miércoles, 20 de junio de 2012

Militancia Anarquista en la Córdoba del Cordobazo (1969)


Por Colectivo Tierra y Libertad (Río Negro), Ensamble Libertario (Neuquén), Coordinadora Libertaria de Córdoba y Ezequiel Blanda (San Francisco Cba). Publicado en Marzo de 2006 en la agencia de noticias A-Infos bajo el título “Anarquismo en Córdoba en los 70”.


A 30 años del golpe militar genocida, muchos de los militantes libertarios estamos empezando a recuperar nuestra historia, a reconocernos en los compañeros y compañeras que nos antecedieron en la lucha, a reivindicar su accionar, a traer a los primeros lugares los nombres de los compañeros y compañeras que ya no están, abrazando emocionadamente a los que protagonizaron la lucha libertaria en los 70 y hoy están con nosotros. Por eso quienes estamos recuperando estos testimonios queremos compartir con los compañeros que recién empiezan a tener noticias de la militancia libertaria de aquella época fragmentos de la palabra de los protagonistas. (…) 

Adriana (trabajadora y militante del Sindicato del Caucho): (…) Si no fuera capaz de sentir que cada uno desplegó sus sueños creyendo que aportaba una vida mejor, y se jugó por ellos y por los otros, BIEN PREFERIRIA ESTAR MUERTA (en una carta. Marzo de 2005).

Jorge (agricultor, miembro de la coopertativa de productores de Santa Rosa de Río Primero): hay que aclarar que nuestro encuentro con el anarquismo es de encontrar un sentido a la vida, de jugarse en ella y encontramos un camino. (…)

Cacho(trabajador en la construcción miembro del grupo de Jóvenes de Colonia Lola): Me acuerdo que viene el Cordobazo, nosotros éramos una barra y no fuimos a laburar. A los obreros de las fábricas de la zona (Yofre), la cana les corta el paso al centro y van para la plaza y hacen una asamblea. Cuando se estaba desarrollando la asamblea cae la cana a reprimirla y los obreros resisten y nosotros naturalmente nos pusimos del lado de los trabajadores. Se combatió todo el día, se hizo retroceder a la cana. Con un grupo de gente nos fuimos al centro y lo digo emocionadamente viví uno de los momentos mas hermosos de la vida, de la libertad. Cuando se retiró la cana del centro, hubo unos 5 minutos de algarabía, era la libertad. Después se empezó a correr la voz “viene el ejercito!, viene el ejercito!”.
A partir del Cordobazo se da un fenómeno, la discusión política. Aparecen los perros, con los montoneros, otros peronistas, el partido comunista, los chinos y se arman todas las noches discusiones en la plaza. Pero ahí había una cosa que no me cerraba, este asunto de la espontaneidad que para mi se había dado en la gente del pueblo y en la lucha del cordobazo y los otros insistiendo en la dirección revolucionaria del partido y los sindicatos en el Cordobazo.

Horacio (empleado y maestro en la escuela Libertad): yo vi que en Colonia Lola (humilde barrio obrero) había una gran cantidad de chicos que no iban a la escuela. Me lo comentaban las madres. Tenía una bicicletita que me había armado el abuelito Mario, con la que iba al trabajo, y todas las tardes pasaba casa por casa preguntando “¿doña tiene algún niño que no vaya a la escuela?”. ¿Por que no iban a la escuela? Porque no había escuela en Colonia Lola y la escuela más cercana era la escuela España o en el barrio Acosta pero no los recibían porque no tenían zapatillas. Eran pobres.

Piru (docente y militante de UEPC -Unión de Educadores de la Provincia de Córdoba-): Formamos una guardería en el barrio atendida por los propios vecinos. Todo eso después de haber tomado el centro vecinal. Que se tomó en el 72. Estaba en manos de una gente que no hacía nada. Una de las cosas interesantes que creo que habría que destacar, es que nosotros nunca trabajamos como una vanguardia. En la escuelita estaban los que eran maestros, por supuesto, pero en la guardería había dos chicas voluntarias amigas, simpatizantes pero las que la atendían diariamente eran del barrio. Y en el centro vecinal, también la integraban gente del barrio y no nosotros. En la comisión de salud conseguimos que vinieran médicos a atender gratis. Las que atendían ahí a la gente que iba, eran mujeres del barrio que se turnaban. Nosotros habíamos hecho antes un semicursito donde se enseño a poner inyecciones, primeros auxilios mínimos como para atender en el centro de salud. Nosotros trabajábamos con otros grupos, por ejemplo en la instalación del agua hasta el fondo del barrio, se consiguió con dos chicos que eran del Peronismo de Base. Hacíamos los bailes para juntar fondos para todas las cosas, para mantener el centro. Lo que paso en Colonia Lola, es que la gente entendió rápidamente que los problemas los podían solucionar juntos. La gente cuando no está manoseada por el poder y los partidos, tiende naturalmente a la libertad, a la solidaridad, a que no haya jefes, a la autoorganización.

Juan Antonio (constructor y estudiante de arquitectura): ¿plantéo político? primero que no lo pensábamos así, en el Taller Total –TT- (denominación de la metodología de enseñanza en la Facultad de arquitectura) había que trabajar para que todo tendiera a ser lo mas participativo y con propuestas cada ves mas revolucionarias que tendieran a un cambio social referido, concretamente, a lo especifico de la carrera. Si estudiás arquitectura, diseñas y estas interviniendo en el medio ambiente, en la ciudad y tenés que hacerlo desde una perspectiva colectiva y discutirlo con el usuario. Una de las cosas que nos planteábamos es que, no solo lo plantearon los anarcos, ya se planteaba el cambio del enfoque del rol docente alumno. El TT lo que planteaba era que el rol docente alumno es un rol intercambiable donde el docente aprende del accionar del alumno y el alumno aprende del conocimiento del docente y el alumno y el docente aprenden y se educan en una interacción con la sociedad pero no con toda la sociedad en su conjunto sino actuando localmente por ejemplo en un barrio. Nos planteábamos la transmisión y elaboración de conocimiento colectivamente donde intervenían los docentes y alumnos de la facultad y los vecinos del barrio. Llegar un conocimiento de la problemática de la sociedad y que este sea de una elaboración colectiva.

Juan Antonio: (nuestra publicación) eran circulares, no es que decíamos vamos a hacer una publicación y vamos a organizarnos para que salga cada tanto, sino que le pusimos circulares porque eso se escribía cuando hacia falta, cuando un frente lo estaba reclamando, ese era el sentido, por eso los circulares no salían todas las semanas. Leíamos a Bakunin, Proudhon, Malatesta a todos estos guasos pero cuando discutíamos políticamente discutíamos dentro de la realidad en la que estamos inmersos, dándole un enfoque anarquista. No andábamos diciendo “…porque como dice Bakunin…”.(…)
No había forma de explicarle a los activistas, a los militantes, pero si era mucho mas fácil para la gente común. Esos la entendían así. Por eso funcionaban bien las cosas en Colonia Lola, en el TT que habían un montón de vagos que no tenían ninguna idea política.

Cacho: en nosotros se da el redescubrimiento de un lenguaje técnico que es el de la militancia que tiene una definición y tradición anarquista y el nuevo lenguaje que necesitábamos nosotros si o si para comunicarnos con el común del pueblo, como con los estudiantes. ¿Cómo hacías para explicarle el tema de la autogestión?

Renato (ingeniero en RUBBER -fábrica de caucho a partir de la cual comienza a gestarse el sindicato-): El objetivo era tener un predicamento en la clase obrera. Después de las asambleas (de los trabajadores del caucho) nos reuníamos en mi casa. Analizábamos: “tu hablaste mucho, hablaste pendejadas. No es cuestión de que estés hablando, deja que hablen los obreros, si tú no eres obrero. Estas insertado en los obreros, te estás proletarizando, estás aprendiendo a ser obrero, escúchalo al obrero. Ese discurso es para tu facultad, ve y dilo en la facultad y que te escuchen todos. Pero con los obreros escucha a los obreros.” En eso éramos inflexibles. Yo escuchaba todas las asambleas ¿por que?, porque era un acuerdo, teníamos que desarrollar un sindicato.
Y pensaba y trataba de convencerlo al Rafa de que el sindicalismo había cumplido una función pero que no era útil para esta etapa, porque era comprable, manejable, era sofocable, un montón de cosas. El sindicalismo se reducía a pedir aumento de sueldo, no era para hacer la revolución, si ya está, en eso no sirve lo cambiamos, hagamos otra cosa. ¿Cómo podemos hacer para implementar una agenda? ¿Cómo incorporamos a las amas de casa, a esta cosa? Hicimos como un cuestionario, para todos los obreros de RUBBER, hicimos algunos números mas para los obreros de Coquenion que estaban al lado, explicando que el problema no era de RUBBER, el problema era la clase obrera y que el problema era la explotación y que no podíamos ir los obreros solos a esta pelea, tenían que ir las compañeras nuestras, nuestros hijos, porque la revolución es esa. Que vayan a la casa y lleven el cuestionario y que la mujer llene, cuanto gastan en recreación y ahí se enteró mucha gente que tiene que haber un dinero para diversión, tu sabes lo conmovedor que es eso. Un obrero me decía “Escúcheme Renato, en eso diversión que hay que poner” “y tu tienes derecho a divertirte, tienes derecho de ir al cine una vez al mes.”
Hicimos la lista para que el obrero se la lleve a la casa. Para que diga cuanto es lo que gastas en arroz por mes, entonces en base a eso hacer la lista, sumar cuanta ropa consume al año y en base a eso decir “tú tienes que ganar tanto”. Cuando encontramos los valores, el aumento tenía que ser del 400% no del 20% que pedía el obrero. Entonces la mujer en la casa sabía que tenía que ir una vez al mes al cine. Una reivindicación natural, mínima, que su hijo tenía que tener dos pares de zapatos al año por lo menos. Todo ese listado para concienciar a la familia para que después la mujer no le haga lío en la casa. Porque en esa época la mujer le hacia problema “¿andas de huelga otra vez? Escuchame una cosa si vos sabes que eso es lo que tenemos que ganar para poder vivir, ¿por qué te pones así?” Te das cuenta. Cual era la idea que desde la casa, la familia sepa que tenían que pelear no por un aumento del 20% sino por lo que necesitaban para vivir decorosamente. Si es el 20 es el 20, pero si es el 80 hay que luchar por eso. Que ganábamos con eso, que empezábamos un proceso comunitario, no solo sindical, una organización de la comunidad con sus reivindicaciones porque este que es del caucho no se va a sumar a este que es del aluminio, si el problema no es que sea el caucho o el aluminio, es de la sociedad. Es una nueva concepción del sindicato. Yo creo que es así. La revolución la hace el pueblo no el sindicato y el pueblo son las mujeres nuestras, los hijos nuestros. No es que nos tienen que seguir, la hacen porque están convencidos que es lo que hay que hacer. Te das cuenta. Es un proceso largo, pero no nos vamos a enganchar en la teoría de hacer la revolución pasado mañana a las tres de la tarde porque esa no existe.
Yo rescate una frase de Juan Antonio que era muy de él: “Que hay que ser anarquista hasta para lavarse los dientes” y yo no me olvido nunca de eso. Creo que tenía razón.

Entrevistador: ¿y ustedes en la RUBBER que otros conflictos tuvieron con los patrones?   

Benito (obrero peronista de la fábrica RUBBER. Participó activamente en el Sindicato del Caucho): Varios. Porque después comenzó, cuando se deshizo el sindicato, ya se comenzaron a abusar mucho de nosotros, ya nos manejaban, nos pagaban con bonos.

Entrevistador: ¿Qué recuerdos tenés de Rafa (Sec Adjunto del Sindicato), de la Chancha (Luis Finger, tesorero del Sindicato y militante del PRT desaparecido desde 1976), del Turco (Sec Gral del Sindicato)?.

Benito: yo tengo muchos recuerdos muy buenos, porque con nosotros los muchachos se portaron muy bien. Eran buenos compañeros, nos enseñaron lo que era vivir, porque prácticamente nosotros vivíamos para trabajar, para poner el lomo pero para defendernos ninguno, donde yo no digo que aprendí mucho pero hace poco tuve unas andazas fieras, donde me toco discutir y gracias a dios con lo que uno aprendió porque lleva en la memoria, me defendí lo mas pancho.
Cuando se empezó a armar el sindicato éramos, los trabajadores, unos pobres muchachos. Yo soy de los primeros que me acerco, nos reuníamos pocos obreros. Si el viejo les decía, una cosa, ahí estaban todos. Yo no fui para que me gritaran. Pero los que habían eran unos pobres diablos. La gente laburaba como leones y cobraban monedas y así. Yo no le digo que nosotros nos pusimos ricos pero calcule de lo que le estoy explicando que éramos 117 y teníamos un solo baño y nadie decía nada. Si había dos enfermos del estomago que necesitaban ir urgente al baño ¿que es lo que hacíamos? Y ellos se quedaban callados.

Entrevistador: los obreros eran afiliados al sindicato de Salazar -Secretario General del FOCAYA, representaba y representa aun hoy a la burocrácia sindical-?

Adriana: nosotros no, y en la fábrica algunos si y otros no. Empezamos a plantear todo lo que hacia el sindicato de Salazar, en ese momento se esta dando la lucha entre la derecha y la izquierda gremial y tenemos una recepción extraordinaria de los compañero: Fue una respuesta única porque en 4 o 5 meses, era tal el abandono que tenía el sindicato que en 4 o 5 meses la piecita no nos alcanzaba. Nosotros no teníamos personería jurídica, no teníamos nada más que la intención de trabajar. Empezamos a tramitar una casa vieja que logramos, la de la calle Rivera Indarte. Ahí empezamos a armar la comisión gremial, Caro era el secretario general, Rafa el adjunto, empezamos a organizar cosas para tener fondos, para tramitar los papeles porque no podíamos ser sindicato paralelo. No obstante en la esquina estaba paralelo al oficial de Perkins, en ese momento con el negro Vila. Recibimos mucho apoyo de la coordinadora de Tosco.

Chato (trabajador en EPEC y militante de Luz y Fuerza): Estaba el militante casado con su militancia permanente y el militante que estaba inserto en la vida cotidiana normal. Yo planteaba, como podían conocer las necesidades de la gente si estábamos “casados con el movimiento y veíamos desde afuera las circunstancias de la vida cotidiana”. Vos tenías que saber que estaba cara la papa, como le iba a tus hijos en la escuela, que no podes vivir con 2 pesos diarios que no podes vivir tomando mate todo el día, que tenés que ir a llevar a tus hijos a la escuela.

Sara (compañera de Chato): Recién descubro que los chicos por ejemplo, me decían “Sara no laves los platos, los lavamos nosotros, hoy vos hiciste la comida.” Otra chica me decía “no, hoy llevo los chicos al cine”, eran tan solidarias, es lo que yo rescate de toda esa gente.

Entrevistador: ¿con la militancia que tenían dejaban mucho de lado?

Sara: le sacaban tiempo a la familia pero a la vez en el momento que estaba se lo devolvía a la familia. Intensamente. Quizás a lo mejor, el Chato era uno de los más ocupados, pero había un compañero que estaba, que llevaba a los chicos a la plaza. Ósea que era como una familia grande.  Pero las ideas de ellos para mi eran buenas. A pesar de todo lo que les han hecho después. Debieron creer que mataron esas ideas pero no las mataron. Sufrieron pero me parece que estaban preparados para eso. (…)Siempre había alguien en casa.
Entrevistador: ¿Recordás alguno que te haya marcado?

Sara: El que más recuerdo es a Marcelo –Tello-.[1] Con mis hijos Marcelo era como de la familia, con Anita (su compañera). Hace un tiempo mi hijo nos escribió una carta diciéndonos lo importante que fue para él la presencia de toda esa gente que por aquellos años estaban en casa. (…)


[1] Marcelo Tello: Carpintero. Llega a Córdoba por un acuerdo con los compañeros Resistencia Libertaria de La Plata por consolidar la formación política y apoyar a la construcción del Sindicato del Caucho. Desapareció el 9 de marzo de 1976.