miércoles, 18 de julio de 2012

Impulso de Nucleos Anarquistas en los Movimientos de Trabajadores Desocupados en Argentina (años 90-actualidad)


A continuación 2 artículos extraídos para la sección. de este tema El primero responde a extractos del trabajo de Mariano Pacheco del MTD de Almirante Brown “Del piquete al movimiento Parte 1: De los orígenes al 20 de diciembre de 2001”, Cuadernos de la FISYP, Enero 2004 que menciona a nivel general la génesis del movimiento desocupado en Argentina. La segunda parte “El Anarquismo en los Movimientos de Desocupados” corresponde a una producción de Emilio Crisi y apunta a describir la acción e impulso de los anarquistas en el movimiento de desocupados, de hace 10 años a la actualidad.



“Del piquete al movimiento”
 Por Mariano Pacheco
Los primeros cortes en el interior del país
En junio de 1996 se produce un hecho de vital importancia para el futuro de Argentina. En Cutral-Co, un pueblo petrolero de la provincia de Neuquén, devastado por las políticas neoliberales iniciadas por la Dictadura Militar (1976-1983) y profundizadas durante el gobierno de Carlos Saúl Menem, se produce lo que podríamos denominar «el primer piquete».
El piquete es una herramienta de lucha utilizada por los trabajadores desde hace más de un siglo. Históricamente apelaban a ella en las huelgas, cuando los patrones intentaban quebrarlas y quebrar la voluntad de los trabajadores recurriendo a «carneros» para que «cubrieran» la actividad suspendida por los trabajadores en protesta y garantizaran la continuidad de la producción. Cuando esto sucedía se instalaba el piquete en el acceso los lugares de trabajo, para que nadie ingresara, buscando garantizar de este modo los objetivos de la lucha.
En cambio, en la provincia sureña recurrir al piquete no buscó garantizar los objetivos de una acción orientada a interferir en la producción y presionar a la burguesía retaceando la fuerza de trabajo. El piquete de Cutral-Có, por el contrario, tuvo como eje principal la exigencia de trabajo.
Producto de la derrota de las experiencias revolucionarias de la década del 70, nuestro país se vio sometido a un modelo económico, político, social y cultural que se desarrollaba desestructurando las bases de la matriz industrial y del Estado de bien-estar y, paralelamente, los derechos esenciales de los trabajadores. Con el proceso privatizador millones de argentinos quedaron sumergidos en la miseria. El hambre y la imposibilidad de cubrir las necesidades básicas dejaron de considerarse como un mal pasajero. Ya no funcionaba el concepto clásico de ejército industrial de reserva. Estábamos ante una nueva realidad, ante un problema estructural.
Así, en el piquete de Cutral-Co aparece en la escena pública la figura del desocupado. Este piquete es bien distinto al piquete histórico, aunque en algún sentido lo recupera y reformula como suele hacer el pueblo con las mejores tradiciones de lucha. Es distinto, en primer término, por su composición social: si bien la mayoría de los que ocuparon la ruta en junio de 1996 habían trabajado en YPF, ya no lo hacían. Además, habían salido a pelear con sus mujeres e hijos, con lo cual el núcleo familiar asumía el compromiso en la lucha. En segundo término el lugar donde se desarrolla el conflicto ya no es el mismo: no es la puerta de la fábrica en cuyas entrañas se producen las riquezas. Ahora el ámbito del piquete es la ruta, lugar a través del cual esas riquezas circulan. Este último resulta ser un dato esencial porque la ruta, en la mayoría de los primeros piquetes, está cercana al poblado donde residen los que protagonizan la protesta, es más: es su única vía de comunicación con el resto del país y el mundo, por lo tanto, el «territorio» comenzará a delinearse como escenario de los conflictos y a adquirir una nueva significación. Finalmente, y como señalamos, otro rasgo distintivo de estas luchas será el reclamo que motoriza la medida: la exigencia de trabajo.
Estos aspectos singulares, puestos de manifiesto en el conflicto (base social, escenario, eje reivindicativo, metodología de lucha), junto con la intransigencia ante las autoridades, y la incipiente forma organizativa adoptada espontáneamente al calor del mismo conflicto (asambleas abiertas sobre la ruta que ejercían la democracia directa, que elegían delegados o voceros con mandato revocable para tareas puntuales), son de fundamental importancia a la hora de analizar las primeras experiencias de los piqueteros.
Otro componente que Cutral-Co puso en evidencia fue la decisión férrea de resistir a las fuerzas de seguridad (en este caso a la Gendarmería). Tanto en Neuquén como en el resto de las provincias que fueron escenario de los primeros cortes, fue de vital importancia el hecho de que, por un lado, fuese todo un pueblo el que se decidiera a la lucha, y por el otro, el papel jugado por esas personas en su mayoría jóvenes que pasaban la noche junto a los neumáticos encendidos, con sus rostros cubiertos por pañuelos y que ante el avance de las fuerzas represivas arrojaban piedras –a mano o con gomeras- y armaban barricadas. Esos grupos cobraban un verdadero protagonismo a la hora de ir retrasando a las fuerzas represivas en su avance, permitiendo que los grupos que se disponían a resistir pudieran reagruparse después de las primeras corridas y sobre todo, llevando a la Gendarmería hacia terreno desconocido, es decir, al territorio de quienes realizaban la protesta: los barrios pobres más cercanos a la ruta.
Vale destacar que la masividad y la legitimidad del reclamo muchas veces no eran motivo suficiente para que éste fuera tomado en cuenta. Sólo después de instancias de confrontación con las fuerzas represivas, los medios masivos de comunicación se dignaban informar sobre el conflicto, lo que obligaba al gobierno a dar una respuesta.
Estas serán características constantes en los primeros piquetes, todos en el interior del país: Neuquén, Córdoba, Salta, Jujuy, Tucumán.
Otra característica compartida por estos primeros cortes es que ninguno fue convocado por alguna organización y/o institución: ninguna iglesia, ningún sindicato, ningún partido político. No es un dato menor, ya que refleja una crítica lúcida por parte del pueblo: las iglesias, los sindicatos y los partidos (con escasas y honrosas excepciones) han sido corresponsables de la situación de injusticia.
A partir del segundo «Cutralcazo», el 12 de abril de 1997, donde es asesinada Teresa Rodríguez, el piquete comienza a extenderse a lo largo y a lo ancho del país, y aunque sin conexión entre sí, las luchas comenzarán a compartir las características que señalamos. También es importante señalar que a partir de estas experiencias surgen los planes de asistencia social para desocupados (como el Plan Trabajar), concebidos como parte de una estrategia del Estado para responder al fenómeno del desempleo estructural y a la protesta social. Los planes del gobierno fueron fruto directo de esas luchas. Sin ellas no se habría implementado ningún tipo de plan social. Pero no por ello debemos dejar de reconocer los límites de aquellas experiencias fundacionales. Lo espontáneo fue una de las constantes del periodo y la cooptación estatal, la otra. Ambas, por cierto, imposibilitaron el desarrollo de una experiencia de organización popular en esos lugares. Sin embargo, aquello ideado por el Estado para contener el conflicto social, fue la chispa que encendió el polvorín.

Los primeros pasos hacia la organización
El primero de Mayo de 1996, la mayoría de los partidos de la izquierda tradicional argentina realizaba un acto poco concurrido como casi siempre, en un costado de la Plaza de Mayo. Simultáneamente en otro costado de la Plaza se instalaba un camión que horas más tarde ofició como palco para los organizadores de otra movilización que asumía el día de los trabajadores desde una concepción que distaba del ritual monótono de las efemérides, tan típico de la izquierda que huele a naftalina.
Como en otros tiempos, desde las barriadas populares, abigarrados contingentes se arrimaban a la Capital. Era el pobrerío. Algunos portaban rústicas pancartas hechas a mano, escritas con fibrón. Por trabajo y dignidad, ni un paso atrás, podía leerse en algunas de ellas. Otros cuatro carteles, colgados del cuello de los pibes que marchaban al frente, agarrándose de las manos, formaban la siguiente frase: Es preferible / morir de pie / y peleando / que de rodillas y de hambre.  Una bandera Argentina encabezaba la columna. Llevaba una inscripción estampada en aerosol negro: Movimiento de Trabajadores Desocupados.
Sin embargo el MTD no era una organización única, ni siquiera un «movimiento» en los términos más clásicos. En los hechos era un conjunto heterogéneo de comisiones barriales que, sin vínculos entre sí, se habían ido desarrollando con el objetivo de agrupar a los desocupados.
“Llegar a esta plaza y estar hablando aquí arriba (...) se nos hizo muy difícil. Porque no estamos aquí para engañar, no estamos para transar, no estamos para traicionar, no estamos para claudicar, estamos aquí para confrontar. Hoy, cuando la miseria y el hambre acosan a nuestras familias, es necesario reflexionar sobre quiénes son los responsables de esta canallada, y no tenemos dudas compañeros, los responsables son quienes sostienen a este inhumano sistema capitalista. Y nos pusimos de pie siguiendo el camino que nos marcó el santiagazo, la resistencia de los trabajadores jujeños, las movilizaciones de los desocupados de Neuquen, la confrontación en defensa de la educación pública de los estudiantes de La Plata, los enfrentamientos de los metalúrgicos de Ushuaia, y las puebladas de Ezeiza y Dolores. Y poner todo nuestro esfuerzo para que el MTD sea una organización distinta, pluralista, democrática y capaz de irradiar a todos los sectores el espíritu de lucha que hoy nos anima”, expresó Lili de La Matanza en ese encendido discurso que expresaba a tantas mujeres allí presentes.
En el mismo mes, en La Matanza, Juan Carlos Alderete lideraba una olla popular instalada en la plaza de San Justo, exigiendo al municipio ayuda alimentaria. El 24 de mayo la negociación culminó favorablemente para los acampados.
En junio de 1997, el Movimiento de Trabajadores Desocupados Teresa Rodríguez, que acababa de conformarse, con base en Mar del Plata y Florencio Varela, realiza una serie de movilizaciones en esta última localidad del Gran Buenos Aires y un corte de ruta en la primera. Son las primeras experiencias piqueteras en la provincia de Buenos Aires que conquistan planes sociales, otorgados por el gobierno provincial.
En julio, el entonces Movimiento de Desocupados que posteriormente tomara el nombre de Desocupados de la Corriente Clasista y Combativa (CCC), realiza un corte de ruta en La Matanza y al mes siguiente obtiene los primeros 70 planes «Barrios Bonaerenses». Es en esa época que el Movimiento Independiente de Jubilados y Pensionados (MIJP, actual MIJD), liderado por Raúl Castells, toma contacto y comienza a estrechar vínculos con el grupo inicial de la CCC matancera.
El mismo mes, también en el partido de La Matanza, un grupo de vecinos del barrio El Tambo y otros barrios cercanos a éste, ocupan por 24 días la Parroquia del Sagrado Corazón. Los encabezaba Luis D’Elía. Pero lo que interesa destacar de esta última acción es que en su desarrollo se estableció un contacto con los desocupados que posteriormente se conformó como CCC.
Recién en noviembre de 1997 se produce el verdadero punto de inflexión en la historia del movimiento piquetero. El MTD Teresa Rodríguez realiza cuatro cortes de ruta en forma simultánea y con permanencia por más de un día. Florencio Varela, San Francisco Solano (partido de Quilmes), Hurlingham y Mar del Plata, son las localidades donde el movimiento se desarrolla y son ésos los cuatro focos de conflicto.
A diferencia del año anterior, durante el cual las luchas de los desocupados de Buenos Aires giraron en torno a ollas populares y movilizaciones que reclamaban tarifa social, boleto gratuito y subsidio para el desocupado, el MTD Teresa Rodríguez introduce, como nadie lo había hecho hasta el momento, la metodología del piquete y la exigencia de otorgamiento de planes sociales ya existentes manejados por el gobierno, como lo eran entonces el Plan Barrios Bonaerenses en la provincia de Buenos Aires y el Plan Trabajar a nivel nacional.
El Teresa Rodríguez fue el sector que con más profundidad supo apreciar la experiencia del último año, y favoreció con su accionar el traslado del eje del conflicto del Interior al Gran Buenos Aires. Esos cortes de ruta expresaron un salto cualitativo en la lucha de los desocupados. El piquete ya no era la respuesta espontánea de una población, sino la de hombres y mujeres nucleados en una organización. Además de convocar desde una organización, de concebir al piquete como metodología de lucha y de la exigencia de planes como eje reivindicativo, otro elemento que introduce el MTD Teresa Rodríguez que, entendemos, es el aspecto mas importante del salto cualitativo, es la consigna que se asume como movimiento: Trabajo, Dignidad y Cambio Social.
Si hasta ese momento las puebladas y piquetes del interior habían sentado las bases para el desarrollo de la acción directa como forma de acceder a las negociaciones con el poder político y conquistar reivindicaciones inmediatas; de la democracia asamblearia como forma de plasmar la participación masiva, involucrando a todos los participantes en las decisiones del conflicto; si hasta ese momento estas experiencias habían logrado instalar en el centro de la escena nacional el problema de la falta de trabajo; si lograron devolverle a la política argentina la importancia del protagonismo de los que ponen el cuerpo y consiguieron que la lucha dejara de ser un sinónimo de derrota y pasara a ser antesala de victoria; si el piquete gestó todo esto y posibilitó el surgimiento de expresiones organizadas, es a partir de estas experiencias que la lucha encuentra una continuidad y la posibilidad de comenzar a construir un camino que se proyecte a nivel nacional.

Aprendizajes
Tanto los sindicatos como los partidos de izquierda, los sociólogos y otras especies eran reacios a concebir una recomposición del campo popular desde «tan abajo», desde lo que consideraban campo de la decadencia absoluta y del lumpenaje. Los cuestionamientos a los militantes populares que intentaban construir una política desde la dinámica social eran los habituales en esa etapa: que eran grupos marginales, que sin el aparato no se podía comenzar a construir un proyecto, que el partido clásico seguía siendo la herramienta más adecuada para representar los intereses de la clase; que terminarían en un radicalismo pequeño burgués y en aventurerismos que provocarían la reacción.
Por lo antedicho sostenemos que el camino transitado fue del piquete al movimiento.
Sin los piquetes del interior, sin todo el recorrido realizado por nuestro pueblo en forma espontánea y precaria, no hubiera podido surgir el movimiento. Esas experiencias permitieron sistematizar los aprendizajes que dejaban aquellas primeras luchas espontáneas. De ellas se extrajeron conclusiones, se revisó lo bueno y lo malo y, sobre todo, se asumieron los «límites» de toda acción de masas que logra obtener conquistas inmediatas pero que no se articula con un cuestionamiento de fondo al orden social vigente, causante de los males que provocaron la situación de necesidad. Asimismo permitieron reconocer que cuando las luchas espontáneas logran solucionar un problema del momento pero no favorecen el desarrollo de organizaciones sólidas y perdurables que libren nuevas luchas, que obtengan nuevas y mejores conquistas y sobre todo, que generen la posibilidad de construir una alternativa de liberación, el sistema logra con facilidad cooptar o anular esas experiencias y el poder de los sectores dominantes se mantiene incólume.

Los primeros piqueteros, los autónomos
Los primeros piquetes fueron motorizados por la necesidad extrema de pueblos enteros. Necesidad extendida en nuestro país y que permitió que la experiencia de Cutral-Co fuera fácilmente trasladable. Pero esta capacidad de traslado no redundó en unidad y coordinación de las luchas. Por lo tanto, desde el inicio, la experiencia de los piqueteros estuvo signada por la fragmentación y la heterogeneidad más allá de los rasgos comunes señalados. La dispersión fue casi una característica constitutiva del movimiento. ¿Por qué el desarrollo de organizaciones no derivó en la conformación de un único movimiento? Parte de la respuesta a este interrogante se vincula al perfil político - ideológico de los primeros núcleos militantes.
Cuando hablamos de las experiencias iniciales y nos referimos al carácter autónomo de los grupos que las protagonizaron, no nos estamos refiriendo a la actualmente denominada «corriente autónoma». Los primeros núcleos militantes eran independientes de los partidos políticos tradicionales, incluyendo los de izquierda, claro está; de los sindicatos, incluidos los autodenominados clasistas y también los progresistas o reformistas; de las Iglesias, en tanto estructuras y de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG).
En el primer intento de organización de los trabajadores desocupados, los grupos que participaron del acto del Primero de Mayo de 1996, podemos encontrar una multiplicidad de identidades políticas. (Vale aclarar que nos referimos exclusivamente, a las experiencias de la provincia de Buenos Aires. No mencionamos al MTD de Chaco ni a la UTD de Salta, protagonistas indiscutidos de las primeras experiencias de organización en el interior del país. Por un lado, grupos como el de La Matanza, con Toti Flores como referente, que venía del trotskismo, más específicamente del Movimiento Al Socialismo (MAS). En el mismo MTD podíamos encontrar a curas como Alfredo, de San Francisco Solano, acompañados de catequistas y militantes cristianos en su mayoría jóvenes, provenientes del grupo mas afín a Agustín Ramírez 2 vinculado a las Comunidades Eclesiales de Base (CEB), con fuerte desarrollo durante la década del 80 y que estuvieron relacionadas con las tomas de tierra, experiencia muy importante en el sur del conurbano y respaldadas por la Diócesis de Quilmes, encabezada por el obispo Jorge Novak. También en la zona Sur, en Quilmes y en Avellaneda, un grupo de militantes provenientes de la experiencia del peronismo revolucionario, en su gran mayoría de la agrupación Descamisados, habían conformado, por el año 93, una organización política: el Movimiento la Patria Vencerá (MPV). Como vemos, las concepciones y prácticas de las que provenían estos primeros grupos, poco tenían en común.
Asimismo está la experiencia del MTD Teresa Rodríguez, surgido formalmente en junio de 1997. Si bien ésa es la fecha de su aparición pública, los dos grupos que le dieron origen traían consigo una experiencia de militancia previa: por un lado el grupo de Florencio Varela, los Centros de Estudios de los Trabajadores (CET), integrado por compañeros como Roberto Martino, con una trayectoria importante de militancia barrial en la zona, e incluso con experiencia militante en los 70 en el seno del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Por otro lado estaba el grupo de Mar del Plata, que provenía de la Juventud Guevarista de aquella zona. De la fusión de estas dos experiencias surgió el Movimiento Guevarista, una organización política de orientación marxista-leninista, que se proponía desarrollar herramientas de organización de masas «orientadas a elevar el nivel de conciencia y de enfrentamiento de la clase obrera contra el régimen burgués». Desde esta concepción cobraba importancia el desarrollo del movimiento de trabajadores desocupados en las barriadas populares, como forma de comenzar a organizar sectores de «la clase» con potencialidad de cara a la confrontación.
En cambio, el tercer grupo sumado al MTD Teresa Rodríguez nada tenía que ver con estas experiencias de la izquierda revolucionaria. Por el contrario, el origen del MTD Teresa Rodríguez en Solano es un grupo de catequistas y vecinos vinculados a la parroquia Nuestra Señora de las Lagrimas, cuyo sacerdote, Alberto Spagnolo, era un joven recién llegado a la zona, sin experiencia de militancia anterior, pero con una profunda sensibilidad social y una formación basada en los últimos coletazos de la Teología de la Liberación.
Como podemos ver, lo único en común que tenían los distintos grupos que dieron origen al movimiento piquetero, es la base social y la definición política por la negativa, es decir, la coincidencia en el rotundo rechazo a las estructuras partidarias, sindicales, y eclesiales.
Esta heterogeneidad seguirá incrementándose ininterrumpidamente. Otro sector que tempranamente optó por la tarea de organizar a este actor social, es el representado en las Comisiones de Trabajadores Desocupados, con base en La Plata y La Matanza y posteriormente en Lanús y Quilmes. Estamos hablando del grupo de militantes pertenecientes al entonces Movimiento Popular de Unidad Quebracho (MPU-Q), aparecido durante el primer gobierno menemista, de fuerte composición universitaria y de sectores medios, que con el tiempo tomó un perfil distinto debido, en parte, a la incorporación de jóvenes provenientes de la clase media baja y los sectores populares. El MPU-Q, surgido de militantes provenientes principalmente de la Juventud Intransigente de La Plata, se fusionó con el tiempo con otros pequeños grupos, entre los cuales figuraban las agrupaciones Nueve de Julio, General San Martín y Peronismo que Resiste.
Algunas de estas agrupaciones contaban con la participación de viejos militantes que participaron de las experiencias revolucionarias de los 70, en el peronismo, pero también en la izquierda guevarista, y conformaron el Movimiento Patriótico Revolucionario Quebracho. Así conformado, el MPR-Q, se encuadró en el nacionalismo popular revolucionario y cambió sus tácticas de enfrentamiento callejero por la puesta en marcha de un trabajo de organización barrial, creando las comisiones como frentes de masas de la organización.


“El Anarquismo en los Movimientos de Desocupados”
 Por Emilio Crisi
Actualidad de las organizaciones
No todos los impulsos en el armado de organización de desocupados han  provenido de sectores autonomistas, cristianos, peronistas o marxistas. Desde los albores de las puebladas piqueteras en Argentina se puede destacar el desarrollo de movimientos sociales generados e impulsados por la militancia anarquista. Una docena de esos movimientos sociales notoriamente persisten en la actualidad y en algunos casos se encuentran en franco crecimiento. Tal es así que podemos estimar una participación de más de 2500 familias en dichas experiencias. Sin embargo la importancia del caso no se debe meramente al número -nada desestimable- de militancia en los movimientos sino mas bien en el trabajo formativo y multiplicador que se esta llevando a cabo en estos ensayos cotidianos de nuevas formas de sociabilidad revolucionaria.
En la mayoría de estas experiencias pudimos observar que si bien las mismas no se reconocen -ni pretenden reconocerse- como organizaciones anarquistas o practicantes de principios del anarquismo, las mismas llevan adelante a pleno –no sin grandes dificultades- principios y lineamientos políticos y éticos de notada base libertaria. Sin embargo las diferentes expresiones se reconocen como organizaciones populares abiertas, amplias y pluralistas.
Algunos ejemplos de la marcada concepción libertaria en sus principios pueden verse a través de la vida pública que llevan las mismas.
Un principio como la Acción Directa –tan pregonado por el anarquismo de principios de siglo- para conseguir los objetivos planteados por las organizaciones es puesto en práctica de forma evidente. Se piensa a la Acción Directa como una forma de salir a dar lucha y posicionarse -la organización entera sin intermediarios- públicamente sobre una definición emanada de la decisión en asambleas de base. Una de esas decisiones es empujada por la necesidad misma de los integrantes de la organización como ser la falta de trabajo y la exclusión. De esta forma el movimiento social sale públicamente a través del piquete y la movilización a intentar recuperar recursos que el Estado o las empresas se arrogan el derecho político y económico de administrar, capitalizar y generar ganancias. Así se planteó en una entrevista a la Federación de Organizaciones de Base que realizó ALB Noticias: “Parte del proceso de construcción de poder popular lo vemos directamente relacionado con la lucha y la acción directa nuestra en las calles y rutas de aquí. El plantarnos como movimientos populares y exigir a Estados y privados que se nos tenga en cuenta a la vez que vamos empoderándonos con recursos y experiencia organizativa para crecer y así golpear más fuerte.”[1]
En este sentido las organizaciones territoriales con impulso de militancia libertaria que salen y han salido a la calle en los últimos 10 años han podido aparecer en la escena y generar hechos políticos significativos en su lucha paulatina  por reivindicaciones. “No lo dicen, pero presumen que la política es una herramienta para cambiar la opresiva y angustiante realidad de esos barrios donde la carencia es la ley imperante. Hijos desencantados del piquete, reniegan tanto de la dádiva gubernamental como de la dirigencia social funcional al clientelismo. Y mientras aprenden a organizarse, idean y experimentan nuevas formas de reclamo y gestión. Por ejemplo, ayer a la mañana cortaron la avenida Belgrano junto al Monumento (a la Bandera) para reclamar "trabajo, pero no planes sociales", y decoraron la protesta con fotos que retrataban la miseria de sus barrios y también sus logros colectivos.”[2]
Además de los cortes a un símbolo del Estado como el Monumento a la Bandera, las organizaciones de desocupados han realizado medidas de fuerza de renombre y de magnitudes regionales: cortando rutas provinciales, nacionales, autopistas; movilizándose a los ingresos de shoppings,  supermercados, y trasnacionales; haciendo intervenciones como por ejemplo la Final de la Copa Mundial de Jockey Femenino en Rosario; participando en fechas internacionales de lucha social como el día de la No Violencia contra la Mujer o el 1° de Mayo. Hasta se llegó a realizar un acampe histórico junto a otras organizaciones en la avenida mas importante de Argentina en Buenos Aires: la 9 de Julio. “Sentado en medio de la 9 de julio con las piernas estiradas, descansando justo debajo de un semáforo que pasa en vano del verde al amarillo y después al rojo, Gabriel Ávila (27) cuenta que está cortando el tránsito de la avenida más ancha del mundo por un motivo simple pero a la vez complejo: "Necesito un trabajo digno. Me cansé de trabajar por 150 pesos. Puedo dar más que lo que me piden en los planes sociales. Con las cooperativas me entusiasmé, pero en Merlo, donde vivo, si no estás con el intendente no existís, sos un cero a la izquierda: no te dan trabajo ni salud". [3] La forma de decidir de estas organizaciones está expresada en otro principio importante para el anarquismo como la Democracia Directa. Cada una de las organizaciones barriales posee asambleas donde todos y todas pueden intervenir y ser partícipes en la decisión colectiva. Se intenta sobre todo llegar a consensos y evitar definiciones por votación. “Las decisiones se toman colectivamente por consenso y a veces acaloradas (…) la asamblea es organizada por todas las personas que conforman el movimiento, las que sufren las dificultades y sienten los placeres de la vida cotidiana (…). Como refleja uno de los miembros: “(…) se discute, pero todos somos amigos, nos enfrentamos a veces, pero luego es como si no hubiera pasado nada, porque el conjunto es unido (…)”. De hecho, fuimos testigos de una asamblea en la que, por una parte, los ánimos subieron - en algunos puntos específicos de discusión – pero eso no impidió un predominio de compañerismo y la camaradería.[4]
El hecho de tener asambleas periódicas insustituíbles para tomar decisiones colectivas ha hecho que estas organizaciones se alejen naturalmente de los diferentes partidos políticos, iglesias y Estados, generando un antagonismo con aquellos en cuanto a medios y fines utilizados para la lucha. Durante un corte expresaron que "…nadie te manda y podés expresar tu opinión, además de lograr cosas concretas". "Tenemos talleres de formación para que los vecinos no se queden esperando que alguien vaya y les diga qué hacer. No creemos en los que dan órdenes".[5]
La idea de sostener las asambleas no remite solamente a una forma de decidir sino que esboza a partir de la actualidad una nueva forma de decisión y autogestión con el fin de destruir la vieja política generada por el sistema de dominación actual del Estado y el Capitalismo. De esta forma se produce la construcción colectiva de una nueva cultura, idea, concepción y administración popular que podemos pensar como revolucionaria. “Una de las máximas a la hora de trabajar en un barrio nuevo donde nos conocemos con varios vecinos es no fomentar la figura del “Puntero”, es decir un militante de barrio devenido en jefe natural pero con privilegios con respecto al resto de los vecinos y compañeros. El Puntero si bien le pone más el cuerpo a la organización, quiere siempre tomar privilegios, obtener más recursos a través de la gestión y la transa con las autoridades y, sobre todo, quiere decidir a espaldas del pueblo. Es un jefe territorial inventado por la histórica política argentina del caudillismo. Por todo esto en cada barrio se hacen asambleas y comisiones de trabajo para romper con esa figura y distribuir bien las responsabilidades. El trabajo es mas largo pero tiene sus frutos.” [6]
En este sentido aparece en escena otro de los principios importantes como la Independencia de Clase. La FOB (Federación de Organizaciones de Base), organización vigente en el mapa de los movimientos sociales en Argentina, es “un colectivo de agrupaciones barriales con la premisa de no tener más líderes o jefes que sus propias asambleas, ni depender de punteros, partidos políticos ni gobiernos.” [7]
El Federalismo (entendido como Libertario o desde abajo) es otro de los principios que adoptan a la hora de estructurarse. “En la FOB cada movimiento tiene autonomía táctica entre si, posee asambleas propias, sus propias dinámicas de funcionamiento, espacios y tiempos, reuniones sobre productivos y trabajo en general, talleres de formación militante -en historia, política, educación-, talleres de salud, género y luchas reivindicativas por salud, vivienda, trabajo, educación, comedores, copas de leche y sobre todo proyectos de trabajo cooperativo. (…) Nos organizamos como federación porque creemos que la fuerza que nos da la unidad viene de cada una de las organizaciones de base, de su desarrollo, de su autonomía, en la democracia directa como forma de decisión en todas las instancias organizativas para asegurar la participación activa de todos los compañeros y compañeras, la acción directa para resolver nuestras demandas sin esperar las soluciones de los de arriba y la autogestión como forma de trabajo libre, sin patrones ni explotación.”[8]
En el ámbito laboral estas organizaciones han podido mediante el trabajo autogestivo generar alternativas sociales reales a la exclusión y explotación capitalista. Algunas de ellas son el Productivo Autogestión “Oscar Barrios” (José C Paz), el Taller de Serigrafía "Flores Magón" (José C Paz), Productivo de Conservas "Tierra y Libertad" (José C Paz), Pizzería "26 de Junio" (José C Paz), Cooperativa de Trabajo de servicios "Bandera Negra" (José C Paz), , Cooperativa de Trabajo “Los Solidarios II” de señalización vial, parquización de espacios públicos, desmalezamiento y jardinería, construcción y servicios, producción de libros, parches, ropa estampada, serigrafiada o sublimada (Rosario), Cooperativa de Servicios y huertas e invernaderos de verdura orgánica (Berazategui), Cooperativa de Textiles (San Cristóbal), Cooperativa de Construcción de Viviendas (Chaco) entre otros.

Orígenes de las organizaciones

Zona Noroeste Conurbano Bonaerense
Los orígenes de estas experiencias de organización de movimientos de desocupados con real incidencia del anarquismo social datan de principios de esta década (2000). Una de las experiencias de mayor grado de crecimiento ha sido la del Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) “Oscar Barrios” de las localidades de José C. Paz, San Miguel y Moreno. Esta organización conformó la Coordinadora de Trabajadores Desocupados (CTD) “Anibal Verón” hacia el año 2002 –una de las experiencias de coordinación de organizaciones autónomas mas grande del país-. Para 2004 pasaron a fundar el Frente Popular Darío Santillán junto a otras tendencias, siendo una de las organizaciones más grandes en el mismo. En 2006 decide irse del FPDS -junto al MTD Lucha y Libertad de la Villa 20 de Lugano- aparentemente por diferencias en cuanto a la caracterización del Estado y las tomas de decisiones. Junto a otros movimientos sociales fundará la Federación de Organizaciones de Base[9] pensando en el armado federal de un colectivo que agrupe a movimientos sociales con perspectiva a construir una alternativa de cambio social desde abajo y por fuera del Estado.

Zona Sur Conurbano Bonaerense
Otra de las organizaciones que fundará la FOB será el Frente de Unidad Popular (FUP). El FUP es una escisión del viejo Movimiento de Unidad Popular (MUP) fundado por los anarquistas de AUCA a mediados del 2001. El MUP llegó a aglutinar hacia 2004 a más de 1600 familias de diferentes barrios de La Plata, Berazategui, Quilmes, Almirante Brown y Florencio Varela. Ese mismo la organización se unió al Frente Popular Darío Santillán. Al ritmo de un crecimiento acelerado, desde 2005 la organización comienza a tener diferentes escisiones: Un primer sector -de referentes con desviaciones nacionalistas y populistas- comenzará a pensar en entrar en el Estado y se suma así al gobierno de Kirchner. Otro sector minoritario con  desviaciones marxistas se quedará en el FPDS, varios barrios sostendrán escisiones locales ligadas a la conformación de centros comunitarios, y finalmente un sector pasó a denominarse Frente de Unidad Popular manteniendo principios y una matriz de construcción libertaria.
A fines de 2011 el MTD de Ezeiza proveniente del FPDS y la CTD Ezeiza que venía de la CTD Anibal Verón (nacionalistas de Quebracho) deciden ingresar a la FOB.
Así mismo en Valentin Alsina se funda el Movimiento Arriba Los Que Luchan en el seno de la FOB.
También en el sur del conurbano hay otras expresiones territoriales de participación  e impulso anarquista como el MTD 1º de Mayo en la zona de Esteban Echeverría o el MB12 de Claypole. El nucleo originario que fundara el MTD Justicia y Libertad en La Plata también provenía de sectores anar

Ciudad Autónoma de Buenos Aires
El MTD Lucha y Libertad -de la Villa 20 de Lugano y Villa Celina- y el Centro Social Desde Abajo –de Barrio San Cristóbal- conforman la regional Capital de la  FOB.

Rosario y Gran Rosario
A fines de los 90 experiencias como el Centro Social Libertad de Barrio Toba y el Colectivo El Engrudo en San Martín Sur fueron los primeros chispasos rosarinos de anarquismo social. Diez años después a partir de la visita y el impulso de la militancia original de Buenos Aires la FOB se organiza en varios barrios de la ciudad de Rosario y alrededores. Primero se conforman movimientos barriales hasta que en 2008 se produce el ingreso de la regional Rosario a la FOB. Movimientos provenientes de barrios como San Martín Sur, Villa Itatí, 27 de Febrero, Belgrano, Molino Blanco y Godoy de Rosario y el barrio Cabín 9 de Perez (Gran Rosario) pasan ya a federarse y plantear presencia de la FOB en 2 provincias.

Chaco
Parte de la militancia del Movimiento Anarquista Libertario (MAL) dio apoyatura durante algunos años al histórico MTD 17 de Julio. Sin embargo la evolución organizativa llevó a que los núcleos libertarios armaran la regional Chaco de la FOB para 2010. Conjugando el trabajo cultural, de género, reivindicativo de desocupados y de defensa de pueblos originarios (Qom y Mocoví) la FOB de Chaco lleva adelante un interesante trabajo territorial en una provincia manejada por la política tradicional como un Feudo.

Río Negro
Desde el año 2002 en la ciudad de Bariloche se conforma el MTD del barrio 2 de Abril (ex - 34 hectáreas) y el barrio Frutillares, en las zonas excluídas de los altos de Bariloche. Esta experiencia de organización fue impulsada por militantes del Movimiento Anarquista de Liberación Obrera (MALO). En la actualidad estan movilizados la Cooperativa 1º de Mayo y la ATDI (Asociación de Trabajadores Desocupados Independientes). Ambas poseen impulso de núcleos ácratas. 

Jujuy
Desde hace casi 10 años que viene funcionando la Asamblea de Trabajadores Desocupados (ATD) fundada por un nucleo anarquista que además construyó la Biblioteca Niños Pajaros. Actualmente la agrupación piquetera de San Salvador de Jujuy se encuentra activa en las luchas sociales de la región.

 




[1] Entrevista a la FOB por ALB Noticias “Para lograr el cambio social tenemos que comenzar a construir, desde hoy, un poder propio de las clases populares”, publicado en Alasbarricadas.org el Jueves 12 de Setiembre de 2010.
[2] Artículo de Andrés Abramowki “Una forma distinta de hacer piquete. La FOB en el Monumento a la Bandera”, diario La Capital de Rosario, Jueves 12 de agosto de 2010.
[3] Artículo de Nicolás Wiñazki “Historias del conurbano: Si no estás con el intendente no existís”, diario Clarín, Martes 3 de Noviembre de 2009.
[4] "Anticapitalismo e experiência piquetera (2): Federação de Organizações de Base" - Alex Hilsenbeck Filho e Cássio Brancaleone (Brasil) - Coletivo Passa Palavra.
[5] Op.Cit. Andrés Abramowki “Una forma distinta de hacer piquete…”.

[6] Op.Cit Entrevista a la FOB por ALB Noticias “Para lograr el cambio social…”
[7] Idem.
[8] Idem.
[9] Algunas regionales de la FOB son impulsadas por militantes de las Columnas Libertarias de la CABA (la Malatesta), de Noroeste del Conurbano (la Durruti) y de Rosario (la Penina).