domingo, 3 de junio de 2012

La Revolución de Asturias (1934)


A continuación 3 trabajos que intentan dar cuenta de los sucesos revolucionarios del 34 en Asturias. El primero fue publicado por el Foro de la CGT –Confederación General del Trabajo- de España. El segundo y el tercero son extractos del libro de Manuel Villar, “El Anarquismo en la insurrección de Asturias”. El tercero es un


“La Revolución Española de 1934” o "De cómo la República traicionó los deseos de los trabajadores"

Publicado en espacio de Foro de la CGT
 –Confederación General del Trabajo- de España.

Fueron los momentos más divertidos y esperanzadores que he vivido en los últimos tiempos, en la sana compañía de grandes y anónimos revolucionarios que pretendieron materializar el mundo nuevo que llevaban en los corazones. Mineros, trabajadores de todo oficio y condición, campesinos… Todo un pueblo, en fin, decididamente lanzado a la construcción de una sociedad definitivamente justa e igualitaria. De la Revolución del 34 acaban de cumplirse 75 años, pero veamos cómo empezó todo.
Tras las elecciones generles de 1933, los centristas del Partido Radical de Lerroux forman un gobierno monocolor minoritario apoyado por la Confederación Española de Derechas Autónomas, liderada por Gil Robles. En Octubre de 1934, la CEDA, partido antirrepublicano, retira su confianza al gobierno radical y exige participar en el mismo, por lo que se incluyen tres ministros derechistas en el gabinete.
Los obreros se alarman por esta decisión, pues están viendo cómo la democracia parlamentaria burguesa ha abierto el camino al poder a los nazis en Alemania y a los fascistas en Italia, y no están dispuestos a que en España suceda lo mismo permitiendo la derechización de una república que tanto les ha costado conquistar.
El día 5, en Madrid, UGT declara la huelga general. CNT no apoya la movilización por imposibilidad de hacerlo, pues, en la capital, la organización había sido prohibida y sus militantes perseguidos y vigiladas sus actividades, por lo que solo podía moverse en la clandestinidad. Los revolucionarios intentaron el asalto a la Presidencia del Gobierno, pero las fuerzas represivas a su servicio, después de dos horas de intercambio de disparos, dominaron la situación y encarcelaron a los dirigentes socialistas que apoyaron la sublevación.
En Bizkaia y Gipuzkoa los nacionalistas no apoyan la revolución, pero la UGT toma las cuencas mineras y las zonas industriales, manteniéndolas en su poder hasta el día 12, en que los obreros fueron vencidos por la intervención del Ejército.
En Aragón, Extremadura y Andalucía no cuajó la revolución porque los campesinos estaban ya agotados por las recientes luchas y huelgas que se produjeron durante los meses de marzo, abril y junio.

CATALUNYA
Muy distinta fue la acogida de la Revolución en Catalunya. Reproduzco el manifiesto que el presidente de la Generalitat, Lluis Companys, de Esquerra Republicana de Catalunya, difundió en la noche del 6 al 7 de octubre:
"Catalanes: las fuerzas monarquizantes y fascistas que de un tiempo a esta parte pretenden traicionar a la República han logrado su objetivo y han asaltado el poder. Los partidos y los hombres que han hecho públicas manifestaciones contra las menguadas libertades de nuestra tierra, los núcleos políticos que predican constantemente el odio y la guerra a Cataluña, constituyen hoy el soporte de las actuales instituciones. En esta hora solemne, en nombre del pueblo y del parlamento,el gobierno que presido asume todas las facultades del poder en Cataluña, proclama el Estado Catalán de la República Federal Española, y al establecer y fortificar la relación con los dirigentes de la protesta general contra el fascismo, les invita a establecer en Cataluña el gobierno provisional de la República,que hallará en nuestro pueblo catalán el más generoso impulso de fraternidad en el común anhelo de edificar una República Federal libre y magnífica".
Esta declaración provocó la proclamación de estado de guerra y la intervención del Ejército, que domina rápidamente la situación después de algunos enfrentamientos en los que perecieron alrededor de cuarenta personas. La autonomía catalana fue suspendida por el Gobierno y Lluis Companys detenido. También fue detenido Azaña, quien se encontraba casualmente en Barcelona para asistir al funeral de Jaume Carner, que fue ministro de su gobierno cuando él era presidente.

LA REVOLUCIÓN ASTURIANA
Fue en Asturias donde, gracias a las heroicas y decididas acciones de los mineros, la Revolución del 34 alcanzó su cénit. Se trató de una auténtica insurrección coordinada entre las diferentes fuerzas de la izquierda asturiana, agrupada bajo las siglas UHP (Uníos Hermanos Proletarios, Uníos Hijos del Proletariado o Unión de Hermanos Proletarios. Las tres versiones aparecen en carteles y panfletos de la época) En esta Alianza Obrera se encuadraron la Federación Socialista Asturiana del PSOE, la UGT, la Confederación Regional del Trabajo de Asturias, León y Palencia de la CNT, y las organizaciones trotskistas Bloque Obrero y Campesino (BOC) e Izquierda Comunista. Al Partido Comunista de España (PCE) que solicitó su ingreso en septiembre de 1934, no se le permitió la adhesión hasta que no retiró de su petición todos los puntos que hacían referencia a su antitrotskismo. Tanto socialistas como anarquistas fueron inflexibles en este extremo: ante todo, unidad de aacción y nada de enfrentamientos intestinos.
(Reflexión sobrevenida: "¿Dónde coño están aquel PSOE y aquella UGT?")
El PCE firmó, por fin, su ingreso en UHP, pero, sin embargo, su afán de partido conductor de todas las iniciativas le hizo redactar el 4 de octubre, tan sólo 24 horas antes del inicio de la Revolución, un panfleto que fue distribuido por las cuencas mineras y que, entre otras lindezas, decía:"¡Trabajadores! No os dejéis engañar por ese falso camino que os brindan para la unidad. Vuestros jefes os traicionan. La Alianza Obrera es el nervio vivo de la contrarrevolución ¡Abajo la Alianza Obrera de la traición!" En fin, como siempre, intentando protagonizarlo todo y sacar tajada de todas partes, de la UHP y de los opuestos a la UHP. Tan sólo cuando, horas más tarde, el PCE comprendió que el movimiento era imparable, se convirtió en su mayor defensor.
Y llegó el día 5. Los mineros disponían de armas y dinamita y la revolución estaba muy bien organizada. En Oviedo se proclamó la República Socialista Asturiana y se atacaron lo puestos de la Guardia Civil, los ayuntamientos y otras instituciones de los poderes burgueses. A los tres días casi toda Asturias estaba en manos de los mineros, incluidas las fábricas de armas de Trubia y La Vega. A los diez días, unos 30.000 trabajadores forman el Ejército Rojo y desde el Gobierno se considera que la revuelta es una guerra civil en toda regla, por lo que Lerroux y Gil Robles deciden adoptar medidas enérgicas, entre las que destacan la de llamar a los generales Goded y Franco (que tenía ya experiencia por haber participado en la represión de la huelga general de 1917 en Asturias) para que dirijan el ataque contra los revolucionarios desde el Estado Mayor de Madrid. Estos recomiendan que se traigan de África tropas de la Legión y de los Regulares, pues tienen experiencia en combates y, además, psicológicamente, infunden pánico entre los ciudadanos, pues estos mercenarios tienen permiso para asesinar, violar y saquear a la población sometida: victoria -por cualquier método- a cambio de botín (el cabrón de Franco ya apuntaba maneras) Tampoco se recomienda la participación de jóvenes reclutas peninsulares por la impredecible reacción del pueblo ante sus posibles muertes y, porque al fin y al cabo, eran hijos del proletariado. También se temía el testimonio que pudieran difundir sobre la feroz represión que ya tenían planeada.
Mientras esto sucedía, el Ejército Rojo Asturiano se planteaba una marcha sobre Madrid, iniciativa que fue abortada por el rápido sitio militar al que fue sometida la recién nacida república rebelde. Poco antes del brutal allanamiento de Asturias, la aviación lanzó sobre Mieres el panfleto que sigue:
"Rebeldes de Asturias, rendíos. Es la única manera de salvar vuestras vidas: la rendición sin condiciones, la entrega de las armas antes de 24 horas. España entera, con todas sus fuerzas, va contra vosotros, dispuesta a aplastaros sin piedad, como justo castigo a vuestra criminal locura. La Generalidad de Cataluña se rindió a las tropas españolas en la madrugada del domingio. Companys y sus hombres esperan en la cárcel el fallo de la Justicia. No queda una huelga en toda España. Estáis solos y vais a ser las víctimas de la revolución vencida y fracasada. El daño que os han hecho los bombardeos y las armas de las tropas no son más que un triste aviso del que recibiréis implacablemente si antes de ponerse el sol no habéis depuesto la rebeldía y entregado las armas. Después iremos contra vosotros hasta destruiros sin tregua ni perdón. ¡Rendíos al gobierno de España! ¡Viva la República!"
Y así fue: sin tregua ni perdón. El general López Ochoa, comandando las fuerzas militares gubernamentales, y el aún coronel Yagüe, al frente de sus embrutecidos legionarios apoyados por la aviación, avanzaron devastadoramente sobre Oviedo, primero, y, poco después, sobre Gijón. La resistencia revolucionaria fue heroica, llegando, en ocasiones, a la lucha casa por casa, pero infructuosa debido a la enorme diferencia de efectivos y medios.
El día 19 todo había terminado y comenzaba la dura represión que se extendió por el pueblo asturiano

EXPERIENCIAS LIBERTARIAS
CNT aprovechó la Revolución para construir en positivo experiencias de Revolución Social, de comunismo libertario. Éstas se dieron, principalmente, en el barrio gijonés de El Llano y en la localidad minera de La Felguera, que llegó a denominarse "La Comuna de La Felguera"
En estos lugares "se procedió a regularizar la vida de acuerdo con los postulados anarquistas: socialización de la riqueza, abolición de la autoridad, del capitalismo y hasta del dinero. Para la organización del consumo se creó un Comité de Abastos, con delegados por calles establecidos en las tiendas de comestibles, que controlaban el número de vecinos por cada calle y procedían a la distribución de los alimentos. Este control por calle permitía establecer con facilidad la cantidad de pan y de otros productos que se necesitaban…" (Manuel Villar en "El Anarquismo en la Insurrección de Asturias: la CNT y la FAI en octubre de 1934")
Todas las decisiones se dejaron en manos de las asambleas populares y ningún servicio ni rama de producción dejó de funcionar en esta quincena revolucionaria: sanidad, fluido eléctrico, minas, talleres… en fin, toda una experiencia de autogestión que no volvería a repetirse hasta las colectividades libertarias durante la guerra civil.

 

 

“La Felguera en la Revolución”

Extracto del libro de Manuel Villar,
El Anarquismo en la insurrección de Asturias”.

Puede considerarse a esta población como el centro vital de irradiación del comunismo libertario a través de la rebelión de octubre. Hasta entonces, La Felguera es el punto más importante de la lucha social en Asturias, a causa de su espíritu solidario y combativo, que ha jalonado más de un cuarto de siglo de historia del proletariado con sus luchas continuas y formidables. La Federación Local de Sindicatos Únicos reunía en su seno a los metalúrgicos, paletas, mineros y un Sindicato de Oficios Varios, 4.000 miembros aproximadamente. 
La industria metalúrgica es la que da vida a esta población, de unos 18.000 habitantes. La gran fábrica Duro Felguera (laminados de hierro, fundición, altos hornos, etc.), puede considerarse como el aglutinante a cuyo alrededor se fue formando este pueblo inquieto y rebelde.
Ya producida la revolución, los anarquistas de La Felguera brindaron a su triunfo sus energías mejores y la preciosa experiencia adquirida a través de una vida de lucha implacable contra la reacción yel capitalismo. La Felguera ha desempeñado en la insurrección un papel importante. Siempre animosa y siempre vigilante para extender con sus armas, sus hombres y sus iniciativas el triunfo de la revolución, nos recuerda aquella otra comuna heroica y solidaria de Cronstadt [*], en el seno de la Revolución rusa. Sus hombres fueron llamados a otros pueblos para ayudar a organizar la vida sobre el modelo de La Felguera como ocurrió en Nava, Noreña y Pola de Siero, donde formaron parte de los comités revolucionarios. En relación al volumen de su organización, la labor realizada por los anarquistas fue enorme y supieron rodearse de muchas simpatías.
* Isla, situada en el golfo de Finlandia, a unos 30 km. de San Petersburgo que había sido decisiva en la revolución del 17; sufrió un terrible asedio en 1921 cuando aquellos mismos, que habían asegurado el éxito de la revolución, se sublevaron, ante la extrema escasez de víveres contra el Partido bolchevique. [N.de los Ed.]
Como ya hemos destacado en otro punto, el valle de Langreo nos muestra los dos aspectos de la insurrección asturiana. La Felguera y Sama, de población más o menos aproximada, son la más expresiva representación del anarquismo y del socialismo. Un puente divide dos experiencias revolucionarias, dos sistemas de convivencia social. Una misma población escindida tradicionalmente. En el ala norte, comunismo libertario; en el ala sur, socialismo marxista. 
Sama, de una influencia preponderante durante todo el movimiento, se convierte a partir del 11 de octubre en el centro de la insurrección socialista en Asturias. La Felguera es, desde el primer instante también, el eje sobre el que descansa el grueso de los esfuerzos anarquistas .
Sama, con su ejército rojo y con su tendencia franca a la dictadura del proletariado, nos da la impresión de una rígida disciplina de hierro. 
En la Felguera, en cambio, la espontaneidad revolucionaria de las masas enlaza perfectamente en la organización. Espontaneidad y organización no son incompatibles. Cada uno de estos factores se robustece apoyándose en el otro. Sin aplastar la iniciativa, respetando y ampliando la libertad, La Felguera nos brinda un magnífico ejemplo de organización coherente y eficaz en todos los aspectos. El individuo no se siente opreso por el ordeno y mando de los comités. Al contrario comprende que él es factor de reconstrucción y siente en sí mismo la responsabilidad revolucionaria que le incumbe. Tampoco la estructuración social que se da este pueblo excluye el uso de la energía. Hay que racionar las provisiones y se racionan para todos. Se está en plena revolución y no puede admitirse el dispendio individual.
Sama y La Felguera son el resultado de los dos factores que desencadenaron la revolución de Astucias: U.G.T. y C.N.T. Los dos aspectos constructivos y cuantitativos de la revolución. Siendo Astucias un feudo tradicional del socialismo, necesariamente la influencia de éste tenía que ser más extensa. 

Primeros Chispazos -Toma del Cuartel
El día 4 la efervescencia era enorme en todo el valle de Langreo. La impaciencia devora al proletariado que se agolpa en muchedumbre compacta en los locales de los sindicatos. De La Felguera sale una delegación a la Casa del Pueblo de Sama, donde es informada que se esperan órdenes de Madrid. 
Pero no Ilegó a La Felguera ningún aviso oficial dando la consigna de iniciar el movimiento. Só1o una confidencia personal de un miembro de las juventudes socialistas de Sama, anunciando, como cosa segura el estallido del movimiento para las primeras horas del día 5. El proletariado no duerme; se moviliza. Los compañeros de La Felguera disponen las armas. Cuentan con 400 fusiles, ó ametralladoras pesadas de guerra y abundancia de dinamita y granadas, todo ello adquirido con el esfuerzo pecuniario de los trabajadores. Existe una ansiedad formidable para lanzarse a la lucha. 
Al amanecer del día 5 se oye en Sama una potente explosión. Es la señal. Poco después descargas cerradas de fusilería y estampidos de dinamita. Es el asedio a los cuarteles que comienza al otro lado del puente.
En La Felguera se ultiman aceleradamente los preparativos. Ya están listas las ametralladoras, fusiles y pistolas. A las seis de la mañana del día 5 comienza el ataque al cuartel de la Guardia civil; un sólido edificio de cemento armado situado estratégicamente en el barrio Urquijo, con dominio sobre la carretera de Gijón. El edificio es rodeado por cerca de cuatrocientos revolucionarios. Se inicia vivo fuego de fusilería. Los guardias se defienden encarnizadamente desde su parapeto. En esas condiciones costará tomar el cuartel, pues desde  cada ventana se hace fuego graneado. Hay que ahorrar municiones y vidas de revolucionarios. Se resuelve mantener el cerco para evitar la salida de los guardias, interrumpiendo el ataque hasta organizarlo en mejores condiciones, esa misma noche.
Por la noche se invita a los vecinos de todas las fincas que rodean el cuartel a que las desalojen para evitar víctimas inocentes. Bien pronto las casas fronteras y cercanas quedan vacías de habitantes. Se  intima entonces a los guardias ala rendición y éstos se niegan. Los grupos, ya dispuestos, inician el segundo ataque. Unos grupos, desde lugares adecuados, tienen la misión de entretener a los guardias con fuego de fusil y de ametralladora, sin dispendio de balas, pues se trata solamente de atraerlos hacia el frente del edificio mientras otros grupos se disponen a operar con dinamita por la parte trasera. El pueblo en masa asiste al cerco. A las tres de la mañana una gran explosión remueve hasta los cimientos del cuartel y una parte del edificio se hunde con enorme fragor. Entre los escombros perecieron dos guardias y una de sus mujeres. Los demás abandonaron las armas y huyeron, sin que los revolucionarios se ensañaran con ellos. La toma del cuartel le costó la vida a dos compañeros. 
En el lapso de tiempo que va del primero al segundo ataque, los revolucionarios no perdieron el tiempo. Se desarrolló un plan completo de toma del pueblo y afirmación de la revolución. Se posesionaron de la tenencia de Alcaldía. La iglesia fue incendiada. Se hicieron también dueños del convento de frailes dominicos, entregando a las llamas las imágenes y, sobre todo, se recorrieron las casas de todos los significados como enemigos de la revolución, procediendo a su desarme total, como medida de garantía. En los edificios que habían sido oficiales flameaba la bandera roja y negra de la anarquía. 
Realizadas estas operaciones, antes de comenzar el segundo ataque al cuartel, se nombró el Comité Revolucionario. Las Escuelas Cristianas se convirtieron en cuartel general de la revolución. Proclamada la socialización de la riqueza se procedió ala incautación de la fábrica Duro Felguera, desarmándose a los 1ó guardas jurados, con lo que el arsenal de los insurrectos se enriqueció con nuevas armas. Su director Lucio Villegas y los demás ingenieros, quedaron prisioneros con guardia a la vista, en la Casa República. 
Ya tomado el cuartel, la situación quedó en absoluto bajo el control de los revolucionarios. Se convoca entonces al pueblo a asamblea popular .Fue aquella una congregación impresionante del proletario en masa -hombres y mujeres- dominado por una emoción y un entusiasmo indescriptibles. Se adoptó el comunismo libertario como sistema de convivencia; se ratificó en sus puestos a los miembros del Comité Revolucionario. Inmediatamente comenzó la reorganización económica y social sobre las nuevas bases que libremente el pueblo había elegido. La moneda quedaba anulada; los medios de producción y consumo socializados; la autoridad del Estado abolida.
C.N.T. - A.I.T.

El Comité Revolucionario de Valdesoto [*], al pueblo en general 
Triunfante la Revolución social en infinidad de pueblos de Asturias y provincias, este comité se pone en relación con el pueblo para daros a conocer lo siguiente: 
Según acuerdos del pueblo reunido queda abolida la propiedad privada y con ésta la moneda. El pueblo para mantener sus necesidades alimenticias o de otra índole debe dirigirse a los comités de reparto residentes en Lagarón y Paes los cuales entregarán vales para dirigirse a los comercios por toda clase de artículos . 
El comité revolucionario advierte a todos aquellos compañeros que no se hayan incorporado al movimiento se den cuenta de la falta moral que cometen, y lo hagan inmediatamente.
NOTA. Si algún comerciante o almacenista se negase a dar artículos será inmediatamente juzgado por el Tribunal del pueblo
Viva el Socialismo Libertario
EL COMITÉ»
* Valdesoto fue uno de los pueblos adonde llegaron los anarquistas de Carbayín y La Felguera, en su propósito de extender el área de la revolución Iibertaria. He aquí el manifiesto donde, en nombre de la C.N.T., se proclama el comunismo libertario.

REORGANIZACIÓN ECONÓMICA y SOCIAL
Consumo
La primera labor del Comité fue organizar el abastecimiento de  la población. El dinero carece de valor. Para resolver la cuestión del consumo se establece un Comité de Abastos que funcionó enlazado con otro de Distribución. El Comité de Abastos tenía la misión de procurar los artículos de primera necesidad, cuyo detalle y cantidad especificaba el de Distribución. Este último Comité dividió la población en barriadas , con delegados en las mismas que conocían a sus habitantes y, por tanto, las necesidades a cubrir. Los delegados de barriada establecían el número de personas por barrio y fijaban el total del pan que fabricar y de los productos que distribuir .
Resultaba así una distribución racional, adaptada a las necesidades de la población; este mecanismo funcionó con éxito completo durante las dos semanas que duró la comuna felguerina. 
El Comité de Abastos se hacía cargo de la harina existente -por ejemplo- la que facilitaba a las panaderías en la medida de las necesidades populares, conociendo a la vez día por día las existencias de este producto y previendo la renovación incesante de las cantidades . Siempre quedó en la fabricación del pan un margen de abundancia. 
El estado de convulsión de Asturias; la gigantesca masa de combatientes concentrada en los diversos frentes de lucha y que tenía que ser abastecida; la interrupción de la producción, a la vez que la perspectiva de una larga lucha, hacía ser avaros y previsores a los revolucionarios. Había que tender la vista hacia el futuro. De ahí los diversos sistemas de racionamiento. 
La Felguera también se preparaba en este aspecto. Los comités de Distribución y de Abasto fijaron en un manifiesto el consumo que correspondía por persona en relación a las existencias de productos: 
«El Comité de Distribución de La Felguera.
«Al pueblo en general:
«Las circunstancias en que hoy nos encontramos nos obligan a estar constantemente aconsejando a todos los ciudadanos acudan en nuestra ayuda para poder salvar las horas difíciles que en estos momentos vivimos. Nunca como en esta ocasión se pueden disculpar mejor todas las equivocaciones y rectificaciones que tengamos y nos veamos precisados a hacer. Siempre tuvimos muy en cuenta las complejidades que, en situaciones como en la actual, habría de tener la distribución de aquellos elementos más indispensables para nuestra existencia, y por eso hoy no desmayamos. 
«Solo pedimos que se nos comprenda y que se nos ayude. 
«Nos vemos precisados a racionar el consumo a causa de la escasez de víveres. La distribución que veníamos haciendo de los artículos alimenticios no responde a la buena administración que nosotros quisiéramos hacer, por los pocos escrúpulos de algunas gentes. Por este motivo, a partir de hoy, día 11, la distribución de los alimentos de que podemos disponer se hará de la manera siguiente:
«Dos de familia tendrán derecho a consumir 2'50 pesetas; tres, 3'10; cuatro, 3'70; cinco, 4'30; seis, 4'90; siete, 5'50; ocho, 6'10; nueve, 6'70; diez, 7'30; once, 7'90; doce, 8'50. 
«Notas.- Se advierte a todos que, aunque en el vale que se extenderá figure el valor de los artículos en pesetas, no por ello ha de entenderse que el importe del vale será satisfecho en moneda, sino que se hace así con el objeto de racionar mejor el consumo, quedando, por lo tanto, suprimida la circulación de la moneda. Cada familia no tendrá derecho aun vale más que cada dos días. El pan se dará en un vale aparte, a razón de medio kilo por cabeza suprimiendo los medios kilogramos cuando el número de familia sea impar.» 
El Comité de Abastos organizó diversas salidas por el Este, a los pueblos no alcanzados por la insurrección. Abrían la marcha tres camiones con fusileros y seguían otros tres para cargar alimentos. No encontraron resistencia en estas salidas .Algunos pueblos fueron rápidamente evacuados por la Guardia civil al llegar los combatientes de La Felguera. Se aprovisionaba la caravana cargando los camiones y se emprendía el regreso. En Infiesto, los gerentes de los bancos locales aparecieron solícitos a entregar las llaves de las cajas fuertes. Pero los revolucionarios de La Felguera, románticos y generosos hasta la exageración en este aspecto, despreciaban el ofrecimiento del metal. 

Altos hornos y blindaje de camiones 
Los trabajos indispensables fueron organizados en plena lucha,  adaptándolos a las necesidades de la subsistencia y transformando, en la medida en que la situación la reclamaba, las industrias de paz en industrias de guerra. En los talleres de la Duro Felguera se comenzó el blindaje de camiones que, equipados con ametralladoras, partían a los frentes de Oviedo, Gijón, etcétera. Llegó a alcanzarse en esta tarea un alto grado de perfección, produciendo dobles blindajes y colocando las planchas de acero en posición oblicua a las balas tiradas de frente, lo que les hacía resistir admirablemente el más concentrado fuego de ametralladora. En estas operaciones se trabajaba, de día y de noche. 
Con brigadas turnantes se atendieron los altos hornos, hornos de cock, de acero y la cooperativa eléctrica que provee de fluido a todo el valle de Langeo. El apagón de los hornos hubiera ocasionado serios trastornos económicos y los compañeros de La Felguera sabían que éstos constituían una base de producción al servicio de la nueva sociedad. Estos fueron atendidos al margen de la dirección habitual, con una dirección propia improvisada por los trabajadores. Sin negar la importancia de la técnica, se puede asegurar que los obreros atendieron todas estas funciones con excelentes resultados. 

Organización sanitaria 
Teniendo en cuenta las contiendas que se libraban en los diversos frentes, hacia los cuales habían salido contingentes de revolucionarios del pueblo, se pensó en la organización de un servicio de sanidad. Se convocó a .los médicos, practicantes, boticarios ya cuantas personas que por su profesión se relacionaban con la medicina, para constituir la Organización de Higiene y Sanidad. Fue aceptada por todos los presentes la propuesta del Comité Revolucionario, sin ninguna oposición. Ellos mismos se encargaron de organizar el servicio sanitario, y lo hicieron a base de turnos para satisfacer permanentemente las necesidades en este orden de cosas. Entraron en función inmediatamente.
Se les distinguía por un brazalete con la cruz roja y se les dotó de un servicio especial de vehículos que llevaban a su vez la cruz roja. Cuando empezó a operar la aviación se grabaron grandes cruces rojas en los techos de los hospitales, casas de socorro y farmacias, para preservar estos puntos de posibles bombardeos. 
Los médicos suministraban al Comité de Distribución una estadística de enfermos y heridos, para que éste subviniese a sus necesidades con leche, huevos y demás productos requeridos por el régimen de alimentación a que estuviesen sometidas. Para los medicamentos regía también el sistema de vales.

Organización del transporte
El Comité Revolucionario se incautó de todos los vehículos de la localidad: de los camiones de guardias civiles y de asalto; de los camiones de fábricas y empresas de todo orden; de los automóviles de los ingenieros y de la burguesía, etc. Se proyectó crear una organización eficiente de transporte que sirviese a los fines de la revolución. 
La gasolina escaseaba. Se convocó, pues, a todos los conductores indicándoles que, dadas las excepcionales circunstancias, no se podía hacer viaje alguno que no estuviese previamente autorizado por el Comité. Las llaves de todos los coches pasaron a poder de éste. 
Se organizó una brigada de conductores. Los viajes se realizaban únicamente respondiendo a objetivos revolucionarios, y con la precaución de que quedasen siempre disponibles conductores para casos de urgencia. 
La escasez de gasolina era un obstáculo a la imperiosa necesidad de movilizar los medios de transporte. Se recurrió entonces aun procedimiento nuevo. En los laboratorios de la Duro Felguera empezó a fabricarse benzol que, mezclado con gasolina, produjo un compuesto que permitió resolver este problema satisfactoriamente. En lo sucesivo quedaba asegurada la continuidad de los servicios de transporte por medio de comiones y automóviles. 
Contrasta este buen sentido organizador con los casos de confusión que se dieron en otros pueblos de Asturias. 
El ferrocarril de Langreo fue puesto en marcha formándose  algunos convoyes con la misión de establecer una red de enlace entre los pueblos y para el transporte de gente armada. Estos trenes tenían un recorrido de 28 kilómetros: Felguera-Noreña y Felguera-Laviana. 

Defensa del pueblo 
Dueños de la situación, se consideró que .el pueblo armado era excesivo para la defensa. Comenzó el desplazamiento de fuertes núcleos a los distintos lugares de Asturias donde se combatía. Se cooperó en la toma del cuartel de la Guardia civil de Sama. Con el resto se organizaron guardias tumantes de cuatro y seis hombres cada una para la vigilancia y defensa de las carreteras, para la custodia de los almacenes de víveres y de los prisioneros. Utilizando los caballos de la Guardia civil se montó una guardia móvil para la vigilancia de los montes y para el enlace y abastecimiento de las demás guardias fijas. También tenía por objeto esta guardia cursar indicaciones y facilitar las concentraciones en caso de lucha. 
Después de la toma de la fábrica de fusiles de La Vega y de la de cañones de Trubia, La Felguera disponía de unos dos mil fusiles, nueve ametralladoras pesadas de guerra y un cañón del 10. Actuaron en los diversos frentes ocho camiones blindados y armados con ametralladoras. 

Prensa y Propaganda
Las imprentas, socializadas, trabajaron constantemente imprimiendo vales, manifiestos, proclamas, etc. La orientación del movimiento fue mantenida del ó al 18 de octubre por medio de hojas que elevaban el fervor combatiente de los trabajadores y exponían la situación y la marcha de la revolución. 

LA FELGUERA EN LOS FRENTES DE LUCHA
Difícil resulta medir la importancia de La Felguera a través del hecho insurreccional. Infinitamente más difícil el de la revolución en su conjunto. El hilo se pierde cuando se intenta penetrar en ese conjunto abigarrado y complejo que representa la revuelta asturiana. Los factores se confunden a menudo sin poder individualizarlos. El hecho es demasiado grande para juzgarlo inmediatamente de producido, cuando permanece borroso en sus contornos porque los llamados a arrojar sobre él la luz brillante de la experiencia vivida están enredados en tremendos procesos o han cruzado la frontera. Por eso nos abstenemos de críticas y relatos definitivos que no es hora de hacer, por la carencia de los elementos objetivos necesarios. 
Oviedo se había convertido en el centro de la lucha. En sus calles, la revolución reñía su gran batalla contra las fuerzas gubernamentales. La Felguera envía a combatir a cuatro camiones cargados de fusileros el día 7, cuando ya en el pueblo han sido allanadas todas las resistencias. Tras éstos sale el primer camión blindado, armado con ametralladoras y aspillado [*] para cinco fusileros de la F.A.I. 
* Sin duda se trata de un error, lo que debería aparecer es «aspillerado». Se ha confundido «aspillar» por aspillerar qu es el verbo que conviene  en este caso, que significa hacer «aspilleras», es decir una abertura larga y estrecha para disparar por ella. En adelante sustituimos las formas contruidas sobre la base del verbo «aspillar» por las correspondientes de aspillerar. [N. de los Ed. ] 
Los ocupantes de los cuatro camiones se suman a las avanzadas revolucionarias. Unos combaten frente a la fábrica de armas. Otros refuerzan los cercos tendidos a los cuarteles Pelayo y Santa Clara. 
El camión blindado entra en acción en la mañana del día 8, después de recorrer distintos frentes para saber dónde es más necesaria su presencia. Frente a la Comandancia de Carabineros, unos grupos de sitiadores retrocedían barridos por el fuego de fusilería de sus defensores. Los carabineros estaban despejando los contornos del cuartel. El camión avanza contra la línea enemiga, batiéndola con fuego de ametralladora. Los carabineros se refugian precipitadamente en la Comandancia. 
La ametralladora del camión es entonces emplazada en la ventana de una casa vecina que domina el cuartel. Dos compañeros abren fuego desde esa posición con el fin de evitar una nueva salida, mientras el camión retrocede para reagrupar nuevamente a los revolucionarios dispersos. Logrado esto, se toman las casas vecinas y cesa el fuego para intimar la rendición de la Comandancia. El compañero que orienta el asalto, desde el balcón de una casa vecina, invita a los carabineros a entregarse. La respuesta es una descarga cerrada. La ametralladora vuelve a funcionar lanzando ráfagas de proyectiles sobre las ventanas por donde se ha disparado. Pronto son silenciados los fusiles de los defensores de la Comandancia. 
Se les intima nuevamente a que se rindan en el plazo de cinco minutos. Pasado ese tiempo se ataca el tejado con bombas de mano y se abre nutrido fuego sobre puertas y ventanas. La techumbre es rápidamente destruida. Por una de las ventanas se hace ondear un mantel clavado en la punta de un sable. Es la rendición. Cesa el fuego. 
El teniente coronel que mandaba a los carabineros asomó a una de las ventanas. Reconoce su impotencia y propone entregarse a condición de que se respete, si no su vida, la vida de los carabineros a sus órdenes. Los militantes de la C.N.T .se comprometieron a respetar sus vidas y, bajo esta promesa, se entregaron. Se recomienda, a todos los que han participado en el ataque, el cumplimiento de la palabra empeñada. Se va a trasladar a los prisioneros a una casa vecina. Entre ellos, además del teniente coronel, se halla un comandante.
Pero cuando esto se hacía, un grupo recién llegado hace una descarga matando a dos de los prisioneros. Se indignan los militantes de la C.N.T. e increpan duramente el grupo de milicianos rojos. «Las balas -les dicen- hay que gastarlas, no contra los vencidos que se  entregan, sino en los lugares donde se combate para reducir a los enemigos de la revolución» .Salvado este incidente, los prisioneros son alojados bajo custodia en una casa vecina, con intención de recogerlos más tarde y trasladarlos a La Felguera. La multitud está entusiasmada. Los vivas a la C.N.T. ya la F.A.I. resuenan en las calles de Oviedo. Los triunfos escalonados, sucediéndose unos a otros como los eslabones de una cadena, a medida que restringen el poder de los adversarios, aumentan la confianza en la victoria de la insurrección. 
Seguido por una muchedumbre espesa de trabajadores, el camión se dirige hacia el Gobierno civil. Aquí, una falsa maniobra puso a nuestros compañeros en situación comprometida. El camión avanzó solo, en tren de inspección por una callejuela que no le permitía maniobrar .A los cuarenta metros de la línea de defensores del Gobierno civil, un vivo fuego de ametralladora le obliga a detenerse.  Durante tres cuartos de hora, tres ametralladoras centraron su tiro sobre el camión blindado, sin lograr taladrar el blindaje. Los ocupantes del camión no pudieron enfrentarse con la línea enemiga por no estar aspillerada la parte delantera. Retrocede con mucha dificultad unos veinte metros, y una ráfaga de balas aras de tierra quiebra las ruedas deteniendo su marcha. Uno de los grupos advierte el peligro de ser copados en que se encuentran los ocupantes del camión y avanza por los flancos, distrayendo a la fuerza con fuego de fusil, hasta dar lugar a que el camión sea abandonado, salvándose también las armas.
En lo sucesivo, el blindaje de los camiones se hizo protegiendo también perfectamente las ruedas y aspillerando las partes delanteras. Mientras se realiza la retirada, los revolucionarios son víctimas del  fuego hecho desde las torres de la Catedral. El lugar, que es uno de los mejor defendidos de Oviedo, es abandonado mientras se organiza otro ataque en mejores condiciones.
Algunos compañeros regresan a La Felguera en busca de nuevos camiones blindados. Van a hacerse cargo de los carabineros presos, pero estos han sido conducidos a otro lugar por grupos de milicianos rojos que los han sustraído a la vigilancia de los de La Felguera. 
Mientras tanto, en La Felguera se encontraba una delegación de Gijón exponiendo el grave trance por que pasaba allí el movimiento. Las armas eran pocas como para dominar la guarnición de la ciudad y adueñarse de la situación. Esta situación se agravaba por la carencia de municiones. Los combates se desarrollaban en las calles en inferioridad de condiciones. Sólo a fuerza de coraje y de entusiasmo se sostenían las barricadas levantadas en las barriadas obreras de la ciudad. Los faros del crucero Libertad alumbraban la carretera carbonera para vigilar la posible llegada de refuerzos a los revolucionarios. Por otra parte, se sabía también que de esta nave de guerra había desembarcado una columna en el puerto de El Musel, que se dirigía hacia Oviedo. 
La situación era, verdaderamente, apremiante. Se organiza inmediatamente una expedición de socorro. A las ocho de la noche salen dos camiones con gente armada y uno blindado como el que había operado en Oviedo. Con ellos van dos compañeros del servicio de Cruz Roja. 
Simultáneamente se organiza la segunda columna que debía dirigirse a Oviedo. Esta segunda columna iba pertrechada, como la primera, de un camión blindado. Como se ve, La Felguera vibraba de entusiasmo revolucionario y enviaba sus hombres allí donde era necesario, a pecho descubierto ya aportar una iniciativa. 
La segunda columna que fue a Oviedo llevó acabo un nuevo ataque al Gobierno civil. Pero, en el tiempo que promedia entre éste y el primer ataque, se habían concentrado para la defensa de éste fuerzas del Ejército, de la Guardia civil y de Asalto. Protegían además el palacio del Gobierno civil, de un lado los tiradores de la catedral, y de otro, fuerzas parapetadas en las calles. El avance del camión al frente de la columna es rápidamente contenido. Unas planchas mal templadas son taladradas por el violento fuego del fusil y ametralladora de las fuerzas gubernamentales, ocasionando la muerte del conductor y del suplente. Los rebeldes intentan sostenerse, pero son obligados por esta defensa inexpugnable a replegarse. Se agregan a las fuerzas revolucionarias que combaten frente al cuartel Pelayo y fábrica de armas. En estos combates, los anarquistas de La Felguera se encontraban al lado de los de Oviedo y de los diversos puntos de Asturias. 
El 8 por la noche llegaron a Gijón los refuerzos de La Felguera. Horas antes, el Libertad había enfilado sus cañones contra la barriada pesquera de Cimadevilla, convertida en trinchera revolucionaria. El bombardeo produjo el derrumbe de varias casas y las víctimas consiguientes. Era la señal del ataque que se preparaba sobre Gijón. 
Los hombres de La Felguera engrosaron el núcleo defensor de las barricadas de El Llano, donde se libraron los combates más reñidos. Se sabía ya que la columna desembarcada en el puerto de El Musel, en su marcha hacia Oviedo, se encontraba cerca de Pinzales. 
La situación en Gijón era de acoso. Se mascaba en el ambiente la inminencia de un ataque general contra las barricadas revolucionarias. En trance tan apurado, no se piensa, sin embargo, en el propio peligro. Un pensamiento generoso surge y se impone: es preciso cortar el avance de las tropas que marchan sobre Oviedo. y uniendo la acción al pensamiento, se forma un grupo de combatientes para que dé alcance a las tropas. Al frente de este grupo se pone José María Martínez. Más tarde llega el camión blindado y sale en seguimiento del pequeño grupo de hombres para ayudar en la. lucha. ¡Qué profundo espíritu de solidaridad acusa este acto tan sencillo! Todas sus fuerzas serían insignificantes para contener la acometida estatal que se incuba y, espíritus abnegados de la revolución las prodigan en auxilio de sus hermanos de Oviedo.
De La Felguera se enviaron también hombres a Pola de Siero población de unos 25.000 habitantes, de pura tradición socialista. No existía allí organización de la C.N.T. El Comité Revolucionario lo integraron socialistas y anarquistas. Los militantes de la C.N.T. en Carbayín, impuesto el orden revolucionario en esta localidad, intervinieron activamente en la toma de Pola de Siero. Se adoptó un sistema de organización social idéntico al de La Felguera. Nuestra comuna revolucionaria iba conquistando simpatías con el ejemplo del excelente sistema de ordenación social libertaria que había sabido darse, en oposición a los viejos métodos autoritarios y monopolistas. 
A Nava fue destacado también un fuerte contingente de hombres de La Felguera, que tomaron el cuartel de la Guardia civil y se adueñaron del pueblo. Es esta una localidad sin organización sindical, de vida comercial y campesina. La población fue convocada por delegados del Comité Revolucionario de La Felguera para que resolviera sobre el nuevo curso de los acontecimientos. Explicadas las características de organización social de la comuna felguerina, sin amos y sin autoridad, el pueblo de Nava, entre manifestaciones de entusiasmo, acordó reorganizar la vida local sobre los principios del comunismo libertario. Por su parte, los militantes del sindicato de la C.N .T. de Carbayín extendieron el régimen comunista libertario al pueblo de Valdesoto. La iniciativa revolucionaria de los anarquistas se extendía en dos direcciones: apoyando con sus fuerzas los frentes de lucha de Oviedo, y extendiendo el área de la insurrección a los pueblos cercanos que no se habían sumado por propia iniciativa ala rebelión. Sobre Oviedo seguían volcándose continuamente, hasta que la ciudad fue tomada por las fuerzas del Gobierno, contingentes de hombres de La Felguera. 
Desde el primer instante de la lucha en Oviedo, los anarquistas de La Felguera creyeron necesaria la toma rápida de la capital, dejando de esta manera a la revolución las manos libres para seguir su obra de expansión. El domingo 7, por la mañana, una delegación de La Felguera somete al Comité Provincial Revolucionario un plan para tomar Oviedo y desplazar sin pérdida de tiempo gente armada que ayudase al proletariado de Gijón a adueñarse de la ciudad. Esa misma tarde el Comité contesta que el plan se considera inaceptable. El Comité piensa dominar la situación por procedimientos menos extremos que los preconizados por La Felguera. 
Pasan los días, Gijón ha sido reconquistado por el Ejército, que se prepara a caer sobre Oviedo. Desde las aspilleras y torres de la Catedral se hostiliza sin cesar a los revolucionarios; va aumentando la lista gloriosa de los muertos por la emancipación social. Sigue tendido el cerco a los cuarteles, que entretiene en Oviedo a millares de revolucionarios. 
En la revolución, cada minuto que se pierde es una posibilidad que se aleja. La ofensiva debe ser rápida y certera.
En La Felguera cambian impresiones los militantes de Gijón que han logrado ponerse a salvo con el Comité Revolucionario local. Todos ellos han estado en Oviedo y conocen la situación. La lucha está estacionada sin que los cercos tendidos logren reducir a los defensores. El cañón proletario sigue tronando. La fatiga deja sus huellas en los rostros de los rebeldes, que devorados por la impaciencia del triunfo, no descansan .
Creen los de La Felguera y Gijón que hay que definir la lucha. Gijón ha caído y las tropas no tardarán en avanzar sobre Oviedo. Es el 11 de octubre. Seis camaradas de ambas localidades se trasladan a Oviedo a entrevistarse con el Comité Provincial. Antes recorren los lugares de lucha para cerciorarse exactamente de la situación. Profundamente convencidos ya de la indiscutible necesidad de dar a la revolución en Oviedo el impulso decisivo, es cuando provocan la reunión a que nos hemos referido en capítulos anteriores , sosteniendo el criterio de cambiar la táctica apelando a todos los extremos con tal de adueñarse en absoluto de la capital. Reclaman para la C.N.T., en virtud de su papel combatiente en la revolución asturiana un puesto en el Comité Provincial y en la dirección de la lucha en los diversos frentes de Oviedo. Se comprometen a resolver la situación en breve tiempo. Recorren los frentes acompañados de un miembro del Comité Provincial, quien se cerciora de la realidad de los hechos apuntados por los anarquistas. Ya hemos señalado en. otro lugar el resultado favorable de esta entrevista.
Los delegados de La Felguera retornan para convocar a asamblea popular y resolver quiénes han de integrar el Comité Provincial y quiénes han de orientar la lucha en los frentes. Es durante este tiempo cuando la aviación inicia el bombardeo de Oviedo y llegan las alarmantes noticias de la invasión de Asturias por el ejército, lo que da lugar a que el Comité Provincial Revolucionario considere fracasado el movimiento.
Estaba realizándose la asamblea para la designación de delegados,  cuando regresa José María Martínez acompañado de otros camaradas de Gijón. Comunican que se ha producido una nueva reunión del Comité Provincial y que, el acuerdo, después de madura deliberación, era poner punto final al movimiento y proceder a la evacuación de Oviedo. De los pueblos debían enviarse vehículos para organizar el regreso de los combatientes. Se calculaba que las tropas de López Ochoa iniciarían al día siguiente la ocupación de la zona sublevada. Se aconsejaba, además, a todos los que se habían significado en la lucha u ocupado puestos en los comités revolucionarios, que se pusieran a salvo.
Este acuerdo no fue recibido sin resistencia por parte de muchos elementos de La Felguera que tenían confianza en el triunfo. Arrollado por la confusión del momento -que dominó en tantas poblaciones-, el Comité Revolucionario local declinó sus funciones. Pero volvió a su puesto al día siguiente, en que la lucha siguió con empeño renovado en toda Asturias. 
En Sama se constituye el segundo Comité Provincial. A La Felguera llegó ese mismo día un grupo de milicianos rojos del vecino pueblo, que intentaron constituirse en Comité local y apoderarse del director e ingenieros de la «Duro Felguera>'. Pero en esos momentos, y con la confianza del pueblo, se hacía cargo nuevamente de sus funciones el Comité surgido durante el estallido insurreccional. El grupo de milicianos rojos se retira sin lograr ninguno de sus objetivos. 
En las laderas del Naranco, dominando con sus estampidos el ruido de la fusilería, el cañón proletario proclamaba la continuación de la insurrección. En La Felguera siguen organizándose expediciones para apoyar la toma de los cuarteles .Ese día salió un número crecido de combatientes, que permanecieron en la ciudad hasta el fin. Algunos ya no volvieron más. Su sangre generosa fructifica la tierra sobre la que germinará la rebelión decisiva de los parias. En La Felguera sólo quedan las guardias indispensables. 
Se acercaban las tropas al valle de Langreo. El movimiento había sido dado por fracasado en reunión de comités revolucionarios. 
El de La Felguera puso fin al movimiento por medio del siguiente manifiesto: 
Comité Revolucionario de la Felguera 
A los trabajadores y a la opinión: 
¡Compañeros! Animados y fortalecidos por un ideal de redención, deseosos de trastocar el basamento de la sociedad capitalista ,y estatal, creímos llegado el momento de entregarnos por entero a la revolucionaria pelea para acabar con el odio, el privilegio y el mal. Mas, la lucha que por vosotros fue desencadenada, después de entregaros a ella con todo corazón, a nuestro lado, por el momento ha sido vencida, aunque no estamos eliminados para continuar actuando y laborando para un golpe más certero que nos coloque en la cima de nuestra aspiración. 
Por el momentos os decimos que, rendidas por completo las fuerzas de combate y agotada toda la munición, principal elemento de lucha y resistencia, nuestra única misión es deponer por un tiempo prudencial nuestra actitud y seguir en la sombra abonando y laborando hasta plasmar en realidad la destrucción del régimen presente. Así, pues, ya que vuestra gesta fue brava, valiente, heroica, pero que se estrelló contra la fortaleza de los indeseables que nos han vencido, no nos queda más que hacer un forzado  descanso, un inesperado frenazo en el carro del avance y organizar nuevamente la vida ordinaria del trabajo, con un recuerdo para nuestros hermanos caídos en la lucha titánica y con nuestro desprecio para los verdugos que quedaron con vida. Que el dolor nos mantenga unidos hasta la victoria. 
Que no os extrañe la aparente derrota; así es la vida, así es la pelea, así es la lucha. Que la próxima nos sea más grata. Cuando será no lo sabemos; pero de ella participaremos, porque nuestro ideal anima, hace vibrar nuestro impulso y acelera la marcha de nuestro tren revolucionario. El ideal no muere, vive en nosotros, vive en todos. Él es más fuerte que nuestra voluntad. En nombre de este ideal:
¡Salud! 
¡Viva la C.N.T.! ¡Viva la anarquía! 

La Felguera, 18-10-34.
El director e ingenieros de la «Duro Felguera» son puestos en libertad. Antes de abandonar la localidad algunos miembros del Comité se entrevistan con el director pidiéndole que respetase el pueblo, no practicando selecciones que llevarían el hambre a muchos hogares . Ellos habían estado a merced de los revolucionarios y habían sido respetados. Se le propuso además poner en marcha la fábrica para dar una sensación de normalidad a la entrada de las tropas, y frenar su ímpetu represivo. 
Evidentemente emocionado, contesta el director que no era posible de momento atender este último deseo, pero que pondría la fábrica en marcha cuanto antes. y agregó : 
«Nunca había creído en la hidalguía del pueblo de La Felguera, pero tengo que rendirme a la evidencia» . 
Los revolucionarios de La Felguera siguieron frente al personal  técnico de esta empresa una conducta distinta a la adoptada en otras poblaciones. Consideraban que, triunfante la insurrección, este personal sería preciso en la reconstitución económica de la nueva sociedad. El propio director de la «Duro Felguera» declaró aun periodista que las primeras palabras de los rebeldes al tomarles prisioneros fueron: 
«Pueden estar ustedes tranquilos, que nada les pasará. Aquí somos ya todos camaradas, pero continuarán en sus puestos como hasta ahora trabajando cada cual en lo suyo» . 
Pasada la impresión poderosa que los sucesos ejercieron en su espíritu, el director de la «Duro Felguera» volvió a ser el representante fiel de su clase. Las selecciones no sólo fueron practicadas, sino que se abrió causa contra todos los que habían tenido participación en los movimientos huelguísticos habidos contra la gran empresa en tiempos anteriores


“Los sucesos revolucionarios en Gijón”

Extracto del libro de Manuel Villar,
“El Anarquismo en la insurrección de Asturias”.

La huelga general -Primeros sucesos
La Confederación Nacional del Trabajo goza, en Gijón, de indiscutible influencia. Jamás pudo tendencia alguna de carácter social o político disputarle el control del movimiento del Trabajo. Su Federación Local agrupó hasta octubre veintidós sindicatos, con un total de 13 a 14.000 miembros. Fue, y sigue siendo, la sede de la Regional de Asturias, León y Palencia.
Gijón es ciudad eminentemente proletaria, de tipo industrial, con predominio de la metalurgia. Oviedo es de tipo comercial y burocrático. La primera es la sede del anarcosindicalismo en Asturias. La segunda del socialismo. Madrid y Barcelona en pequeño.
Oviedo, en la revolución, adquiere excepcional relieve por la influencia de fuerzas revolucionarias que van a la capital de la región a batir, en sus reductos, a las tropas del gobierno. La importancia del anarquismo como elemento revolucionario y reconstructor hubiera sido formidable si a Gijón hubiese llegado la avalancha minera. Pero los obreros de Gijón, escasamente armados y sin munición, no pudieron sostenerse mucho tiempo frente a la enorme suma de fuerzas destacadas contra ellos. La caída de Gijón restringe el área de influencia del anarquismo a través de la rebelión asturiana.
La noche del 4 es de expectativa. Los comités de Gijón están reunidos conjuntamente con los delegados de la C.N.T. que integran el Comité de Alianza. Estos no saben si el movimiento se producirá o no. No es el Comité de Alianza quien determinó.1a fecha para lanzarse a la calle. El movimiento fue declarado desde Madrid. A las doce de la noche, los comités de la C.N.T. y delegados al de Alianza reciben de los delegados de la U.G.T. la consigna de iniciar la lucha a primeras horas del día 5. Se forma el Comité Revolucionario local, integrado totalmente por elementos de la organización confederal.
El día 5, por la mañana empieza la huelga general, que es absoluta al mediodía. Nada se mueve en la ciudad. La vida normal ha interrumpido sus palpitaciones. La excitación del proletariado es enorme. El entusiasmo lo desborda todo. En los grupos que se forman por las calles, numerosos y espesos, se discute con pasión.
El día 6 prosigue la huelga, intensa, unánime, pacífica. No obstante el proletariado está electrizado. En muchas poblaciones de Asturias se han librado y se están librando rudos combates con la fuerza pública.
¿Cómo hacer desembocar este entusiasmo en el hecho insurreccional? No hay armas, y un proletariado desarmado en masa inerte y ametrallable, frente al Estado formidablemente equipado para la lucha. Se esperaba una cantidad de fusiles y de municiones que no llegó. Las armas disponibles no pasan de sesenta fusiles y la cartuchería apenas alcanza a veinte tiros por arma. Lo que más abunda son las pistolas.
Se ha dicho que nuestros compañeros de Gijón pretendían que los socialistas les armasen, que habían descuidado la labor de preparación insurreccional, y que no era justo ni lógico que los elementos de la U. G. T. de otras zonas de Asturias se desposeyesen de sus armas en beneficio de la ciudad confederal. si los elementos de Gijón esperaban armas con que entrar en batalla con alguna garantía de éxito, no es porque pretendiesen que el socialismo se despojase de ellas. Las organizaciones anarcosindicalistas habían entregado a los socialistas una determinada suma de dinero para que les fuese enviada una partida de fusiles con su correspondiente munición. De esta partida solamente llegaron las setenta armas largas que constituyeron el único caudal de lucha de la C.N.T. ¿Se perdió el resto en el asunto del alijo? La verdad es que los obreros cenetistas de Gijón no pensaban armarse a costa de los socialistas. y la espera de elementos de combate estaba plenamente justificada.
Durante los días 5 y 6 se reparten manifiestos dirigidos a la población civil ya los soldados, planteando la excepcional situación política y social por que atraviesa España, e incitando, como única solución, a la rebeldía franca por la conquista de la nueva sociedad.
El día 5 por la noche había sido iniciada una acción de sabotaje, volando en algunos puntos las vías de los ferrocarriles Norte y Langreo y cortando las líneas telefónicas y telegráficas. Toda clase de circulación quedó impedida; sólo rodaban los vehículos al servicio del movimiento.
Es evidente ya el día 6, que hay que provocar la lucha ateniéndose al caso material disponible. Se organizan y equipan los grupos que han de actuar. A las doce de la noche entran éstos en acción. La fuerza pública, que prevé el choque inevitable, ocupa los puntos estratégicos de la ciudad, sobre todo los edificios altos, desde los que es posible enfilar las calles y dominar a distancia. Correos y Telefónica, además de los cuarteles, son los edificios mejor protegidos. Las torres de las iglesias han sido convertidas en atalayas y parapetos.
Los centros oficiales no pudieron ser atacados en esas condiciones y con tan escaso armamento. Una ametralladora que se poseía no pudo entrar en acción en ningún momento de la lucha, por falta de peines y balas.
De una a tres de la madrugada del 7, los grupos atacaron intensamente batiéndose con heroísmo. Fue un combate general en todo Gijón, ya que cada edificio alto era una trinchera de las fuerzas gubernamentales.
Los grupos se replegaron sobre las barriadas de Cimadevilla y El Llano. Se levantan barricadas en La Calzada, Ceares, Pumarín, etc. En Pumarín cortan la carretera que conduce a Oviedo. Se intenta un ataque a la Radio Emisora, que es rechazado con intenso fuego por la fuerza pública y por grupos de reaccionarios que se han parapetado en las casas de los alrededores y cooperan en la acción gubernamental. El grupo que llevó este ataque, frustrado su intento, se repliega a la barriada de El Llano, sumándose a los revolucionarios que actúan en este punto.

Cimadevilla, barriada de pescadores
Es Cimadevilla barrio de pescadores, situado en la loma del cerro Santa Catalina, que comunica con la ciudad sólo por medio de cuatro calles. Posición excelente para la defensa, pero verdadera ratonera en caso de fuga, ya que sus cuatro vías de comunicación pueden ser fácilmente controladas.
En esta barriada se hicieron fuertes algunos grupos de revolucionarios, que empezaron inmediatamente las tareas de fortificación y defensa. El vecindario prestó su colaboración entusiasta, facilitando los medios a su alcance para levantar las barricadas emplazadas en las calles de acceso al resto de la ciudad. Estas pobres defensas fueron construidas con material heterogéneo: piedras, maderas, colchones, etcétera.
¡Hacía falta estar poseídos de una confianza inmensa en la revolución para disponerse en tales barricadas y casi desarmados a resistir un cerco! Más aún, era preciso ser locamente temerarios para acordar e intentar, en esas condiciones, un ataque al Ayuntamiento, emplazado a un costado de las bocas de las barricadas. Pero son los gestos valientes los que hacen la Historia
Para fortalecer su posición, los revolucionarios tomaron los siguientes edificios: palacio de los condes de Revillagigedo, convento de monjas y pabel1ón del Club de Regatas, únicos útiles para este fin.
El domingo 7, la fuerza pública inicia un recio ataque a las diez de la mañana, que dura tres horas .Las barricadas son sometidas a intenso fuego de fusil. Los revolucionarios contestan con algunas armas largas y con pistolas. procurando ahorrar la munición. La fuerza pública se bate en retirada ala una de la tarde, para repetir el ataque algunas horas después. Hay bajas de parte y parte. El segundo ataque es tan violento como el primero. Evidentemente, hay prisa en tomar la barriada. Pero los rebeldes resisten el asalto con ánimo imperturbable. La fuerza tiene nuevamente que batirse en retirada, fracasando en su plan de conquista.
Como ya hemos dicho, el Ayuntamiento está emplazado al pie de la barriada de Cimadevilla. Es un só1ido edificio que defienden, en ese momento, los carabineros, la Guardia de seguridad y municipal. El día 8 por la mañana, los grupos de Cimadevilla, emprenden el ataque. El combate dura largo rato. Al saltar de la barricada a los porches situados frente ala entrada del Ayuntamiento, uno de los revolucionarios es alcanzado por una bala y muere en el acto. La lucha declina al irse agotando la munición de los rebeldes.
El ataque al Ayuntamiento ha traído una grave complicación. El crucero Libertad ha llegado horas antes y es advertido de esta lucha. Desde alta mar, frente al cerro Santa Catalina, bombardea la barriada. Las granadas producen estragos en diversos edificios y siembran el pánico entre los habitantes de la barriada. Uno de los tiros de artillería desmocha la torre de la vieja iglesia de San Pedro y cae en el casco céntrico de la ciudad, alcanzando al Centro Obrero. Una parte del vecindario abandona la barriada.
Los defensores de las barricadas ya no tienen posibilidad de seguir resistiendo. En el ataque al Ayuntamiento han agotado casi toda la munición. Mientras el Libertad bombardea el barrio, la fuerza pública ha tomado las calles situadas frente a las barricadas .El vecindario sigue abandonando Cimadevilla. Los rebeldes corren el riesgo de quedar solos y desarmados.
Optan por mezclarse con los últimos vecinos, abandonando las barricadas.
Los habitantes de Cimadevilla avanzan frente a la fuerza pública con los brazos en alto. Nada justifica la salvaje agresión de que serán objeto. La guardia municipal abre repentinamente fuego contra la multitud, dejando sobre el pavimento dos muertos y tres heridos.

El Llano. -Los combates de Sotiello y Pinzales
Después de los ataques frustrados a los centros oficiales alas tres de la madrugada del día 7, empiezan a levantarse barricadas en la barriada popular de El Llano. Aquí se ha concentrado el grueso de los grupos armados. Aquí es donde más se resiste y donde se realiza el mayor esfuerzo por extender el movimiento y por dotarlo de formas concretas en el orden de la reconstrucción. Como en Cimadevilla, el primer acto de los insurrectos consiste en proclamar la abolición de la propiedad y del Estado y en socializar la producción y el consumo.
Las calles son rápidamente fortificadas con barricadas en los puntos estratégicos. En la barriada, constituida en comuna revolucionaria, las armas son sesenta fusiles además de las pistolas.
El domingo 7, a las dos de la tarde, desembarcan en el puerto de El Musel 600 hombres del 29 regimiento de Infantería del Ferrol. Por la carretera de El Musel, avanzan contra la barriada revolucionaria. Pero en la denominada La Calzada, un corto número de rebeldes, desde una trinchera, hace frente a la tropa con singular valentía. No miden el número ni el peligro. La columna contesta con terrible fuego graneado, y avanza apoyada por la fuerza pública, parapetada en los edificios. Al llegar a la Gran Vía, se divide en dos, con intención de realizar sobre El Llano un movimiento envolvente.


Se traba una lucha tenaz. Los rebeldes logran paralizar el avance, impidiendo que el movimiento de copo se efectúe. Las tropas han sufrido algunas bajas. Los revolucionarios se muestran avaros con las municiones. Se dispara únicamente sobre blanco seguro. Las tropas se repliegan hacia el centro de la población. Este primer éxito, obtenido contra fuerzas superiores y bien pertrechadas, multiplica el entusiasmo y el deseo de lucha.
Sobre el horizonte hace su aparición el primer avión del ejército . Con potente zumbido de abejorro evoluciona sobre las barricadas rebeldes en tren de reconocimiento, y se pierde nuevamente en el espacio. Es un mensajero de la guerra aérea que el Estado ha declarado a la columna asturiana.
El lunes por la mañana circula el rumor de que se ha producido una sublevación de marineros en el Libertad. Se precisa incluso el número de ellos que habrían desembarcado en El Musel. Serían setenta. De El Llano se destaca hacia aquel lugar un grupo de rebeldes. En el camino se les unen unos hombres y mujeres entusiasmados. La sublevación de los marinos sería el síntoma de que se resquebrajaban los puntales más firmes del Estado. ¡El triunfo! Bien pronto el pequeño grupo se transforma en una verdadera manifestación delirante.
El Musel está cerca. Lo de la insurrección de los marinos no es cosa segura. Hay que ser cautelosos, para no caer en una encerrona. El pequeño grupo de gente armada se separa de la multitud y se interna en el monte, en dirección al puerto. ¿Existió sublevación? Dificil determinarlo. Lo cierto es que la manifestación llegó entusiasta y confiada y fue recibida a balazos, practicándose numerosas detenciones de hombres y mujeres. El mismo grupo, en el que se encuentra José María Martínez, se informa de que las fuerzas de Infantería desembarcadas el domingo, y que han actuado contra las barricadas de El Llano, marchaban sobre Oviedo. Sin regresar a Gijón se resuelve dar alcance a esta columna y tratar de cerrarle el paso. Alcanzan a las tropas en Sotiello, sosteniendo reñido y desproporcionado combate la guerrilla revolucionaria y la columna de infantería. Momentáneamente, se logra el objetivo de cerrarle el paso.
Se emprende el regreso a El Llano, donde mientras tanto se había sostenido otro combate violento; Hacia las diez de la mañana, las fuerzas de la Guardia civil y de asalto iniciaron un ataque a las posiciones revolucionarias. Por la calle Manuel Azaña presionó la Guardia civil; por la Puerta de la Villa (carretera carbonera) actuaron los guardias de asalto. Unos y otros atacantes se vieron constantemente apoyados por el vivo fuego de la fusilería hecho sobre las barricadas por las fuerzas apostadas en los edificios altos cercanos a la barriada. El arrojo y decisión del proletariado triunfó. una vez más sobre la disciplina mecánica de los esbirros del Estado.


Apenas llegado el grupo que en Sotiello ha contendido con la tropa, El Llano resiste a las tres de la tarde un nuevo ataque más intenso y sostenido que los anteriores. Las fuerzas de asalto avanzan parapetadas en camiones cargados de arena, y hacen marchar adelante con los brazos en alto, dos paisanos cogidos en el camino. Dos horas largas dura el asedio, sostenido con fuego de fusil y ametralladora y también este ataque es victoriosamente rechazado por los rebeldes.
El Comité Revolucionario recibe la noticia de que las fuerzas de infantería, obligadas momentáneamente a estacionarse en Sotiello, prosiguen su marcha sobre Oviedo. No se piensa en el peligro inminente que corren las barricadas. Nadie objeta que las armas son escasas y hay que concentrarlas en la defensa del reducto revolucionario. Sólo domina la idea de que aquella columna no debe llegar a Oviedo.
José María Martínez sale nuevamente al frente de un grupo de veinte hombres para dar alcance a la columna y hostigarla desde las lomas y barrancos que dominan la carretera. Es entonces cuando, ya cerrada la noche, llegan refuerzos de La Felguera. Uno de los camiones de fusileros y el blindado salen en seguimiento de la pequeña expedición, para engrosar su número y hacer frente a los tropas. En la madrugada del día siguiente se encuentran los de Gijón con los de La Felguera. José María y su pequeña guerrilla han llegado a través del monte, marchando toda la noche a marchas forzadas y aguantando una lluvia persistente. Pinzales es el escenario del desigual encuentro.
Los revolucionarios se despliegan en abanico por las faldas de los montes que dominan la carretera. El camión atacará de frente con ametralladora.
La columna avanza hacia Oviedo, cogiendo prisioneros a los pastores y campesinos que encuentra a lo largo del camino, y haciéndoles marchar delante para evitar nuevos ataques de los revolucionarios. El conocimiento de los accidentes del terreno y el valor suplen el número. La columna llega a un paraje muy accidentado. Arriba, en las lomas, aguardan los rebeldes. «¡Ahora!" y se inicia sorpresivamente nutrido fuego de fusilería. Se presiona sobre los flancos. De frente, la columna es contenida por la ametralladora del camión blindado, que no cesa de disparar .Pero se rompe el trípode que la sostiene. Es una ametralladora pesada de guerra. El revolucionario que la maneja la levanta con esfuerzo hercúleo a la altura del pecho, y sigue haciendo fuego sobre las fuerzas.
En la columna se produce un movimiento de desconcierto rápidamente reprimido. Después, los soldados se despliegan en guerrillas y abren a la vez fuego con fusiles y ametralladoras. Desde cada accidente del terreno, los hombres de Gijón y de La Felguera defienden sus posiciones, intentando frustrar el contraataque. Los montes son batidos con terrible fuego por la tropa, que después avanza en abanico para despegarlos de revolucionarios. Tres horas largas dura el combate. Los rebeldes se van replegando, aplastados por la enorme superioridad de los adversarios. La columna ha logrado, al fin, tomar las lomas. ¿Pero siguió su marcha hacia Oviedo? Seguramente, no. Las primeras tropas que llegan a la capital son las de López Ochoa, y esto ocurre el día 12. Necesariamente tenían que haber llegado antes las de Gijón, o por lo menos haberse encontrado con los de López Ochoa, al unirse las carreteras de Gijón y Avilés. Por otra parte, fuerzas del 29 regimiento de Infantería -seguramente las misma- intervinieron después en el ataque final a la barriada de El Llano. Puede darse como seguro el regreso de esta columna a Gijón, temerosa de ser constantemente hostigada, o de caer en emboscadas en cada curva de la carretera y accidentes del terreno.
La forma en que regresaron a Gijón los integrantes del grupo rebelde no es para narrarse. Sus .vestidos estaban completamente destrozados por la marcha a través del monte. Sólo jirones de tela cubrían los cuerpos de algunos de ellos. La fatiga les agobiaba. Pero estaban satisfechos de haber cumplido con aquel deber de solidaridad hacia sus compañeros de Oviedo.
Cimadevilla ha caído. El Llano es el foco de la rebelión. Contra esta barriada se organiza la ofensiva. En El Musel comienzan a concentrarse unidades de la escuadra. Al Libertad se agregan el Jaime I, el Almirante Cervera. Otro día más y llegan el Cervantes y los transportes Cabo Rocha y Cabo San Antonio.
El día 9 desembarcan fuerzas del Tercio, Regulares de Africa y Artillería. El Musel, puerto de Gijón, queda convertido en zona militar .Para dificultar el avance de estas fuerzas, se corta la carretera que une el puerto con la ciudad.

AGONÍA DE LA INSURRECCIÓN
El día 10, vuelan sobre las barricadas cuatro aviones en tren de observación. Es el preliminar del ataque en que actuarán todas las fuerzas desembarcadas y las de guarnición en la ciudad. Los aviones irán señalando los puntos por donde debe atacar la tropa para quebrar la resistencia de los rebeldes. Se inicia el ataque.
La batalla es francamente desproporcionada. Un gigante atacando a un pigmeo. Pero el pigmeo es valeroso, despliega una audacia extraordinaria.. Las pistolas y los sesenta fusiles de los rebeldes funcionan sin cesar .Las municiones están casi agotadas .Los defensores de las barricadas establecen una pugna de heroísmos. En los puestos de mayor peligro, los militantes desafían a la muerte con audacia suprema.
En el ataque a la barriada intervinieron zapadores, marineros, fuerzas del regimiento 29 de Infantería, la Sexta bandera del Tercio, guardias civiles y de asalto y cinco aviones. En esta operación es utilizado por primera vez, con fines de guerra, un autogiro. No queda hueco ni bocacalle por donde no presione la tropa. Se combate en todas partes, simultáneamente; de frente y por los flancos; en Puerta de la Villa, en Pumarín, en Ceares. Las fuerzas, como en ocasiones anteriores, hacen marchar delante paisanos con los brazos en alto, para protegerse.
Como grandes pájaros de presa descienden los aviones trazando espirales. Ya a poca altura, rompen fuego de ametralladoras sobre las barricadas y demás posiciones ocupadas por los rebeldes, a la vez que orientan el movimiento envolvente de las fuerzas del Gobierno. El zumbido de las máquinas se confunde con el tableteo de las ametralladoras. Desde las barricadas, algunos contestan con tiros de fusil; un disparo, otro y otro, y un avión es colocado fuera de combate. Endereza hacia el mar, buscando un lugar donde caer. Los demás responden bombardeando las barricadas.
Las municiones terminan. Economía estricta. Dentro de poco no quedará ni un cartucho. Los asaltantes se van acercando a las bocas de las barricadas. Dentro de poco éstas habrán caído en manos de las tropas. Se está combatiendo desde las once de la mañana, y van a dar las tres y media de la tarde. Tan heroica resistencia hace suponer a los sitiadores que se encuentran ante una fuerza de consideración. Pero no es así, las bajas van mermando las filas de los rebeldes. Como en la defensa de Oviedo por el proletariado, se derrocha audacia a manos llenas. Cada uno se mantiene firme en su puesto de honor.
Por el sector donde ataca el Tercio, acaban de ser desalojadas dos casas ocupadas por los rebeldes, después de haber sido éstas semidestruídas con granadas de mano.
Por fin es preciso abandonar la barricada. Las barricadas están cayendo en poder de las tropas. Se agotan los últimos tiros de fusil. La insurrección agoniza en Gijón. A las tres y media de la tarde todo habrá terminado.
Una de las barricadas está a punto de ser copada con todos sus defensores. Se adelanta un voluntario:
«Poneos a salvo, camaradas, yo me quedo aquí resistiendo a las tropas».
Y solo queda en la carretera carbonera, frente al lavadero, tras la barricada. No flaquea su inmenso coraje. Mientras sus compañeros se ponen a salvo, él paquea [*] a los asaltantes. Hay que contenerlos un minuto, dos minutos, el tiempo preciso para que los fugitivos se pierdan en las calles próximas. Ahora un tiro; otro después. Por allí avanza sigilosamente un soldado. Hace fuego. No tiembla su pulso. Llueven las balas a su alrededor. Algunas le alcanzan. Siguen haciendo fuego tras el muro de piedras. Se doblan sus rodillas; se le nubla la vista. Por fin el silencio sobre la barricada. Ya nadie contesta al fuego graneado de los soldados, que se lanzan al asalto. Del otro lado yace muerto su único, su heroico defensor. El jefe que manda la fuerza se descubre ante el cadáver, impresionado por este valor sereno y fuerte.
* Disparos aislados. El paqueo fue muy utilizado por las cabilas rifeñas para hostilizar a las tropas españolas. [N. de los Ed.]
En otra barricada de la misma carretera se produce otro gesto de heroísmo. Como en el caso anterior, el héroe anónimo, es un muchacho del pueblo en la flor de la juventud. Hay que abandonar la barricada antes de que sea demasiado tarde pero él se niega con resuelta firmeza. Inútil convencerlo. Queda solo, terriblemente solo ante el Tercio, que se lanza a un asalto a la bayoneta. Su arma, una pistola.
Medio minuto de tiempo, menos quizá. ¿Qué pensamientos se atropellan en su mente en ese instante supremo? Dispara su pistola. Ve a un sargento del Tercio a la cabeza de los atacantes. Hace ademán de rendirse. Se acerca el sargento y, rápido como una exhalación lo encañona a boca de jarro y le mata con su último proyectil. Cien bayonetas ensartan su cuerpo que queda ahí, horriblemente mutilado, pero provocando la admiración de los vencedores.
Durante el movimiento, el Comité Revolucionario mantuvo constante relación con Oviedo y La Felguera. El triunfo de Gijón hubiera sido de gran importancia para el movimiento general de Asturias. Copado Gijón por las fuerzas del ejército, la insurrección pudo ser vencida con mayor facilidad.
La ruta hacia Oviedo quedaba abierta por la parte más accesible. Una mejor racionalización de las energías revolucionarias disponibles hubiera facilitado quizá el triunfo del movimiento en la segunda ciudad asturiana. Pero mientras Oviedo absorbía la casi totalidad de las masas insurreccionadas, Gijón quedaba solo con sus pocos fusiles, condenado a ser aplastado por la inmensa superioridad numérica de las fuerzas del ejército. Caído Gijón, el Estado conquistaba una inmejorable base de operaciones contra la región insurreccionada. Una estrategia inteligente y bien coordinada hubiera aconsejado fa fortificación del poder revolucionario en este punto, cerrando el paso de las tropas hacia la capital, y facilitando la terminación de la conquista del cuartel Pelayo. Por las vías abiertas con la sumisión del Gijón rebelde, se desplomó sobre Oviedo la masa de rifeños y legionarios desembarcados en El Musel.

LA BREVE EXPERIENCIA COMUNISTA LIBERTARIA
En la barriada de El Llano se procedió a regularizar la vida de acuerdo con los postulados de la C.N .T.: socialización de la riqueza, abolición de la autoridad y el capitalismo. Fue una breve experiencia llena de interés, ya que los revolucionarios no dominaron la ciudad.
En la barriada sitiada, sujeta a constantes ataques, donde los rebeldes dormían abrazados a los fusiles en los intervalos de calma, tuvo el comunismo libertario espléndida y brillante iniciación.
Los revolucionarios tomaron el gran almacén de comestibles de Faustino Forcet el día 7 por la mañana. Se adueñó igualmente el Comité Revolucionario de todas las existencias de consumo para organizar el abastecimiento.
Se siguió un procedimiento parecido al de La Felguera. Para la organización del consumo se creó un Comité de Abastos, con delegados por calles, establecidos en las tiendas de comestibles, que controlaban el número de vecinos de cada calle y procedían a la distribución de los alimentos. Este control por calle permitía establecer con facilidad la cantidad de pan y de otros productos que se necesitaban. El Comité de Abastos llevaba el control general de las existencias disponibles, particularmente de la harina.
El Comité del Sindicato de Alimentación fue encargado de organizar la fabricación del pan. Formó con este fin un equipo de cincuenta y seis panaderos divididos en turnos, y previa confiscación de las panaderías necesarias, comenzó la producción para la barriada. El Comité de Abastos señalaba diariamente la cantidad que producir y facilitaba la harina necesaria. Para un control más exacto de los vecinos y una producción mejor ajustada a las necesidades de la población, el mismo Comité de Abastos dispuso un servicio de vehículos para repartir el pan a domicilio.
Cuando comenzó a escasear este producto en el resto de la ciudad, a causa de la huelga general, muchos vecinos se presentaron a la barriada revolucionaria rodeada de barricadas, y obtuvieron el pan sin más requisito que comprobar su calidad de obreros.
A todos, especialmente a las mujeres, se recomendaba escrupulosa administración en los hogares, a fin de que gastaran solamente lo indispensable; sentido de la economía que era preciso mantener para poder afrontar dificultades que en el orden del abastecimiento surgirían, mientras la revolución no se afirmase ampliamente. ¡No dilapidar! era la consigna del Comité de Abastos. En los muros se fijaban carteles para llevar al ánimo colectivo este criterio de honrada administración revolucionaria de todas las existencias.
Se organizó el intercambio con los campesinos de los contornos. Estos proveían de leche y otros productos a la barriada rebelde. A cambio recibían de los almacenes las mercaderías que necesitaban.
El abastecimiento de leche se realizó de una manera perfecta. Primero se atendían las necesidades de los enfermos, de los niños y de los ancianos. Después, las del resto del vecindario. Con el control establecido por calles, fácil resultaba realizar la distribución.
Los vehículos fueron todos requisados y únicamente se usaban por los revolucionarios, con fines de enlace, transporte y abastecimiento.
A los que niegan la capacidad organizadora del anarquismo brindamos este ejemplo. En el fugaz espacio de dos días se estableció y funcionó, con el acierto y seguridad de un sistema que tuviera tras de sí larga experiencia, la comuna libertaria de El Llano. Un chispazo en la noche, un rayo que rasga las tinieblas y alumbra, durante un segundo, el panorama magnífico. Anticipo de la sociedad del porvenir, bella y libre, que será conquistada por el esfuerzo fecundo del proletariado.
Dentro del recinto rodeado de barricadas, en la capilla evangelista, fue establecido por los rebeldes un Hospital de Sangre, que cumplió excelente servicios durante los sucesos.
Cuando Gijón fue reconquistado por las tropas, muchos de los camaradas que lograron salvarse marcharon a La Felguera y Oviedo, a luchar hasta el fin.