domingo, 3 de junio de 2012

La "Patagonia Rebelde", huelgas obreras y matanza en Santa Cruz, Argentina (1921-1922)



A continuación exponemos un trabajo realizado por el compañero Juancho sobre los sucesos conocidos como la "Patagonia Rebelde" o "Patagonia Trágica". El mismo se titula "Hulegas Patagónicas 1921-1922". Dicho trabajo contó con la siguiente bibliografía: "ANARKOS, Literaturas libertarias de América del Sur 1900" de Jean Andreu, Maurice Fraysse y Eva Golluscio de Montoya. Ed. Corregidor. 270 paginas; "La Patagonia Trágica" José Maria Borrero. Zagier & Urruty Publications. 130 paginas; "Historia de las utopías" Osvaldo Bayer; "La Patagonia Rebelde I, Los bandoleros" Osvaldo Bayer. Ed. Planeta. 220 paginas; "La Patagonia Rebelde II, La masacre" Osvaldo Bayer. Ed. Planeta. 385 paginas; "La Patagonia Rebelde III, Humillados y ofendidos" Osvaldo Bayer. Ed. Planeta. 270 paginas; "La Patagonia Rebelde IV, El vindicador" Osvaldo Bayer. Ed. Planeta. 377 paginas.

Introducción
    La historia Argentina tuvo un capitulo muy especial en los sucesos Patagonicos de 1921. Las contradicciones militares, la gran cantidad de víctimas, el contexto histórico, los intereses en juego y la trascendencia alcanzada hacen de este acontecimiento uno de los más importantes, sino el más, en la lucha por la dignificacion del trabajo en este país. Además este conflicto marca la aparición de la tortura y los fusilamientos a gran escala, procedimiento que años más tarde se volvería frecuente.
Todo comenzó cuando un grupo de trabajadores, organizados en la Sociedad Obrera, osó alzar sus voces para hacer valer su condición de seres humanos, incompatible ésta con los "intereses británicos".
Los conflictos patagonicos de 1921-22 ponen de manifiesto una vez más, la eterna lucha de clases en el marco de la democracia capitalista. El tan anhelado convenio capital-trabajo que tan ilusionada proponía la Sociedad Obrera, no tuvo razón de ser. Como a lo largo de toda la historia cada uno defendió lo suyo, los dirigentes de la Federación agudizaron su ingenio para terminar con el régimen de esclavitud reinante en la región, mientras que los estancieros y los grandes latifundistas utilizaron todas sus armas para mantener bien altas sus ganancias económicas. Los unos se apoyaron en la palabra, la agitación, la movilización, la organización y la protesta, pero siendo siempre su principal arma el sueño de lograr vivir más dignamente. Los otros se respaldaron en la bandera, la religión, la normalidad, la violencia y principalmente en las leyes, que no casualmente siempre los ampararon.
La huelga comenzada en noviembre de 1921 se extendió a toda la región y alcanzo una repercusión nacional, así como también, una reacción nacional. La intervención mediadora del ejercito tuvo un saldo de mas de mil obreros muertos. Los sangrientos métodos que el precursor Varela utilizó para someter a la rebelión obrera fueron ignorados, con total complicidad, por el poder político central.

Capitulo I
Contexto histórico
    Durante la segunda mitad del siglo XIX acceden al poder minorías cultivadas y tenaces, decididas a modernizar las estructuras económicas y sociales. Conscientes de las riquezas naturales de la región y deslumbradas por las perspectivas de enriquecimiento rápido que el mercado internacional parece ofrecer por aquellos años, las capas dominantes se consagran a la realización de un ambicioso proyecto. El modelo de desarrollo consiste en la integración de las economías al mercado capitalista mundial, para ello es necesario llevar a cabo un proceso de "modernización". Para lograrlo es necesario expandir la economía, fomentando la ocupación de nuevas tierras para generar trabajo. Para lograr esto se adopto una política inmigratoria, con grandes propagandas y obras de infraestructura.
La inmigración europea era fundamental dentro del proyecto oligárquico para cumplir con la modernización y el desarrollo. En Argentina el crecimiento demográfico es notable, entre 1880 y 1914 se cuentan mas de 3 millones de inmigrantes, quienes se repartieron mayoritariamente en la agricultura, en los puertos y ferrocarriles, en la construcción y en rubros industriales variados. Los que acudieron en mayor numero fueron los españoles y los italianos, que constituirán la base del proletariado urbano. Muchos de esos extranjeros traen de sus países de origen una experiencia en luchas obreras y han participado en los grandes movimientos sociales europeos; tienen ideas claras sobre los derechos del trabajador y en muchos casos poseen una orientación revolucionaria.
Los gobiernos no tardan en comprender que la "modernización" iba a traer más de un dolor de cabeza, las tensiones entre las clases trabajadoras y las clases dirigentes se agudizan y sus enfrentamientos son cada vez más frecuentes. La oligarquía argentina va a adecuar el aparato represivo destinado a mantener el orden social. En el plano jurídico se dictan la Ley de Residencia (1902) y la Ley de Defensa Social, destinadas a luchar contra el movimiento anarquista; ambas reprimen la acción libertaria y sindical y autorizan la deportación de los extranjeros considerados peligrosos para la seguridad nacional; además se hace repetido el uso de la declaración de estado de sitio. Años más tarde se formo la Liga Patriótica, órgano paramilitar ultra-nacionalista que participaba en las redadas y los enfrentamientos que generalmente se producían con los obreros. La Liga estaba conformada por "brigadas" que eran formadas por los patrones, los empleados, los "obreros buenos", los policías retirados, etc. Actuaban en nombre de Dios, la patria y la familia y veían como una gran amenaza a la Nación al movimiento anarquista al que persiguieron sin cuartel. Su accionar es totalmente libre: usan armas de ultimo modelo, expulsan obreros, allanan sindicatos, reprimen, disuelven manifestaciones, etc. La Liga Patriótica tuvo una activa participación en los conflictos Patagonicos. En el plano militar el ejercito se estructura y se profesionaliza; aumenta considerablemente su poderío en armamento y en hombres, se hace obligatorio el servicio militar. También Chile, gran vencedor de la Guerra del Pacifico y dispuesto a una guerra con Argentina, refuerza su poderío naval y militar. Es importante aclarar que ambos ejércitos en reiteradas ocasiones efectuaron operaciones conjuntas; contra los caudillos del interior, contra los indios, contra los chacareros y peones en zona rural, contra huelguistas y manifestantes en zona urbana, etc.

Capitulo II
La Patagonia Argentina
    La Patagonia hacia 1920 era una tierra trabajada por peones en su mayoría chilenos y explotada por un grupo de latifundistas y comerciantes. Cabe destacar la poca presencia de pobladores argentinos en la zona, y la gran influencia de los capitales extranjeros sobre las decisiones gubernamentales.
Todo ello poco digno de un territorio de la Nación Argentina.
La mayor parte del territorio Patagonico estaba concentrada en tres familias, los Braun (de descendencia Rusa), los Menéndez (descendencia española) y los Nogueira (descendencia portuguesa). Entre ellas profundizaron sus lazos sanguíneos: Sara Braun se casó con el portugués Nogueira, y Mauricio Braun se casó con Josefina Menéndez Bethy.
Esta gran dinastía poseía más de 2 millones y medio de hectáreas en toda la Patagonia, que eran explotadas con un ritmo constante. Los restantes terrenos se encontraban en manos de británicos, alemanes y franceses mayoritariamente, pero ninguna estancia, ningún territorio era propiedad de capitales argentinos, ninguno. ¿Era la Patagonia tan argentina como aparecía en el mapa? La respuesta es obvia, no lo fue como no lo es, pero resulta realmente cómico que los militares emparentaran su campaña al sur como una defensa de lo nacional, de la patria, cuando en realidad lo único que fue defendido fue el capital extranjero, nada más, ayer y hoy. Pero más allá de eso, vale aclarar que la Patagonia como territorio Argentino jamas estuvo en riesgo, los militares trataron de desviar la opinión publica y justificar su accionar bajo una supuesta interferencia militar chilena en los conflictos, el miedo a perder la Patagonia fue el caballito de batalla que a lo largo de toda la historia y aun hoy, algunos militares utilizan para justificar la desmedida represión que veremos capítulos más adelante.

Capitulo III
Huelgas, rebeliones y otras yerbas
    La Federación Obrera de Río Gallegos tuvo una corta existencia, desde 1910 a 1922. De ideología anarquista, fue la responsable de organizar y ejecutar la Huelga General de 1921. Pero anteriormente ya había tenido algunos encuentros con la autoridad.
El primer movimiento obrero llevado a cabo en la región fue una huelga en la estancia "Mata Grande", de dueños ingleses. Entre los dirigentes sindicales que lo dirigieron se encontraban los españoles José Mata y Solano Palacios, y un austríaco llamado Mateo Giubetich. El primero de ellos fue el iniciador de la organización obrera de Río Gallegos. El 15 de noviembre de 1914, el español Palacios se presenta ante Patterson, dueño de la estancia, y comunica lo resuelto en las asambleas: los obreros rurales no deberán pagar más la comida, el patrón no deberá cobrar los peines y cortantes que se rompan durante la esquila, y el pago del medico será voluntario, los carreros deberán percibir 85 pesos como sueldo mínimo y los esquiladores deberán tener la comida libre. Luego de escuchar atentamente los pedidos que presentaban en conjunto las federaciones obreras de Río Gallegos y de San Julián, Guillermo Patterson dijo NO, argumentando que esa tarifa regia desde hacia 10 años. Así a la mañana siguiente se proclamo el paro general y una convocatoria para una asamblea el día 20 con toda la peonada de la zona. Ante la acusación de tres estancieros ingleses, son detenidos Solano Palacios y el austríaco Mateo Giubetich. Se les inicia juicio por infracción a la Ley de Defensa Social y se condena al español a un año de prisión, en tanto que se absuelve al austríaco. Ante esta condena el paro se extiende a todas las estancias de San Julián. Al estar en época de esquila, los patrones estaban obligados a llegar a una solución, de otra manera perderían el año. Deciden entonces traer urgentemente esquiladores de Buenos Aires. El 16 de diciembre arriban al puerto los nuevos trabajadores, con lo cual se armo un gran alboroto. Los obreros, en defensa de su huelga, se enfrentan con la policía en un sangriento tiroteo. Varios trabajadores son detenidos y es allanado el local de la federación de San Julián. A raíz de ello se profundizan las campañas para liberar a los presos, la huelga es levantada. Así paso, sin pena ni gloria, la primer insurrección patagonica.
El 20 de abril de 1917 hubo otra tentativa de paro general, lo proclamaron obreros de la Barranca Amberense porque se rehusaban a seguir trabajando si no se despedía al segundo capataz Ubaldo Pérez, que castigaba corporalmente a los peoncitos menores de edad. Esta exigencia no fue aceptada y se dio comienzo a la huelga, intervienen entonces los guardianes del orden y encarcelan a los cabecillas con el pretexto de la Ley de Defensa Social.
Las medidas de huelga se hacían cada vez mas frecuentes y es así que el 18 de abril de 1918 se declara huelga general en Puerto Deseado en demanda de mejores condiciones laborales. El desenlace es repetido: la policía interviene y detiene a los agitadores mas reconocidos. Esta huelga duro tan solo 3 días y los encarcelados fueron finalmente puestos en libertad, entre ellos se destaca Eduardo Puente quien posee un amplio prontuario "subversivo".
Otra Huelga es declarada en Punta Arenas el 30 de diciembre de 1918, pero esta es un tanto más singular que sus antecesoras. La medida es tomada por el alto costo de vida y en contra del monopolio y el trust de una familia de la cual todos dependen. El paro fue total y culmino con una masiva manifestación hasta el local sindical, donde se celebro luego una gran asamblea. En tanto, la policía comenzó una desenfrenada búsqueda de los principales agitadores, entre los que se encontraban el dirigente Cofré, Olea y el famoso Puente. Finalmente son encontrados y encarcelados. Al salir a la luz estas nuevas detenciones se comienzan a llevar a cabo innumerables campañas de agitación en torno a su inmediata liberación. El clima cada vez era más tenso y culmino con un enfrentamiento entre policías y trabajadores, que tuvo como saldo un obrero muerto y decenas de heridos. El gobierno se vio conmocionado por el hecho y busco un arreglo. Inicialmente los miembros de la federación se negaban a negociar en tanto que no fueran liberados los compañeros detenidos. El gobierno accedía a todas las mejoras que habían sido solicitadas y se comprometía a liberar a Cofré y a Olea, pero bajo ningún punto de vista dejaría escapar a Puerta. Las asambleas de la federación fueron intensas y es un fallo bastante discutido se decidió aceptar la propuesta estatal. Puerta desde la cárcel sabia sobre los conflictos y divisiones que su situación ocasionaban en el movimiento sindical, y es por ello que escribe una carta aceptando y celebrando la medida tomada. Esta fue, si se quiere, la primer "gran" conquista del proletariado patagonico.
Ahora las federaciones obreras concentrarían todas sus fuerzas para lograr la liberación de Puente y de Barrera. Una de las tantas asambleas llevadas a cabo para discutir este tema fue intervenida por la policía, que arresto a los dirigentes sindicales y clausuro el local. Un grupo de obreros organiza paralelamente una huelga general de 48hs. en protesta a este atropello. Y como era de esperarse en las manifestaciones posteriores hubo enfrentamientos entre las fuerzas del orden y los manifestantes, las cuales tenían como saldo más y más detenidos. Tras estos repetidos incidentes el juez Solá resuelve dictaminar la clausura definitiva del local sindical y la prisión a todos sus dirigentes.
Un hecho que vale la pena destacar es el ocurrido el 24 de enero de 1919, cuando militares chilenos y argentinos unidos por una misma causa trabajan juntos para sofocar un alzamiento en Puerto Natales, Chile. La represión fue sangrienta y los cuatro anarquista que supuestamente dirigieron el movimiento fueron asesinados a tiros. El presidente Yrigoyen en persona felicito a los participantes de esta expedición "fraternal" para con el ejercito del país vecino.

Capitulo IV
El "gallego" Soto y la segunda etapa
    La primer etapa de la Sociedad Obrera había finalizado sin pena ni gloria, pero la reapertura del local sindical junto con la llegada de Antonio Soto revitalizarían al movimiento obrero, la conciencia de clase aumentaba día a día.
En julio de 1920 la Sociedad Obrera de Río Gallegos declara la huelga en los hoteles del territorio y en todos los puertos, a raíz de este movimiento son encarcelados Soto y Lórido, quienes luego salen en libertad gracias a la intervención del juez letrado Ismael Viñas, que comenzaría a tener una activa participación en los conflictos obrero-patronales.
El 24 de agosto de 1920, el jefe de policía Diego Ritchie hacia un informe en el cual señalaba que la Federación Obrera estaba preparando una huelga general, que muy posiblemente asumiría un carácter revolucionario. En este mismo informe, dirigido al interino gobernador Edelmiro Correa Falcón, el oficial solicitaba refuerzos para afrontar una situación de tamaña magnitud.
Tras la frustrada ultima huelga la Sociedad Obrera planea un boicot a los hoteles que no habían aceptado las exigencias sindicales. Gracias a la gran organización desplegada y a la amplia campaña de agitación llevada a cabo, esta medida tuvo una eficiencia notable y puso en jaque a los hoteleros, que tarde o temprano tuvieron que rendir cuentas ante la Federación. El proletariado en general festeja con gran algarabía esta conquista. La organización sindical sigue en franco crecimiento: se compra imprenta, se edita el periódico 1 de Mayo y salen delegados a internarse en las estancias y explicar lo que es la organización obrera y las reivindicaciones sociales. Aprovechando este clima de lucha, el sindicato de propone hacer un homenaje el día 1 de octubre a Francisco Ferrer, fundador de la Escuela Moderna (establecimiento de educación libertaria), quien luego fuera condenado y fusilado. El acto no fue aceptado por las autoridades. Se declara una huelga general de 48hs. en repudio a esta medida. El juez Viñas interviene en el asunto y resuelve revocar la orden que prohibía que el desarrollo del acto conmemorativo. El gobernador interino Correa Falcón recibe este comunicado el día 2 de octubre, con lo cual archiva el caso por haber transcurrido la fecha estipulada. Con este acontecimiento el juez Viñas termina de ganarse la enemistad del gobernador y de las fuerzas del seguridad, en tanto que la clase obrera resalta su nombre y su buen actuar. Es así que la Federación comienza a recibir notorias influencias yrigoyenistas por parte del juez letrado Viñas y del doctor Borrero.
El gobernador interino comienza a perder la paciencia y el tiempo, ya que en muy poco tiempo seria revocado del cargo, por lo cual planea jugarse su ultima carta para desbaratar a la organización sindical. En la noche del 19 de octubre irrumpe con las fuerzas de seguridad en una de las asambleas obreras y argumentando que la reunión no estaba autorizada a llevarse a cabo detiene a todos los extranjeros participantes. El plan de Correa Falcón era simple, se proponía aplicarles la Ley de Residencia y expulsarlos a todos. Entre los detenidos se encontraban nada mas y nada menos que el doctor Borrero y el gallego Soto, sin ellos la organización obrera perdería el rumbo. La clase trabajadora se ve claramente conmocionada. Se declara la huelga general por tiempo indeterminado y se realizan gran cantidad de campañas para lograr la liberación de todos los detenidos que ascendían a un numero de diez, pero esta cifra aumenta manifestación tras manifestación llegando a ser 27. El juez Viñas ordena la inmediata liberación de los detenidos pero el gobernador Correa Falcón desoye esta orden. El caso pasa a mayores y toma cartas en el asunto el Ministerio del Interior. El gobernador trata de enfriar la situación y libera a algunos de los detenidos pero manteniendo siempre a los cabecillas importantes. Los obreros saludan con gran algarabía este comunicado pero no levantan el paro. El 1 de noviembre salen todos en libertad, pero la huelga no se levanta, porque si bien el movimiento se había hecho para lograr la liberación de los presos, también se habían presentado planes de mejoras para los empleados de comercio y para los obreros rurales. Estas mejoras no fueros dadas y así, automáticamente se da comienzo a la huelga general.

Capitulo V
Convenio de capital y trabajo, para la dignificación de todos
    6 de noviembre de 1921, los estancieros comienzan a verse económicamente perjudicados por el paro y se proponen un arreglo en el cual desconocen a la organización obrera y proponen tratar los futuros problemas con el personal directamente, la Sociedad Obrera rechaza de plano este ofrecimiento. El 17 de noviembre los estancieros presentan un nuevo convenio en el cual enmendaban el polémico articulo anterior y en el que virtualmente estaban cubiertas la mayoría de las demanda obreras. Al día siguiente en la asamblea de la Sociedad Obrera se trato el tema. Lo resuelto fue hacer una contrapropuesta en la cual los artículos no dejasen lugar a duda, así que redactan el siguiente convenio que transcribiremos íntegramente
CONVENIO DE CAPITAL Y TRABAJO
que para mutua ayuda y sostenimiento, y para dignificacion de todos, celebran los estancieros de la zona sur del río Santa Cruz y los obreros del campo representados por la Sociedad Obrera de Oficios Varios de Río Gallegos, conforme a las cláusulas y condiciones siguientes:
PRIMERA: Los estancieros se obligan a mejorar a la mayor brevedad posible dentro de los términos prudenciales, que las circunstancias locales y regionales impongan, las condiciones de comodidad e higiene de sus trabajadores, consistentes en lo siguiente:
    1. En cada pieza de cuatro metros por cuatro no dormirán mas hombres que tres, debiendo en cama o catres, con colchón, aboliendo los camarotes. Las piezas serán bien ventiladas y desinfectadas cada ocho días. En cada pieza habrá un lavatorio y agua abundante donde se puedan higienizar los trabajadores después de la tarea;
    2. La luz será por cuenta del patrón, debiendo entregarse a cada trabajador un paquete de velas mensualmente. En cada sala de reunión debe haber una estufa, una lampara y bancos por cuenta del patrón;
    3. El sábado a la tarde será única y exclusivamente para lavarse la ropa los peones, y en caso de excepción será otro día de semana;
    4. La comida se compondrá de tres platos cada una contando la sopa; postre y café, té o mate;
    5. El colchón y la cama serán por cuenta del patrón y la ropa por cuenta del obrero;
    6. En caso de fuerte ventarrón o lluvia no se trabajara a la intemperie exceptuando casos de urgencia reconocida por ambas partes;
    7. Cada puesto o estancia debe tener un botiquín de auxilio con instrucciones en castellano;
    8. El patrón queda obligado a devolver al punto de donde lo trajo al trabajador que despida o no necesita;
SEGUNDA: Los estancieros se obligan a pagar a sus obreros un sueldo mínimo de cien pesos moneda nacional y comida, no rebajando ninguno de los sueldos que en la actualidad excedan de esa suma y dejando a su libre arbitrio el aumento en la proporción que consideren conveniente y siempre en relación a la capacidad y mérito del trabajador. Asimismo se obligan a poner un ayudante de cocinero que tenga que trabajar para un numero de personas comprendido entre 10 y 20; dos ayudantes entre 20 y 40 y además un panadero, si excedieran en este numero. Los peones mensuales que tengan que conducir un arreo fuera del establecimiento combrarán sobre el sueldo mensual 12 pesos por día con caballos de la estancia, y los arreadores no mensuales, 20 pesos por día utilizando caballos propios. Los campañistas mensuales cobraran 20 pesos por cada potro que amansen, y los no mensuales 30 pesos;
TERCERA: Los estancieros se obligan a poner en cada puesto un ovejero o más, según la importancia de aquel, estableciendo una inspección bisemanal para que atienda a las necesidades del o de los ocupantes prefiriéndose en lo sucesivo para dichos cargos a los que tengan familia a los cuales se les dará ciertas ventajas en relación al numero de hijos, creyendo en esta forma fomentar el aumento de la población y el engrandecimiento del país;
CUARTA: Los estancieros se obligan a reconocer y de hecho reconocen a la Sociedad Obrera de Río Gallegos como una entidad representativa de los obreros, y aceptan la designación en cada una de las estancias de un delegado que servirá de intermediario en las relaciones de patrones con la Sociedad Obrera, y que estará autorizado para resolver con carácter provisorio las cuestiones de urgencia que afecten tanto a los derechos y deberes del obrero como del patrón;
QUINTA: Los estancieros procuraran en lo posible que todos sus obreros sean federados, pero no se comprometen a obligarlos ni a tomarlos solamente federados;
SEXTA: La sociedad se obliga a su vez a levantar el paro actual del campo volviendo los trabajadores a sus respectivas faenas inmediatamente después de firmarse este convenio;
SEPTIMA: La Sociedad Obrera se compromete aprobar con la urgencia del caso los reglamentos e instrucciones a que sus afederados deberán sujetarse tendientes a la mejor armonía del capital y trabajo, bases fundamentales de la sociedad actual, inculcando por medio de folletos, conferencias y conversaciones en el espíritu de sus asociados las ideas de orden, laboriosidad, respetos mutuos que nadie debe olvidar;
OCTAVA: Este convenio regirá desde el 1 de noviembre, reintegrándose al trabajo todo el personal abonando los haberes de los días de paro y sin que haya represalias por ninguna de ambas partes;
En fe de lo pactado se firman diversos ejemplares del mimo tener en Río Gallegos, el 18 de noviembre de 1920. Firmado: Antonio Soto, secretario general.
La comisión de hacendados que representaba a los estancieros rechazo la contra propuesta y así quedaban nuevamente rotas las negociaciones. Los estancieros resuelven traer obreros de Buenos Aires y de esta forma evadir la huelga, pero los nuevos trabajadores son recibidos a los tiros por un grupo de obreros organizados, al mando del "68" y el "Toscano", dos destacados obreros italianos famosos por sus ortodoxos desempeños. La reacción había dado resultado, el 2 de diciembre los estancieros presentan una nueva contrapropuesta en la cual había tan solo una diferencia en comparación a la propuesta sindical, sobre el nombramiento de delegados en las estancias. El gallego Soto, arriesga todo y decide continuar con la huelga, rechazando esta contrapropuesta. Fue muy discutido por esta decisión, desde La Gaceta del Sur, los "sindicalistas" lo atacan duramente. Algunos miembros de la Sociedad Obrera discuten la decisión, el clima se hace denso. Pero la huelga avanza, se extiende a Puerto Santa Cruz, luego a San Julián y también a Puerto Deseado.
La legión británica indica al presidente Yrigoyen que los sucesos patagonicos están perjudicando seriamente sus intereses. Es así que comienzan a llegar refuerzos, primero fueron 50 marineros, luego otros 25 y finalmente llega el 10 de caballería con 50 soldados. Entre ese contingente arribaría a las costas de Río Gallegos un marinero especial, este se llamaba Alfredo Malerba, y se destacaba del resto por su gran vocación represiva, su idea de orden a cualquier precio impresiona gratamente a Correa Falcón, quien lo nombra inmediatamente comisario de Puerto Santa Cruz. Este nuevo personaje entra a escena con todas las luces, detiene en la ciudad a todo lo que tenga aire a huelguista y destruye la imprenta donde se edita el periódico La Verdad, del doctor Borrero a quien también llevan detenido. Se declara una suerte de toque de queda en la ciudad, la ortodoxia del comisario satisface plenamente al gobernador interino y a los estancieros. Antonio Soto, a quien no habían podido detener aun, ordena levantar la huelga en la ciudad para salvar la existencia de la Sociedad Obrera, pero la huelga en las estancias seguirá hasta las ultimas consecuencias. El gallego decide irse hasta Buenos Aires para buscar apoyo de clase, allí se llevaba a cabo el congreso nacional de la FORA sindicalista. Pero en su intervención en el congreso critico duramente la pasividad de algunos dirigentes obreros con respecto a los conflictos patagonicos, de esta forma se gano la enemistad de la organización obrera, la cual obviamente niega total apoyo.
Mientras tanto en Río Gallegos, Correa Falcón se regocijaba con el desempeño de su nuevo súbdito Malerba y además, gozaba terriblemente el juicio político iniciado al juez Viñas. Bajo este clima de tranquilidad le dejaba, luego de seis meses, su puesto de gobernador al recién llegado Ignacio Angel Yza. El arribo del flamante gobernador da un pequeño respiro a la población, que sufría día a día la imparcialidad de Correa Falcón. Yza iba a hacer una gestión bien "radical", es decir, ni tanto para los estancieros ni tan poco para los obreros. Entre sus primeras medidas estuvo la de reemplazar a los policías de línea dura por otros mas moderados, y la de levantar el toque de queda que el anterior gobernador Correa Falcón había decretado. También ordeno liberar a todos los presos obreros, entre ellos el doctor José María Borrero. Los estancieros, representados por la Sociedad Rural, se sienten decepcionados por el accionar del nuevo gobernador y deciden enviar un telegrama de protesta al Ministerio del Interior. Ellos sabían que como su proceder radical lo indicaba, iba a entenderse mejor con los obreros y en efecto, Yza escuchara primero la palabra del juez Viñas.

Capitulo VI
Primer intervención del Tte. Cnel. Varela
    Bajo miles de presiones Yrigoyen decide enviar al 10 de Caballería a pacificar el Sur. Lo comanda Hector Benigno Varela, teniente coronel. Este era un viejo radical, y gozaba de una gran confianza por parte del presidente. Cuando el militar se entrevista con Yrigoyen para recibir instrucciones precisas de su próxima campaña, éste se limita tan solo a decirle:
-Vaya, teniente coronel. Vea bien lo que ocurre y cumpla con su deber.
Eso es todo. Varela queda desconcertado, y con instrucciones tan ambiguas como esas marcha a Río Gallegos. Finalmente el 10 de Caballería arriba a Puerto Santa Cruz, y no a Río Gallegos, el 2 de febrero de 1921. En su llegada, Varela no encuentra al gobernador Yza, pero sí al ex gobernador Correa Falcón quien le transmite informes apocalípticos sobre la situación. El Tte. Cnel. comienza a recorrer las estancias mas cercanas, charla con sus antiguos empleados y recopila suficiente información la cual difiere notablemente con la recogida de fuente oficial.
Finalmente Varela se entrevista con el gobernador Yza. El funcionario traía instrucciones de Poder Ejecutivo, pero nada que no fuese conocido por los militares. En dicho mensaje se advertían los deseos de agotar los medios para evitar el derramamiento de sangre y encontrar por vía de un entendimiento pacifico entre obreros y patronos solución al conflicto que estaba perjudicando la economía del territorio.
Esto nos pone en claro la política de pactar siempre del presidente Yrigoyen. Los estancieros, que habían soñado que el ejercito iba a arreglar el problema a sablazo limpio se dan cuenta que han caído en una trampa radical.
El nuevo gobernador quería arreglar el conflicto rural de inmediato, y es así que por medio del juez Viñas logra comunicarse con dos dirigentes de la huelga. Lo que Yza les propone es lo siguiente: nadie será tomado preso, se le dará a cada trabajador un salvoconducto para que pueda trabajar y se aceptara el petitorio de la Sociedad Obrera, pero eso sí, para no dejar pagando al Ejercito y al gobernador ante los estancieros se hará aparecer todo como una rendición incondicional con la entrega a Varela de los rehenes, las armas y la caballada. La propuesta se les hace llegar al "68" y al "Toscano", que la rechazan enérgicamente argumentando que ellos no entregaran las armas. Se hace una votación en la cual por 427 a 200 se decide la "rendición". El "68", el "Toscano" y su gente totalmente en desacuerdo con la resolución tomada, deciden escapan con su gente llevándose las armas. Mas allá de ese incidente se entregaron las armas restantes y los rehenes.
Los trabajadores del campo regresaron a sus estancias y la zafra lanera comenzó de inmediato. Ninguno fue detenido e Yza laudó por el pliego de condiciones presentado por los obreros. La Sociedad Obrera de Río Gallegos y de los otros puertos santacruceños habían logrado un triunfo histórico: el primer convenio de trabajo para los trabajadores de campo.
Todo fue decepción. Todo fue reproche por parte del los hombres de la Sociedad Rural, pero no solo los poderosos critican a Varela, en su propio regimiento la censura al proceder pacifista del comandante toma estado publico. Pero el mismo Tte. Cnel. no se va muy convencido y le garantiza al presidente de la Sociedad Rural Ibón Noya que "si se levantan de nuevo volveré y fusilare por docenas".

Capitulo VII
Septiembre, la fecha clave
    Pero los poderosos no perdían el tiempo, martillarían día tras día sobre el gobierno local y sobre el mismísimo presidente de la nación. En cambio, el frente obrero luego de la primera huelga se había dividido en tres sectores: el de los "trabajadores libres", que evadían cualquier actividad sindical o política; luego estaban los enviados por la FORA sindicalista, que eran afectos al gobierno yrigoyenista y que tenían muy buenas relaciones con el gobernador Yza; y finalmente el proletariado propiamente dicho, "federado", masa analfabeta sin ninguna preparación sindical, basados en el anarquismo de Bakunin y Proudhon y con mucho de rebeldía personal.
Antonio Soto comienza a movilizarse, organiza todas las estancias, con el nombramiento de delegados y hace una campaña para federar a todos los peones. Correa Falcón también viaja y deja constituidas todas sus filiales en los puertos de la costa, además lleva una premisa: no cumplir con el convenio. Septiembre es el mes clave, Soto proponía aguantar hasta esa fecha y si no cumplen los patrones, paralizar la actividad lanera de toda la región.
Mientras se esperaba la "fecha cumbre", cada uno se organizaba: Correa Falcón aconseja armarse, organizar la Liga Patriótica y la Asociación del Trabajo, esta ultima para obtener "obreros libres". Soto –por su parte- aconseja organizarse y discutir en asambleas todos los temas políticos y sindicales para ir creando la conciencia obrera. Cabe destacar las diferentes políticas que cada parte adopta.
En abril el grupo de "El Toscano" llamado "consejo rojo", integrado por unos diez chilenos aproximadamente, asalta un par de estancias y toma estado publico. Se produce una gran indignación entre los estancieros, que adjudican estos hechos a la mano demasiado débil con la que actuaron Varela y los suyos. La Sociedad Obrera también se molesta, e indica inmediatamente que nada tiene que ver ella con estas acciones de pillaje.
La Sociedad Obrera acusa abiertamente al secretario gerente de la Sociedad Rural, Correa Falcón, de haber aconsejado a los hacendados negarse al cumplimiento del pliego.
Las relaciones entre obreros y patrones estaban mas tensas que nunca y es en julio de 1921 cuando la gota rebalsará el vaso. Los sucesos detonantes fueron cuatro. Al contador Eloy del Val, de la Sociedad Anónima Mercantil de la Patagonia, le descargan diez balazos por la ventana de su casa; motivo: haber despedido a obreros. Finalmente sale ileso. Al doctor Alejandro Sicardi, presidente de la Liga Patriótica de Santa Cruz, miembros de la Sociedad Obrera lo desarman en plena calle. En siete estancias, entran partidas de peones y roban caballadas, como preparando ya una nueva huelga. Por ultimo, el hecho de mas trascendencia y que logra concitar la indignación general: el episodio de la noche del 9 de julio, en ocasión del banquete por la fiesta patria. Todos los altos funcionarios gubernamentales, judiciales y policiales estaban presentes, prestos a degustar el banquete "patrio", cuando el cocinero Antonio Paris anuncia que no se servirá la comida en tanto que no se retire de la mesa el empresario Fernández, boicoteado hasta ese entonces por la Sociedad Obrera. Hay una gran indignación, todos lo toman como una ofensa a la patria. Los poderosos deciden salir del paso con humor, entonces corren hacia la cocina y se sirven por si mismos. Pero esto no quedará así, este agravio a los colores Argentinos no quedará impune, la sed de venganza es palpable. Se organiza definitivamente la Liga Patriótica en Río Gallegos para abatir a estos forajidos que tanto mal hacen a las costumbres nacionales.
Los patrones se unen cada vez mas estrechamente esperando septiembre. Antonio Soto, por su parte, se decide a limpiar de la organización obrera a los divisionistas apoyados por la FORA sindicalista.
Tomaremos la editorial del diario La Nación del 25 de agosto de 1921 para ver el análisis que los medios de comunicación de la gente hacían sobre los sucesos patagonicos:
EL HUELGUISTA MALO Las noticias telegráficas que nos llegan de Santa Cruz, más graves que otras análogas referentes a Misiones, perecen señalar la aparición de un nuevo peligro: el huelguista malo. ¿Vendrá éste a substituir al bandolero?
Las noticias hablan de depredaciones que efectúan los peones que no quieren someterse al trabajo regular en la campaña, de grupos de individuos que se han instalado en conocidos establecimientos exigiendo que se les aloje y mantenga sin trabajar durante el invierno y de otras bandas que penetran en otras estancias cortando alambradas y cometiendo actos gravados por la ley con penas de cárcel. Y conjuntamente se concentran grupos de sujetos de malos antecedentes, perfectamente armados, y que los robos y el bandolerismo cunden en el territorio.
He aquí pues el tipo de bandolero casi extinguido que reaparece bajo una nueva formula: el huelguista malo. Uno y otro, acaso están en vías de confundirse en un solo tipo de enemigo de la sociedad. La ausencia de fuerzas armadas suficientes es la causa principal de los desmanes producidos. Indefensa la propiedad, todo individuo de mal vivir y todo vagabundo hace causa común con los huelguistas. Estos, movidos por la predica de algún agitador abrigan acaso en la injusticia de sus actos violentos algún propósito de "guerra social" absurda hasta lo grotesco, en aquellas comarcas.
Pero con la colaboración del malhechor profesional y por el desamparo en que se hallan los pobladores, muy fácilmente ha podido tomar esta apariencia de reivindicación proletaria una cosa que anteriormente era un asalto de bandidos, y en una época todavía mas alejada el terrible malón.
La medida tan fácil, tan sencilla, de proteger la propiedad, siempre ha sido una cuestión erizada de dificultades para nuestro gobierno inhábil. Será necesario aplaudirlo si al menos oye el clamor de los habitantes de Santa Cruz que piden garantías contra el huelguista malo y contra el bandolero que tras él, resurge.
Mas allá de la subjetividad del articulo, cabe destacar la posición que el diario LA NACION adopta con respecto al gobierno radical. Suponemos que la sangre que meses más tarde correría por las estancias patagonicas dejaron satisfecho al grupo editor.
Los tiempos eran duros y no había que equivocarse. Pero eso Yrigoyen decide y se vuelca por los estancieros: el 3 de septiembre le comunica a la delegación de hacendados patagonicos que cuenten con un buque de guerra y un regimiento de caballería. Semanas mas tarde, el día 14 para ser exactos, Yrigoyen recibe a los grandes capos del sur: Mauricio Braun, Carlos Menéndez Behety y a algunos estancieros. Le demandan "al peludo", el envío de tropas y la creación de una gendarmería allá en el sur. Yrigoyen les tiende la mano y les garantiza que dará un trato preferencial a sus pedidos.
Antonio Soto sabe que la lucha se va a desarrollar en el campo, porque en la ciudad va a ser imposible actuar con libertad. Por eso esta dispuesto a salir ya mismo a recorrer el inmenso territorio, estancia por estancia, para esclarecer a las peonadas. Así lo hizo.
A principios de octubre "El Toscano" se entrevista con Antonio Soto. La opinión de "El Toscano" es levantar ya mismo las estancias y proceder contra las comisarias limpiando de policías toda la zona cordillerana. Creando así condiciones para el triunfo de los huelguistas. Soto no estuvo de acuerdo, señalo que solo se pararía en las estancias que no cumplieran con el pliego y aprovecho la oportunidad para recordarle que todo debía aprobarse en asamblea y acatar las resoluciones de la Sociedad Obrera, y no mandarse por su cuenta. El rompimiento con "El Toscano" fue total. Semanas más tarde el Consejo Rojo es capturado y todos sus integrantes encarcelados.
Soto sigue con su tarea de hormiga, de realizar asambleas informativas en todas las estancias y de federar a los peones. Se entrevista con Ramón Outerelo, dirigente obrero de Puerto Santa Cruz. Luego de una larga conversación se ponen de acuerdo: Río Gallegos luchara por el cumplimiento del laudo Yza haciendo paros parciales en las estancias que no lo cumplan y estará a la expectativa de lo que ocurra en Puerto Santa Cruz para dar su inmediata solidaridad. En caso de ir a la huelga general, Outerelo asumirá la tarea de coordinar la parte sur con la norte. Soto le señala a Outerelo que él tiene que asumir la conducción de todo un posible movimiento en el territorio ya que por la posición geográfica, él debe ser el nexo con Albino Argüelles –dirigente de San Julián- y con el dirigente de Puerto Deseado: José Font, conocido como "Facón Grande".
La situación era complicada: salvo Río Gallegos que es plenamente de la Federación Obrera, solo se puede contar en todo el territorio con los hombres del campo. Va a ser una huelga de las peonadas, aisladas de la costa, aisladas de toda comunicación con Buenos Aires.

Capitulo VIII
El inicio del fin
    A principios de octubre comienza la huelga, en las estancias donde no se cumplía con el pliego no se trabajaba. Y como era de esperarse, la represión no tarda en aparecer. Se despliega un amplio operativo policial en Puerto Deseado, Puerto San Julián, Puerto Santa Cruz y Río Gallegos. Todo aquel que alguna vez tuvo algo que ver con algún sindicato u organización obrera, al calabozo. A raíz de todos estos atropellos el 24 de octubre se declara la huelga general. Mientras tanto, en Buenos Aires, la cosas se estaban cocinando demasiado rápido, y tras intensas presiones Yrigoyen decide enviar fuerzas para reprimir la huelga. Pero en algo "el peludo" no le dará la razón a los estancieros: insistirá en enviar al tan criticado Tte. Cnel. Varela. El propio primer mandatario ordena a Varela implantar la ley marcial y proceder con todo rigor. El Tte. Cnel. no lo duda un minuto y se embarca hacia Río Gallegos, a terminar con la subversión y a defender la patria Argentina.
Al 5 de noviembre todo el sur de Santa Cruz ya estaba paralizado. Esta primera etapa es absolutamente pacifica, se entra a las estancias, se habla con los peones, se requisan las armas, se llevan los alimentos necesarios y cuando en los establecimientos se encuentran propietarios o administradores, estos son llevados como rehenes. El movimiento sigue extendiéndose. De Puerto Santa Cruz ha podido salir Ramón Outerelo y llegar a Paso Ibáñez.
El 10 de noviembre arriba Varela a Río Gallegos, donde se entrevista con el gobernador interino Cefaly Pandolfi, quien influido por todas las noticias que hace difundir la Sociedad Rural, describe un panorama más que aterrador. Río Gallegos se encontraba abarrotada de hacendados y sus familias que habían huido de sus estancias, relatando episodios que hacían poner los pelos de punta: incendio de estancias, violación de mujeres, robos, saqueos y asesinatos a granel. Se decía también que los obreros poseían modernisimas armas proporcionadas por Chile y que a su frente actuaban oficiales de carabineros chilenos vestidos de civil. Desde el comienzo Varela tomo su misión como un caso de guerra, no tendría contemplaciones con nadie y bajo ninguna circunstancia, todos los obreros eran una amenaza para la patria y como tales, deberían ser combatidos.
El primer encuentro entre el Ejercito Argentino y los huelguistas se produce en Punta Alta, el 16 de noviembre. Una columna de unos 80 obreros es encontrada por una brigada del 10 de Caballería compuesta por unos 30 conscriptos, al mando de Viñas Ibarra. Si siquiera intentar un mínimo dialogo los militares llegan al encuentro a los tiros, y es así como matan a unos 8 trabajadores y hieren a otros tantos. Los sobrevivientes son cruelmente torturados y encarcelados. Así culmina este primer "combate", que como en todos sus posteriores, salvo la excepción de Tehuelches, los únicos muertos serán obreros.
En Buenos Aires llovian las informaciones de depredaciones, incendios, asesinatos y violaciones por parte de los obreros en huelga contra los patrones y sus familias.
Varela llega a Fuentes de Coyle donde toma contacto con Viñas Ibarra, quien lo pone al tanto de los últimos sucesos. El 22 de noviembre el ejercito publica un documento por el cual queda lisa y llanamente decretada la desaparición de todo sindicato.
Mientras tanto, Outerelo y su gente se habían lanzado a la ocupación de Paso Ibáñez, el 16 de noviembre irrumpe en ella con una columna de unos 400 huelguistas. El plan de Outerelo es que Paso Ibáñez sea el punto decisivo para firmar un pliego definitivo y obtener la libertad de los compañeros presos. A todo esto la marina ya los había rodeado y los ataca sin cesar, es así que Outerelo envía una comisión para dialogar con los militares, pero no se llega a ningún acuerdo, ya que el comandante Brown argumenta no tener atribuciones suficientes para parlamentar. Y es así que se reanuda el fuego graneado sobre los huelguistas de Paso Ibáñez. De esta manera uno de los tantos proyectiles disparados por el ejercito mata a un rehén. Varela se comunica con el comandante Brown, quien le pide por favor que se traslade a Puerto Santa Cruz para dirigir personalmente las operaciones. Cuando Varela llega frente a Paso Ibañez, se dirige con una delegación a conferenciar con los huelguistas. Los obreros ofrecen la terminación de la huelga y la devolución de los rehenes a cambio de que se liberen todos los presos políticos, se retiren a todos los denominados "trabajadores libres", se cumpla totalmente el pliego y que no se tomen represalias para con los participantes del movimiento. Varela es dice como toda respuesta: rendición incondicional. Los obreros se retiran tiesos para hablar con su gente y tomar una resolución, finalmente deciden hacer una gran asamblea por la noche y se aceptara lo que la mayoría disponga. Pero, para parar mientras tanto a las tropas de Varela, liberaran a todos los rehenes. Varela no afloja y les dice: "Si no se rinden incondicionalmente a mi no me va a temblar la mano". Y se retira. Los huelguistas como gesto de conciliación liberan a todos los rehenes, y huyen en camiones, autos y de a caballo. Dejan Paso Ibáñez con todas las mercaderías de las que se habían apropiado.
Aquí se divide la columna, un grupo comandado por Avendaño escapa hacia Río Chico, donde esperara la oportunidad más propicia para entregarse al ejercito; el otro, comandado por Outerelo parte rumbo a San Julián con la esperanza de ganar la huelga.
La huida por parte de los huelguistas será tomada como un desafío por Varela, será tomada como una declaración de guerra. El 10 de Caballería cruza el río y toma Paso Ibáñez. Varela, con sus fuerzas, marcha hacia Corpen. En dicha trayectoria se encuentra con el grupo de huelguistas "arrepentidos" de Luis Avedaño. Pero Varela no tuvo tiempo para escuchar excusas y ni bien diviso su presencia comenzó su ataque. De dicha contienda resultaron 10 muertos, entre los cuales casualmente estaba Luis Avedaño, y 65 prisioneros.
Los partes militares muy pocas veces hablaron de fusilamientos, todo quedaba oculto tras un simple "intento de escape" o "muerto en combate". Estos procedimientos se reiteraron durante toda la campaña, y no resulta extraño que tras cada "combate" los caídos eran siempre los delegados y los cabecillas obreros.
Una vez exterminada la columna de Luis Avedaño, Varela se dedica a la persecución del grupo de Outerelo y es así que el 1º de diciembre se produce el encuentro. Varela indicara que tras un prolongado tiroteo logra someter a los sediciosos, quienes en realidad jamas presentaron resistencia. De este nuevo "combate", en el cual solo hay un agresor, se obtiene un saldo de 20 muertos, entre los cuales casualmente se encontraba el cabecilla Outerelo, y otros 430 detenidos.
Esta acción había determinado ya el triunfo de la misión militar. Con la total derrota de Outerelo quedaban divididos los obreros de Santa Cruz. Ahora quedaba Soto, pegado a la cordillera, en el sur, y José Font, "Facón Grande", en el norte.
El 2 de diciembre el escuadrón de Anaya ya había llegado a la estancia Bella Vista, donde esta prisionera la columna que comandaba Outerelo. El capitán Anaya se entera que por la zona de San Julián esta operando el dirigente obrero Albino Argüelles. Se hace necesario limpiar toda esa zona lo más rápido posible para impedir la unión de ésta columna con la de Facón Grande, en el norte de la provincia. Así comienza una terrible persecución de más de 10 días, la cual culmina el 17 de diciembre cuando los hombres del capitán Anaya sorprenden a la columna obrera en campos de De La Mata-Tapera de Casterán. Dirá Anaya que tras un arduo combate logra la rendición de los bandoleros, el resultado de dicho enfrentamiento será la muerte de los cabecillas Argüelles, Jara y Ledezma. Lo cierto es que jamas existió tal enfrentamiento y que el propio Argüelles ordeno que no disparasen a la tropa. La rendición fue incondicional y todos, unos 300 trabajadores, fueron llevados prisioneros a la estancia San José. En dicha estancia se llevara a cabo una verdadera masacre, son fusilados allí mismo más de 50 obreros, entre los cuales seguramente se encontraron en primera fila, Argüelles y los suyos.

Capitulo IX
A la caza de Antonio Soto
    Tanto Viñas Ibarra como Varela sabían muy bien que la zona sur no estaría definitivamente pacificada hasta que no se capturara a Antonio Soto. Este se había enterado de la total derrota sufrida por Outerelo y de que el movimiento estaba ahora dividido en dos. Tenia clara conciencia, además, de que de ninguna manera había que presentar combate al ejercito.
Soto organizara bastante bien a toda esa multitud. Toma como base la estancia "La Anita" de los Menéndez, donde establece su cuartel general y luego organiza partidas formadas por entre 12 y 20 huelguistas, que aparecen sorpresivamente en las estancias, allí toman rehenes, y se llevan exclusivamente armas, alimentos y caballos. En todos lados, las partidas dejaban vales firmados por Antonio Soto por el valor de las mercaderías "incautadas" para pagar por la Sociedad Obrera una vez terminado el conflicto. En una de estas tantas partidas se produce un encuentro con los soldados del 10 de caballería. Antonio Soto y su gente venían de Charles Fuhr, donde habían retirado mercancías diversas. Venían con los caballos cargueros repletos. Cuando llegan al cruce de caminos por el que se va a Calafate tienen la mala suerte de toparse con un camión del ejercito en el que van soldados al mando del sargento Sánchez, que es avanzada de la columna de Viñas Ibarra. El sargento les da orden de alto. Antonio Soto se apercibe de inmediato de sus situación y ordena dispersarce u huir, porque si desmontaban e intentaban resistir iban a ser baleados sin misericordia, tal cual aconteció. Los soldados de Sánchez bajan presurosos del camión y comienzan a abrir fuego contra los huelguistas en fuga. De este encuentro resultaron 20 obreros muertos.
En estancia Dickie, Viñas Ibarra levantará campamento, descansa la tropa y se preparan los planes. En ese lugar se entera de que hay dos grandes grupos de huelguistas. Uno, de 300 más o menos, que opera en el lado norte de Lago Argentino. El otro grupo, más numeroso, tenia su base en la estancia "La Anita" de Menéndez Behety, aquí se encontraba Antonio Soto.
El 2 de diciembre, Viñas Ibarra, con 20 hombres cruza el rió Santa Cruz en bote y sorprende a un grupo de 10 huelguistas, que al advertir la presencia militar se entregan sin oponer resistencia. Esto basta para que el grupo de obreros que se encuentra en La Leona se desanime totalmente. Sin dirigentes y sin víveres deciden enviar dos delegados a hablar con Viñas Ibarra y analizar las posibilidades de un arreglo. Los delegados les repiten al capitán las mismas condiciones de siempre: la liberación de los presos detenidos por cuestiones sociales y el cumplimiento del pliego. Viñas Ibarra les responde que tienen 24hs. para rendirse incondicionalmente o los someterá por la fuerza. Antonio Soto hace un ultimo esfuerzo y cruza el lago para hablar en la asamblea de esa noche. Y es así, que en ella se resuelve plegarse al grupo de "La Anita", cruzando el lago. Dicha resolución solo es acatada por una parte del proletariado, ya que otros tantos, la mitad más o menos, prefiere rendirse incondicionalmente.
La noche del 6 al 7 será tal vez la más terrible para Antonio Soto. Sabe que tiene al ejercito encima y sabe que su gente esta cansada. No se puede perder un minuto, por eso se llama a una asamblea. Esa noche los huelguistas discutirán horas enteras: los gallegos hablaran de la explotación capitalista, de la libertad, de la revolución social, etc etc. pero estas palabras no hacían eco en los oídos analfabetos de los tantos obreros chilenos. En un momento el chileno Juan Fariña clarifica la situación, dice que la cosa no da para mas, que ellos no han hecho la huelga para enfrentarse al ejercito ni para apoderarse de la tierra, lo único que quieren es que se los trate bien y se les pague lo merecido. Indica que ya no tiene sentido seguir escapando de los militares, que hay que parlamentar. La mayoría de la peonada lo apoya. Después hablara Pablo Shulz, él afirma que la única manera de triunfar es peleando, dice que no pueden negociar con los que han asesinado a sus compañeros en Paso Ibáñez y Punta Alta, y afirma que solo les queda combatir, organizarse, preparar las armas y luchar. Pero la dramática arenga del alemán Shulz no encontrara respuesta por parte de los huelguistas, nadie quería luchar. Llega el momento de Antonio Soto, quien propone seguir huyendo, seguir tomando rehenes y armas estancia por estancia, dice también, que en los militares no se puede confiar, que ya han fusilado a muchos compañeros y que lo harán también con ellos si se rinden. Aquí toma la palabra el chileno Fariña quien dirá que ya no tiene ningún sentido seguir huyendo, que cada vez están mas encerrados y van a tener mas fuerzas en contra. Indica que el gobierno es poderoso y que si no logra someterlos con un ejercito, mandará más. Finalmente termina afirmando que la única forma es negociar con el ejercito. Finalmente Soto propone enviar a dos hombres a negociar, él sabia que esto de nada serviría pero estaba tratando de ganar tiempo para convencer a los chilenos, que tanto miedo tenían. Esta propuesta es aceptada y dos chilenos son enviados al encuentro de Viñas Ibarra. La conferencia fue muy breve, el capitán ordena el fusilamiento de los delegados instantáneamente, estaba indignado, -¡Cómo dos chilenos, me van a venir a pedir condiciones a mí!. Entonces envía a "La Anita" a una comisión, que se entrevista con Antonio Soto. Las "condiciones" son rendición incondicional. Los dirigentes piden plazo de una hora y reúnen la asamblea. Aquí el gallego Soto dará el discurso de su vida, en un tono más que dramático, a los gritos llama la atención de todos. Intentando bajo todos los medios de conmover a los fríos obreros chilenos, pronuncia la siguiente arenga:
Os fusilaran a todos, nadie va a quedar con vida, huyamos compañeros, sigamos la huelga indefinidamente hasta que triunfemos. No confiéis en los militares, es la trilla más miserable, traidora y cobarde que habita la tierra. Son cobardes por excelencia, son resentidos porque están obligados a vestir uniforme y a obedecer toda su vida. No saben lo que es el trabajo, odian a aquel que goza de libertad de pensamiento. No os rindáis, compañeros, os espera la aurora de la redención social, de la libertad de todos. Luchemos por ella, vayamos a los bosques, no os entreguéis. Sois obreros, sois trabajadores, a seguir con la huelga, a triunfar definitivamente para conformar una nueva sociedad donde no haya pobres ni ricos, donde no haya armas, donde no haya uniformes ni uniformados, donde haya alegría, respeto por el ser humano, donde nadie tenga que arrodillarse ante ninguna sotana ni ante ningún mandón...
Aquí Schulz interviene y arenga para no entregarse y pelear ahí mismo. Pero la peonada no se ve para nada emocionada ni por Soto ni por el alemán, se vota y se resuelve por la gran mayoría la rendición incondicional. Schulz dice que esta absolutamente en contra pero que acatara la resolución de la mayoría. Soto, en cambio, no acata la medida. Él sabe que fusilaran a la gran mayoría, empezando por su vida. Mantiene un duro entredicho con el alemán Schulz y se despide diciendo: "yo no soy carne para tirar a los perros; si es para pelear me quedo, pero los compañeros no quieren pelear". Finalmente el gallego Soto escapa hacia Chile con un grupo de 12 hombres.
La decisión de la asamblea de "La Anita" daba por tierra con el movimiento huelguístico. Desaparecido Antonio Soto la Sociedad Obrera dejaba de existir. Solo quedaría en el norte "Facón Grande", aislado y perseguido por la caballería y la infantería naval.
Al llegar los soldados de Viñas Ibarra a la estancia "La Anita" la pregunta fue una sola "!Dónde esta Antonio Soto!", pero ni él, ni Varela encontrarían jamas al anarquista Soto. La huida del cabecilla causa gran disgusto a Viñas Ibarra, quien luego de liberar a los estancieros comienza la ardua tarea de separa a los cabecillas y a los delegados obreros para los posteriores fusilamientos. Esa noche no habrá descanso. La selección es estricta. Indudablemente entre el primer conjunto de ejecutados estuvo el alemán Pablo Schulz, quien fuera señalado por el comisario Pucheta. Esa noche y en los días posteriores se realizaría la mayor masacre del conflicto, en la estancia "La Anita" se fusilarían a unos 160 huelguistas sin ningún juicio previo. El castigo brutal a esta columna se explica porque para Varela éste era el grupo más peligroso y por ser el comandado por Antonio Soto. No hubo misericordia ni mucho palabrerío.

Capitulo X
Se apagan las ultimas luces
    Pero la completa paz del territorio no se había logrado todavía. En la zona de ferrocarril, de Deseado a Colonia Las Heras estaba "Facón Grande", que a pesar de haber quedado aislado, ya sin ningún apoyo en el territorio por haber desaparecido las columnas de Soto, Outerelo y Albino Algüelles, seguía levantando peonadas y proclamando la huelga general por tiempo indeterminado.
Facón Grande había hecho marchar a su gente en dos columnas, una en dirección a Bahía Laura, al sur de Puerto Deseado, que era el terreno donde era más baqueano, y la otra hacia Pico Truncado, en el Norte. Esta segunda columna se dirige a la colonia Las Heras, punto terminal del ferrocarril de Puerto Deseado. En Las Heras quedará el dirigente huelguista Antonio Echeverria a la espera de órdenes de "Facón Grande". Pero el 18 de diciembre se produce un nuevo encuentro con el ejercito por parte del grupo de Echeverria, estos no oponen resistencia y son llevados prisioneros a Deseado. A altas horas de la noche, se retiro a los cabecillas de la comisaria y se los fusilo junto a la orilla del río Deseado. Entre los muertos se cuentan a Antonio Echeverria, Maximiliano Pérez y R. Diachenko (ruso).
En tanto el grupo militar capitaneado por Varela ya estaba en la estación Jaramillo, dirijiendose hacia el oeste, donde un nuevo encuentro con los rebeldes lo recibiría. Al llegar a la estancia Jaramillo son avistados un grupo de huelguistas a los que se somete sin resistencia. De este "sometimiento" resultan 20 víctimas fatales, que seguramente intentaron huir o presentaron combate a la tropa. Varela logra recopilar algunos datos entre los detenidos, y así se entera que próximo a la estación Tehuelches se halla el campamento principal de los sediciosos, comandados por el celebre gaucho "Facón Grande". Sin pensarlo dos veces, el Tte. Cnel. se dirige al encuentro de la peonada huelguista, es así que llega el 20 de diciembre. Y es aquí quizá donde se produce el primer combate propiamente dicho de toda la campaña. Una columna de obreros sale al encuentro de Varela y se produce un tiroteo de unos 40 minutos, el cual tiene como saldo al militar Fischer muerto y por parte de los huelguistas 3 víctimas fatales. Por primera vez Varela encuentra una resistencia relativamente sólida, decide entonces replegarse hasta Jaramillo.
Es en este momento cuando un rehén, llamado Mario Mesa se ofrece como mediador con Varela. Mesa se dirigirá a Jaramillo acompañado por tres delegados de "Facón Grande" para proponerle la firma de un nuevo convenio rural y la liberación de todos los obreros presos, a cambio de la terminación de la huelga.
Varela conversara largamente con Mesa. Sobre esa conversación nunca mas se ha sabido nada. Lo que sí se sabe es que Mesa regresara a Tehuelches para decirle a "Facón Grande" que Varela acepta los puntos sugeridos, pero que primero exige la rendición de todos los huelguistas y la entrega de las armas. Mesa ofrece la garantia de su palabra de que serán respetadas todas las vidas humanas. En la asamblea obrera se resuelve la aceptación de la propuesta de Varela y el 22 se organiza la rendición, en estación Tehuelches.
Pero desde que las tropas de Varela toman contacto con la peonada, ya se sabia el final que muchos de ellos iban a correr. Casi repentinamente la palabra de este tal Mesa, se desvanecio. Luego de la entrega de las armas, "Facón Grande" es aislado y recibe la paliza de su vida. El gaucho sin entender mucho, solicita hablar con el Tte. Cnel. Varela, para que este cumpla con lo pactado, pero ante la nula respuesta de los súbditos militares sabrá que su serte esta echada. Esa noche "Facón Grande" es fusilado. Junto con él caen otros 35 obreros, víctimas de las balas del 10 de caballería.

Capitulo XI
For he is a jolly good fellow
    La huelga estaba terminada. Gracias el arduo trabajo del valiente Tte. Cnel. Varela el orden en la Patagonia estaba restablecido. Los estancieros no mezquinarán homenajes a los militares argentinos. Los agasajos a Varela en las ciudades santacruceñas serán emocionantes hasta las lagrimas. Y no era para menos, la Sociedad Rural le debía eterno agradecimiento al 10 de Caballería. Es así que el 10 de noviembre (un tiempo antes de que se someta a las columnas de "Facón Grande") la Sociedad Rural dispone los nuevos sueldos que regirán en la región:
Señores estancieros: La Sociedad Rural ha dispuesto fijar la siguiente escala de sueldos para el personal de las estancias:
Esquiladores, por cada 100 animales $12
Peones, en general, por mes $80
Carreteros $90
Peones jornaleros, por día $5
Ovejeros, por mes $100
Cocineros $120
Prensadores de fardos $150
Arreos - Ovejeros con caballos por día $12
Peones de arreo por día $5

Ovejeros de estancia $5 extra
Estos precios comenzaran a regir desde el 15 del corriente mes.
Río Gallegos, diciembre 10 de 1921
(Fdo.) Ibón Noya, presidente; Edelmiro A. Correa Falcón, secretario gerente.
De esta manera los estancieros, sin autorización de nadie, dictan un nuevo convenio por el cual se rebajaban notablemente los salarios, evadiendo abiertamente el laudo Yza. Pero es conveniente comparar las cifras de los sueldos para entender el porque de tanto agasajo al Tte. Cnel. Varela y a su 10 de Caballería:
Peones $120 (ahora, $80)
Carreteros $130 (ahora, $90)
Ovejeros $140 (ahora, $100)
Cocineros $160 (ahora, $120)
Arreos, día $25 (ahora, $12)
De todo este conflicto, finalmente los únicos que salieron victoriosos fueron los estancieros, ya que hasta el mismísimo Tte. Cnel. Varela tuvo problemas por la crueldad de sus procederes.
Con un saldo de mas de 1000 obreros muertos se cerraba este capitulo negro de la historia argentina.

Capitulo XII
La venganza sin fin
    Las huelgas patagonicas ya son historia, el Tte. Cnel. Varela ha perpetrado una de las masacres más grandes de la historia argentina. Los "intereses británicos" ya están a salvo y los estancieros, ahora mas que nunca, pueden dormir tranquilos. Pero no todas son color de rosa para Varela, la opiniones en Buenos Aires están divididas. Muchos le recriminan la dureza de su represión, los diarios con el correr de las semanas comienzan a darle un tinte diferente a los sucesos, y lo que antes era la defensa de la patria, poco a poco se fue convirtiendo en la masacre del militar yrigoyenista. Pero no solo a nivel político era discutido Varela, sino que en las mismísimas fuerzas armadas habían quienes desaprobaban sus procederes. En el ámbito social, los trabajadores lo odian, es llamado Sanguinario y Asesino por toda la masa obrera. Desde las altas cúpulas del poder lo dejan solo, "Se le fue la mano" dirán. El propio Yrigoyen se lavo las manos, nunca se lo oyó hablar de lo sucedido en la Patagonia. Él y Alvear guardaron silencio. Cuando hubo que definirse y ascender a coronel a Varela –como le correspondía por mérito y antigüedad- los pliegos quedaron demorados en el Senado.
Pero todo era ya palabrería, la masacre estaba efectuada y le orden restablecido. Todo volvía a la normalidad para el Tte. Cnel. Varela, aunque no por mucho tiempo.
El 27 de enero de 1923, el Tte. Cnel. Varela es asesinado en la puerta de su domicilio por una atentado anarquista.
El asesino al llevar a cabo la acción, fue herido al cubrir a una niña que se interpuso ante él en el momento del ataque, por lo cual esquirlas de la bomba que arrojara al militar dieron en su pierna imposibilitando su escape. La "justicia proletaria" se había llevado a cabo.
El agresor es un tal Kurt Gustav Wilckens, anarquista alemán de tendencia tolstoiana, enemigo de la violencia. Pero que cree que ante la violencia de arriba, en casos extremos, la única respuesta debe ser la violencia. El alemán se vio conmovido por los sucesos de Santa Cruz y en un acto romántico decidió vengar a sus hermanos de clase. Dirá Wilckens:
No fue venganza; yo no vi en Varela al insignificante oficial. No, él era todo en la Patagonia: gobierno, juez, verdugo y sepulturero. Intenté herir en él al ídolo desnudo de un sistema criminal. ¡Pero la venganza es indigna de un anarquista! El mañana, nuestro mañana, no afirma rencillas, ni crímenes, ni mentiras; afirma vida, amor, ciencia; trabajemos para apresurar ese día.
La figura de Wilcken causa una gran impresión. Hombre alto, rubio, fino, bien educado. Numerosos políticos hacen cola para intercambiar algunas palabras con el alemán.
Los periódicos obreros "santificaran" su imagen, se hacen innumerables campañas por él, quizá solo comparables, en numero, con las realizadas por Sacco y Vanzetti. Esto dirá en periódico La protesta:
Compañero nuestro, hermano grande. Te has sacrificado por todos los que hemos soportado la dura afrenta de tener que presenciar impotentes, la degollación de tantos hermanos. Te has sacrificado por vengarlos; pero tu sacrificio nos humilla con su formidable grandeza; con su inconmensurable magnitud. Quedamos al lado de tu personalidad moral como quedaría la Tierra si pudiera ser puesta al lado de Júpiter. Tu gesto ha sido un gesto del infinito, y nosotros somos apenas partículas de ese infinito. (...)
Los partidos de izquierda llegaron a pelearse por defender su imagen, los sindicalistas quisieron congraciarse con el pueblo trabajador glorificando la imagen del vindicador.
Pero la venganza no estaba tan lejos, tras unos meses en la cárcel Wilckens fue muerto a manos de Pérez Millán, un miembro de la liga patriótica y que fue rehén durante las huelgas patagonicas.
Al difundirse la noticia del asesinato de Kurt, se realizaron paros en todo el país, todos los sindicatos proclamaron la huelga, pero un tiempo mas tarde los únicos que continuaron con la huelga fueron los anarquistas, en tanto que los sindicalistas volvieron al trabajo. La huelga libertaria proclamada "hasta las ultimas consecuencias" termino en tragedia. La policía intervino en el acto que se estaba llevando a cabo en la F.O.R.A. y se produjo un gran tiroteo en el que varios anarquistas resultaron muertos.
Pero no todo termina ahí, otro anarquista llamado German Boris Wladimirovich al enterarse que el asesino de Wilckens se encontraba internado en una clínica psiquiátrica se hizo pasar por loco y así logro ser trasladado desde la temible cárcel de Usuahia al mismo hospital. Allí llevo a cabo un gran plan y logro vengar a Wilckens sin dejar rastro.
Conclusión
    Una vez mas, la intervención de "los representantes del pueblo" fue para defender los intereses de las minorías poseedoras. El totalmente justo reclamo obrero recibió como respuesta gubernamental persecuciones y fusilamientos. La crueldad del Tte. Cnel. Varela y los suyos, es solo comparable con los procedimientos de limpieza que años mas tarde efectuara la triple A.
La responsabilidad que recae sobre el presidente Yrigoyen es total, su complicidad para con los procederes del 10 de Caballería lo hacen tan culpable como al mismo Varela.
Resulta curioso ver como al ser aprobado el "Convenio de Capital y Trabajo" son los estancieros, bajo la representación de la Sociedad Rural, los que deciden no cumplirlo y de esta forma ponerse al margen de la ley. Resulta curioso porque serán ellos mismos los que meses mas tarde alzaran las banderas del orden y el respeto a las instituciones. Y más curioso resulta cuando a poco de logrado el desenlace del conflicto, la Sociedad Rural, independientemente del gobierno, fija las nuevas tarifas de los sueldos, desconociendo el laudo Yza y todas las conquistas sindicales. Parece que las leyes solo rigen para el pueblo, que a los estancieros o a los grandes capitalistas no les llegan las restricciones legales. Lo más triste es que esto ocurre con toda vigencia en la actualidad, ninguna de las grandes empresas respeta al Contrato de Trabajo o al articulo 14 bis. Todo ello se lleva a cabo ante la pasividad de la población, pero cuando se pone en riesgo la propiedad privada, toda la sociedad y los medios de comunicación ponen el grito en el cielo.
Es necesario hacer un párrafo aparte para los siempre objetivos medios de comunicación. A lo largo de todo el conflicto la tendencia de los mismos fue obvia. Siempre tomaron como ciertos los testimonios de los estancieros y jamas se preocuparon por investigar a fondo los porqués de la huelga. A la distancia parece increíble como los diarios y la prensa en si, le mentía a la gente... Será cuestión de analizar mejor a los medios de hoy en día, no valla a ser que en unos 50 años nos veamos como unos ingenuos.
Los pretextos que usaron los militares para justificar su proceder fueron dos, el que hablaba de un intento de revolución anarquista y el que indicaba que la huelga era organizada por militares chilenos para apropiarse de la Patagonia. Estas dos hipótesis son totalmente falsas. Primero que, como veremos a continuación, los huelguistas no querían enfrentarse al ejercito y si bien, en algunas asambleas se hablo de revolución social y libertad, el único fin era hacer cumplir el convenio. La segunda tesis militar fue un absurdo, fue claramente confirmado que las fuerzas represivas chilenas actuaron junto con las argentinas en la sofocación de la subversión.
Esta huelga, como muchas otras de inicio de siglo, poco tienen que ver con los paros CGTistas de fin de siglo. En aquellos tiempos la solidaridad era algo entre la masa de los trabajadores, un claro ejemplo es la huelga de Ingeniero White, en 1907. Es un paro general que alcanza a la Capital y a Rosario. Resulta realmente imposible pensar hoy en día una huelga a nivel nacional en solidaridad con los compañeros de Cutral- Có, por ejemplo. El sindicalismo de fin de siglo se ha vendido al mejor postor, es triste decirlo, pero es cierto. Los obreros del ´20, del ´30 eran TRA-BA-JA-DO-RES con todas las letras, estaban comprometidos con un ideal de justicia e igualdad y luchaban por ello... era gente realmente romántica, peleando por un hermoso porvenir. Pero esa valentía, esa entrega, ese dar la vida por un ideal quedo sepultado bajo un balcón presidencial generoso.
Es realmente patético hacer una comparación entre los delegados sindicales de hoy y los de antes, es a decir verdad una falta de respeto.
Y para finalizar con esta conclusión y con este trabajo, elegí citar estas sabias palabras del historiador Bayer que reflejan con exactitud mi punto de vista:
Kurt Wilckens, Antonio Soto, el gallego Outerelo, el entrerriano "Facón Grande", el alemán Shultz, el chileno Fariña, Albino Arguelles, German Boris Wladimirovich, fueron los llamados héroes del pueblo en volantes, publicaciones clandestinas, y en el recuerdo de los obreros luchadores de pasadas épocas. La memoria histórica los ira rescatando a medida que los modelos de las sociedades argentinas de estos últimos tres cuartos de siglo vayan mostrando que no todos sus hijos pueden vivir con dignidad.
A ninguno de esos luchadores vino nunca la mano piadosa de algún fraile descalzo a ponerle siquiera una cruz de palo. Ni un padrenuestro murmurado rápidamente para que Dios los perdone por la debilidad de pedir por los feos, los pobretes, la piojeria.
Pero Menéndez y Braun están entronizados en las imágenes y las paredes de la capilla de Patrocinio de San José, en el solar de Ayacucho 1064, en pleno Barrio Norte de Buenos Aires.