos, tal
como cuando se quiere ir a algún lugar es necesario seguir el camino correcto,
de otra forma, se terminaría en otro lugar. Del mismo modo, lejos de facilitar
el logro del comunismo anárquico, su organización, siendo típicamente
autoritaria, no puede sino distorsionar el espíritu del anarquismo y llevar a
consecuencias bastante diferentes de las que se pretendían.
De hecho, la Unión General consistiría de varias
organizaciones parciales, con sus secretarios, que dirigirían ideológicamente
su actividad política y técnica; y para coordinar la actividad de todos los
miembros de la organización, habría un Comité Ejecutivo de la Unión, encargado
de llevar a cabo las decisiones tomadas por la Unión y de "conducir
ideológica y organizacionalmente a las agrupaciones en conformidad con la
ideología y la política táctica general de la Unión".
¿Es esto anarquista? En mi opinión, esto es un
gobierno y una iglesia. Es cierto que no hay policía ni bayonetas, como tampoco
hay discípulos fieles listos a aceptar la ideología dictada, pero esto sólo
significa que su gobierno sería impotente e imposible, y que su iglesia sería
un criadero de divisiones y herejías. Su espíritu, su tendencia, sigue siendo
autoritaria y sus efectos educativos serán siempre anti-anarquistas.
Júzguese si esto es incorrecto.
"El órgano ejecutivo del movimiento libertario
general -la Unión Anarquista- introduce en sus filas el principio de
responsabilidad colectiva; toda la Unión será responsable de la actividad
revolucionaria y política de sus miembros; y cada miembro será responsible de
la actividad política y revolucionaria de la Unión".
Y posteriormente a esto, que es la más completa
negación de la independencia y acción individual, los autores, recordando que
son anarquistas, se describen como federalistas y truenan en contra de la
centralización, "cuyo inevitable resultado", dicen, "es la
esclavitud y la mecanización de la vida social y de la vida de la
organización".
Pero, si la Unión es responsible de lo que cada
miembro hace, ¿cómo puede garantizar a los miembros individuales y a los
diferentes grupos la libertad para aplicar el programa común en la forma que
crean mejor? ¿cómo se puede ser responsable por un acto que uno no tiene la
posibilidad de prevenir? Luego, la Unión, y mediante ella, el Comité Ejecutivo,
deben supervisar las actividades de los miembros individuales y ordenarles qué
hacer y qué no hacer; y ya que la desaprobación posterior a los eventos no
puede compensar la responsabilidad previamente aceptada, nadie sería capaz de
hacer nada antes de obtener la aprobación y el consentimiento del comité. Por
lo cual, ¿puede un individuo aceptar responsabilidad por las acciones de una
organización antes de saber qué es lo que ésta va a hacer y si no es capaz de
prevenirla de hacer algo a lo que éste se opone ?
Más aún, los autores de la Plataforma dicen que es la
"Unión" la cual establece su voluntad y dispone. Pero cuando se hace
mención a la voluntad de la Unión, ¿significa esto, quizás, la voluntad de
todos sus miembros? En tal caso, para que la Unión sea capaz de operar sería
necesario que todos, en todo momento y en todos los asuntos, tuvieran la misma
opinión . Ahora bien, si es natural que todos acuerden principios generales y
básicos, ya que de otra manera no podría estar o permanecer unidos, es
inconcebible que todos esos seres pensantes puedan, todo el tiempo, ser de la
misma opinión sobre qué hacer ante cada circunstancia y sobre la elección de
gente para ocupar los cargos ejecutivos.
El anarquismo y el principio de mayoría
En realidad -como el texto de la Plataforma
demuestra-, la voluntad de la Unión sólo puede significar la voluntad de la
mayoría, expresada por medio de congresos, que nominan y controlan al Comité
Ejecutivo y deciden sobre todas las cuestiones importantes. Naturalmente, los
congresos estarán compuestos de representantes elegidos por mayoría en los
grupos afiliados, y estos representantes decidirán qué hacer, nuevamente, por
mayoría de votos. Así, en la mejor de las hipótesis, las decisiones serían
tomadas por la mayoría de la mayoría, que podrían bien, especialmente cuando
hay más de dos opiniones divergentes, representar no más que a una minoría.
Debe también notarse que, dadas las condiciones en
que los anarquistas viven y actúan, sus congresos son aún menos propiamente
representativos que los parlamentos burgueses, y su control sobre el ejecutivo,
de tener éste poderes autoritarios, podría ser oportuno y efectivo sólo con
grandes dificultades. En la práctica, aquellos que van a congresos anarquistas
son aquellos capaces de hacerlo, aquellos con dinero y aquellos que no son
detenidos por la policía; aquellos que no representan más que a sí mismos o a
un pequeño número de amigos, así como aquellos que representan realmente las
visiones y deseos de una gran comunidad. Y tomando las precauciones hechas en
contra de los traidores y espías, de hecho, por estas mismas precauciones
necesarias, un exámen serio de los mandatosy de su validez es imposible .
De cualquier modo, este es un auténtico sistema de
mayoría, uno completamente parlamentario.
Es sabido que los anarquistas no aceptan el gobierno
de las mayorías (democracia), ni tampoco aceptan el gobierno de unos pocos
(aristocracia, oligarquía, ni dictadura de clase o partido), ni el gobierno de
uno (autocracia, monarquía o dictadura personal).
Los anarquistas han hecho innumerables críticas al
así llamado gobierno de mayorías, el cual, es más, siempre lleva en la práctica
a la dominación de una pequeña minoría.
¿Es necesario hacerlo nuevamente para beneficio de
nuestros camaradas rusos? Ciertamente, los anarquistas reconocen que en la vida
en comunidad, es frecuentemente esencial para la minoría, aceptar las visiones
de la mayoría. Cuando hay necesidad o es de clara utilidad para hacer algo, y a
fin de hacerlo, es necesaria la cooperación de todos, por lo que la minoría
debe percatarse de que hay que adaptarse al deseo de los más. Y, en general,
para vivir juntos pacíficamente, y en igual pie, es necesario que todo el mundo
sea ameno, tolerante y flexible. Pero esta adaptación de unos a otros debe ser
recíproca y voluntaria, y debe proceder de la conciencia de su necesidad y de
la disposición de cada persona a no paralizar la vida social mediante la
hostilidad; y no debe ser impuesto como principio o por norma estatutaria. Y
este es un ideal el cual, quizás, en la vida social práctica será difícilmente
alcanzable en su completitud, pero es cierto que en todo grupo humano, mientras
más libre y espontáneo sea el acuerdo entre minoría y mayoría, más libre es de
cualquier formulación que no provenga de la naturaleza de las cosas, lo que es
más cercano a la anarquía.
Entonces, si los anarquistas niegan el derecho de la
mayoría a gobernar la sociedad humana en general, cuando el individuo se vea
forzado a aceptar ciertas restricciones, porque no puede aislarse sin renunciar
a las condiciones de la vida humana, y si quieren que todo sea hecho mediante
el libre acuerdo de todos, ¿cómo es que podrían adoptar la idea del gobierno de
mayorías en sus asociaciones esencialmente libres y voluntarias, y comenzar a
declarar que las decisiones de la mayoría deben ser aceptadas, antes incluso de
ser conocidas?
Es comprensible que quienes no son anarquistas crean
que la anarquía, es decir, la libre organización sin la dominación de la
mayoría ni vice versa, sea una utopía imposible o que sólo sea posible en un
futuro remoto; pero es inconcebible que aquellos que profesan ideas anarquistas
y quieran alcanzar la anarquía, o al menos dirigirse seriamente en esa
dirección, ahora antes que mañana, repudien los principios fundamentales del
anarquismo a través del mismo método que proponen para garantizar su éxito.
Las bases de la organización anarquista
Una organización anarquista debe fundarse, en mi
opinión, sobre bases muy diferentes a las propuestas por los compañeros rusos.
Plena autonomía, plena independencia y, consecuentemente, plena responsabilidad
de los individuos y del grupo; libre acuerdo entre aquellos que piensan útil
unirse y cooperar para alcanzar el objetivo común; deber moral de apoyar las
campañas emprendidas y no hacer nada que vaya en contra del programa aceptado.
Sobre estas bases luego se construye el marco práctico, adaptado para traer
vida real a la organización. Y luego, los grupos, federaciones de grupos,
federaciones de federaciones de federaciones, los encuentros, los congresos,
los comités encargados del enlace, etc. Pero todo esto debe ser hecho
libremente para así no obstruir el pensamiento y la iniciativa de los
individuos, y sólo a fin de dar más peso a campañas que, si son aisladas, serían
imposibles o ineficaces.
De esta manera, los congresos de una organización
anarquista, si bien sufrirían en cuanto cuerpos representativos de todas las
imperfecciones que ya he mencionado, estarán libres de cualquier resabio de
autoritarismo, porque no harían leyes, ni impondrían sus decisiones sobre
otros. Servirían para sostener e incrementar los contactos personales entre los
camaradas más activos, para comparar y estimular los estudios programáticos
sobre las formas y los medios de llevar adelante la acción, para informar sobre
la situación en las diferentes regiones y sobre las acciones más urgentes que
se deben realizar en cada área, para formular las variadas opiniones
actualmente sostenidas por los anarquistas, y llevar a cabo una estadística de ellas
-sin ser sus decisiones obligatorias, sino sólo sugerencias, advertencias,
propuestas para plantear a todos los involucrados, y no compromisos, excepto,
para aquellos que los acepten. Los órganos administrativos que sean nominados
-Comité de Enlace, etc.- no tienen poderes ejecutivos, sólo realizan
iniciativas de parte de quienes las desean y aprueban, y no tienen derecho a
imponer su visión; ciertamente, podrán sostenerlas y difundirlas como cualquier
grupo de compañeros, pero no podrán presentarlas como la linea oficial de la
organización . Ellos publicarían las resoluciones de los congresos y las
visiones y propuestas comunicadas a ellos por los grupos e individualidades; y
ayudarían, para quienes lo deseen, a facilitar las relaciones entre los grupos
y la cooperación entre todos aquellos que estén de acuerdo en diversos asuntos:
cada persona es libre de hacer contacto directo con quien quiera, o de hacer
uso de otros comités nominados por grupos especiales.
En una organización anarquista, los miembros
individuales pueden expresar cualquier opinión, o adoptar cualquier táctica que
no contradiga los principios aceptados y que no dañen la actividad de otras personas.
En cada caso, la organización dada dura por el tiempo en el cual las razones
para la unidad son más que las razones para el disenso. De otra manera, se
disuelve y sustituye por otros grupos más homogéneos.
Por supuesto, la duración, la permanencia de una
organización, condiciona su éxito en la larga batalla que debemos luchar, pero
es además natural para cualquier institución aspirar, instintivamente, a una
vida indefinida. Pero la duración de una organización libertaria debe ser la
consecuencia de la afinidad espiritual de sus miembros y de la adaptabilidad de
su constitución a las circunstancias en continuo cambio. Donde ésta ya no es
más capaz de cumplir una misión útil, es mejor que muera.
Conclusión
Aquellos compañeros rusos, quizás, encontrarán
ineficaces a las organizaciones como yo las concibo y similares a las que hay.
Los entiendo. Estos compañeros están obsesionados por el éxito que los
Bolcheviques han tenido en su propio país, y quisieran, a la manera de los
Bolcheviques, unir a los anarquistas en una especie de ejército disciplinado,
el cual, bajo la dirección ideológica y práctica de unos pocos lideres, marche
compacta al asalto del presente régimen y, entonces, alcanzada la victoria
material, presida la constitución de la nueva sociedad. Y quizás sea cierto que
bajo este sistema, siempre que los anarquistas lo acepten, y que los lideres
sean hombres de genio, nuestra eficiencia material sería enorme. ¿Pero con qué
resultado? ¿No ocurriría con el anarquismo lo que ha ocurrido en Rusia con el
socialismo y el comunismo?
Estos camaradas están ansiosos de ver la victoria, al
igual que nosotros; pero para vivir y lograr la victoria no es necesario
renunciar a las mismísimas razones que nos dan vida y distorsionar el carácter
de la eventual victoria. Queremos luchar y triunfar, pero como anarquistas -por
la anarquía.